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Pregunta

¿Está mal que un cristiano sea introvertido?

Respuesta


La introversión y la extroversión son rasgos de personalidad, medidos en una escala, que se refieren a cómo las personas tienden a relacionarse con el mundo. Cuanto más introvertida, más tiende una persona a centrarse en su mundo interior. Cuanto más extrovertida, más tiende una persona a centrarse en el mundo exterior. Todas las personas tienen algo de ambas, pero generalmente prefieren una sobre la otra. A los que tienden más a la introversión se les llama popularmente introvertidos. Algunos piensan que los introvertidos son solitarios, que encuentran la fortaleza en la soledad; otros piensan que los introvertidos son tímidos (pero no todos, ni siquiera la mayoría, de los que tienden más a la introversión, son tímidos). No, no está mal que un cristiano sea introvertido (o extrovertido). Sin embargo, hay algunas tendencias que un introvertido debe tener en cuenta.

En general, los introvertidos evitan las multitudes, no les gusta hablar de cosas triviales, disfrutan de largos períodos de soledad y prefieren las conversaciones importantes en lugar de charlar en las fiestas. Suelen ser introspectivos y realistas sobre sus propios defectos. Se sienten atraídos por una o dos amistades sólidas en lugar de rodearse de conocidos. Tienden a disfrutar de los aspectos creativos de la auto expresión, como el arte, la escritura o la música. Muchos de los mejores artistas, autores y músicos del mundo eran introvertidos.

Mientras que los extrovertidos se sienten estimulados por estar rodeados de otras personas, los introvertidos se sienten estimulados por los períodos de soledad y reflexión. Siempre que la tranquilidad no se convierta en depresión o distanciamiento, puede ser beneficiosa espiritualmente. La oración, la meditación y la espera en Dios a menudo requieren largos períodos de quietud para ser eficaces. Los introvertidos suelen ser mejores en la meditación bíblica que los extrovertidos porque complementa sus tendencias naturales. El peligro para un introvertido es volverse demasiado introspectivo. Los introvertidos pueden tender a vivir dentro de sus cabezas en lugar de servir a los demás, como Jesús ordenó (Juan 13:34; 1 Pedro 4:10).

La introversión no es sinónimo de un egocentrismo malsano. Tanto los introvertidos como los extrovertidos pueden luchar contra el ensimismamiento, y siempre está mal. Una persona naturalmente bulliciosa y amigable puede pecar de egocéntrica al esforzarse por llamar la atención sobre sí misma (Romanos 12:3).

Dios nos creó con diferentes fortalezas, debilidades y tipos de personalidad. Él puede usar a cualquiera que se someta a Él, y con frecuencia es más glorificado a través de nuestras debilidades (2 Corintios 12:9). Cuando los introvertidos han sometido totalmente sus vidas al señorío de Jesucristo, pueden ser poderosos guerreros de oración, mentores y maestros. Los introvertidos llenos del Espíritu utilizan la naturaleza que Dios les ha dado para la gloria de Dios y disfrutan de largos y fructíferos momentos de adoración, meditación y estudio de la Biblia. Cuando permiten que el Espíritu Santo los mueva más allá de sus zonas de confort, pueden compartir con otros las valiosas enseñanzas que Dios les ha dado.

Hay algunas cosas que pueden obstaculizar el servicio de un introvertido a Dios. Cuando su tranquilidad natural está motivada por la inseguridad o el miedo, los introvertidos a menudo se alejan de la gente. Pueden negarse a relacionarse con los demás, como se indica en las Escrituras (1 Pedro 4:10). Este tipo de soledad los limita espiritualmente. La introspección también puede conducir a un espíritu crítico. Centrarse demasiado en uno mismo puede llevar a juzgar a los demás o incluso a uno mismo (Mateo 7:1-2). Los introvertidos también pueden utilizar su reticencia natural como excusa para evitar asumir responsabilidades en la iglesia o testificar activamente de Cristo. Jesús no hizo tales distinciones en sus instrucciones sobre servir a nuestro mundo y amar a los demás (Hechos 1:8; Mateo 10:18-19). La Gran Comisión también es para los introvertidos.

Filipenses 2:3 (NBLA) dice que debemos "considerar al otro como más importante que a sí mismo". Algunos introvertidos pueden ver este versículo como una confirmación de que deben verse a sí mismos como inferiores. Una imagen sana de uno mismo es aquella en la que nos vemos exactamente como Dios nos ve: ni mejores ni peores. Debemos vernos a nosotros mismos como "hechura Suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas" (Efesios 2:10, NBLA). Ya sean introvertidos o extrovertidos, los cristianos deben recordar que sus temperamentos son dones de Dios para ser usados para Su gloria (1 Corintios 10:31).

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