Pregunta
¿Debería un cristiano participar en un sorteo?
Respuesta
un sorteo puede referirse a una lotería o a una competencia o concurso en el que todo el premio se entrega a un solo ganador. Los sorteos pueden o no involucrar apuestas, ya que los premios pueden ser seleccionados al azar sin costo para el ganador.
Las apuestas, y cualquier concurso donde el resultado monetario se basa en la suerte, han sido condenados por la iglesia desde hace mucho tiempo, y con razón. Antiguamente, los juegos de azar eran cosa de gente sospechosa y del bajo mundo. Fortunas se perdieron y familias fueron destruidas por el lanzamiento de un dado o de una carta. Por lo tanto, los líderes cristianos se opusieron firmemente a cualquier empresa que insinuara las apuestas. Debido a su similitud con los juegos de azar, también se prohibían los sorteos.
Sin embargo, en el último siglo, los concursos, loterías y sorteos se han vuelto tan comunes que apenas los asociamos con los males del juego del siglo XIX. Los concursos de televisión han reducido aún más nuestra oposición. Aplaudimos a los ganadores que se llevan los premios. Los sorteos también abundan como forma de publicidad. Las empresas comercializan sus servicios ofreciendo la posibilidad de ganar un premio a cambio de nuestra información de contacto. En este tipo de sorteo, el participante tiene poco que perder y, si es plenamente consciente de las consecuencias de participar, no sufre ningún daño real al hacerlo.
El problema con los sorteos comienza cuando depositamos toda nuestra confianza en ganar, como si el dinero fuera a resolver nuestros problemas. Vemos la victoria como la respuesta en lugar de confiar en el Señor. Las personas pueden quedar tan atrapadas en las posibilidades de ganar un sorteo que sacrifican dinero que no tienen en el altar de la suerte. Cuando nos enfocamos en las posibilidades de ganar, el dinero se convierte rápidamente en un ídolo.
La Biblia con frecuencia nos advierte sobre el peligro de amar el dinero. 1 Timoteo 6:10 dice: "porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores". Hebreos 13:5 declara: "Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré". El deseo de dinero no es nada nuevo ni exclusivo de nuestra cultura, y los sorteos no hacen sino aprovechar ese deseo.
Si bien participar en sorteos suele ser una diversión inocente, siempre debemos considerar el costo. Rara vez algo es gratis. Antes de entrar en cualquier concurso, deberíamos hacernos algunas preguntas:
• ¿Qué ganan los que organizan el sorteo con mi participación?
• ¿Es una ganancia que esté dispuesto a aprobar?
• ¿Me están utilizando de una manera que nunca aceptaría si no fuera por la posibilidad de ganar?
• Si pudiera consultar a Jesús antes de participar, ¿me daría el "visto bueno"?
• ¿Participar en este concurso aumentará mi codicia o mi interés por las cosas materiales?
Cuando podemos dar respuestas sanas y que honran a Dios a esas preguntas, participar en sorteos no debería ser un problema.
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¿Debería un cristiano participar en un sorteo?