Pregunta
¿Está mal que un cristiano tenga como meta ser rico y famoso?
Respuesta
Ser rico y famoso no es pecaminoso. Sin embargo, hacer de eso una búsqueda primordial en la vida sí es pecaminoso. "Pero los que viven con la ambición de hacerse ricos caen en tentación y quedan atrapados por muchos deseos necios y dañinos que los hunden en la ruina y la destrucción" (1 Timoteo 6:9, NTV). "No te fatigues en adquirir riquezas" (Proverbios 23:4, NBLA).
El mundo nos quiere hacer creer que la única manera de hacerse rico y famoso es fijarse metas y esforzarse por alcanzarlas. La Biblia nos muestra una imagen diferente. Considera tres figuras bíblicas cuyos ejemplos hablan de este tema:
1. En primer lugar, Jesús. Cuando fue tentado por Satanás, rechazó intencionadamente las oportunidades de hacerse rico y famoso (Mateo 4:1-11). Jesús se dedicó a las tareas que Dios le encomendó (Juan 5:19). Nos vemos obligados a adoptar la actitud de Jesús, "el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a Sí mismo...se humilló Él mismo" (Filipenses 2:5-8, NBLA). ¿Cuál fue el resultado de la humillación de Jesús? "Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre" (versículo 9, NBLA).
2. José fue vendido como esclavo por sus hermanos. Como esclavo, no tenía ambiciones de ser rico y famoso. Solo hacía el trabajo que se le encomendaba. En la casa de Potifar, la fidelidad de José hizo que se le encomendara todo. Más tarde, en la cárcel, ayudó a sus compañeros de prisión, ganándose la confianza que finalmente le llevó a ser el responsable de todo Egipto, solo superado por el faraón. En resumen, José se centró en lo que Dios quería que hiciera y, como resultado, se convirtió en uno de los hombres más poderosos y famosos del mundo (ver Génesis 37-41).
3. No era rico, pero el apóstol Pablo fue quizás el cristiano más famoso que jamás haya existido. ¿Cómo se hizo mundial y eterna su fama? Simplemente, hizo lo que Dios le puso en la tierra para hacer: hacer discípulos. Ciertamente, tenía derecho a la fama mundana, describiendo algunos de sus logros en Filipenses 3:4-6. Sin embargo, ¿qué pensaba de estas actividades que habrían justificado la fama? "Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo" (versículo 7, NBLA). La ambición de Pablo nunca fue hacerse famoso o recibir los elogios de los hombres. Su ardiente ambición era hacer la obra de Dios y glorificar a Cristo. Ese era su supremo llamamiento.
En Mateo 6:10-20, Jesús nos enseña que no debemos acumular tesoros en la tierra, sino en el cielo. Luego dice: "no pueden servir a Dios y a las riquezas" (versículo 24, NBLA). Y "Pero busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas" (versículo 33, NBLA). Es decir, deja de intentar ser rico y famoso y, en su lugar, busca simplemente a Dios, viviendo Sus propósitos para tu vida. Si Dios quiere que las riquezas terrenales lleguen a ti, ellas llegarán.
Para aquellos cuya ambición es ser ricos, la Biblia tiene muchas advertencias. Jesús dijo que es difícil para los ricos entrar en el reino de los cielos (Mateo 19:24). La riqueza material tiene una forma de apartar nuestros ojos de lo que es importante y eterno. La parábola del rico insensato de Jesús en Lucas 12:16-21 enseña que es insensato acumular cosas terrenales y no pensar en las celestiales.
En cuanto a la búsqueda de la fama, la Biblia también advierte: "cualquiera que se engrandece, será humillado" (Mateo 23:12, NBLA). Pablo dice que "una persona con un corazón transformado busca la aprobación de Dios, no la de la gente" (Romanos 2:29, NTV). Santiago pregunta: "¿No saben ustedes que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios" (Santiago 4:4, NBLA).
Aquellos que son ricos y famosos a menudo luchan por obedecer mandamientos bíblicos básicos como estén "contentos con lo que tienen" (Hebreos 13:5, NBLA) y "No sean altivos en su pensar, sino condescendiendo con los humildes. No sean sabios en su propia opinión" (Romanos 12:16, NBLA) y "¡Oigan ahora, ricos! Lloren y aúllen por las miserias que vienen sobre ustedes" (Santiago 5:1, NBLA).
Para ser claros, no está mal tener riqueza. Es el amor al dinero lo que es raíz de todo tipo de males (1 Timoteo 6:10). Pero aquellos con riqueza deben entender de dónde viene la riqueza (Dios), el propósito de tenerla (para promover la obra de Dios) y su naturaleza transitoria (ver Proverbios 23:5).
Eclesiastés 2:24 (NBLA) dice: "No hay nada mejor para el hombre que comer y beber y decirse que su trabajo es bueno". Pero el mismo pasaje aclara el origen de nuestras bendiciones: "Yo he visto que también esto es de la mano de Dios. Porque ¿quién comerá y quién se alegrará sin Él?" (versículos 24-25, NBLA).
No debemos hacer de la fama y la fortuna una búsqueda primordial en la vida. Más bien, nuestro objetivo principal debe ser glorificar a Dios. Amamos a Jesús y le obedecemos (Juan 14:15). Seguimos a Jesús, lo que significa que nos negamos a nosotros mismos, tomamos nuestra cruz y lo seguimos a dondequiera que Él nos lleve (Marcos 8:34). Jesús bendice a los mansos (Mateo 5:5); ser rico y famoso no suele ser Su plan para Sus hijos en este mundo.
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¿Está mal que un cristiano tenga como meta ser rico y famoso?