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Pregunta

¿Qué significa que Dios es un Dios de orden?

Respuesta


La enseñanza bíblica de que Dios es un Dios de orden es indirecta: entendemos que Dios es un Dios de orden, negando la idea de que se le relaciona con el desorden: "pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz" (1 Corintios 14:33). Este versículo forma parte de una reprimenda a la iglesia de Corinto. Sus celebraciones de adoración eran descontroladas, caóticas e incluso ofensivas para los incrédulos que las visitaban (1 Cor 14:23). El libro de 1 Corintios es, en parte, una carta que describe la conducta adecuada en la adoración a Dios. Pablo fundamenta el mandato de orden en los servicios de la iglesia en el hecho de que Dios mismo es un Dios de orden, no de caos.

El orden conlleva una organización clara y lógica de los objetos, las tareas o las personas. Cuando una habitación está en orden, se ha arreglado y todo está en su sitio. El universo de Dios es ordenado. Creó todo en una secuencia ordenada en un lapso de seis días que puso en movimiento el mundo tal como lo conocemos (Génesis 1:31; Éxodo 20:11; 31:17). Creó el sol, la luna y las estrellas para regular el tiempo y las estaciones (Génesis 1:14-18; Salmo 104:19), y los cuerpos celestes funcionan con una previsibilidad precisa.

Los cuerpos vivos son otro ejemplo del orden de Dios. El corazón bombea sangre a través de órganos diseñados para recibirla. El cerebro dispara miles de mensajes por segundo para regular el dolor, la temperatura, la respiración y el pensamiento. Y un millón de otras reacciones químicas y físicas tienen lugar simultáneamente dentro del cuerpo. Si uno de los factores fallara, el organismo no podría vivir, defenderse ni prosperar. Cuanto más descubre la ciencia sobre la creación, más aprendemos sobre el orden milagroso de Dios.

Dios es un Dios de orden dentro de Su propia Persona. Aunque ningún ser humano puede comprender plenamente la triunidad del Señor Dios Todopoderoso, vemos orden en las tres Personas de la Trinidad. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son Personas distintas, pero funcionan en completa armonía (Mateo 28:19; Juan 14:26; 15:26). En Dios mismo hay plenitud. Él no necesita nada. Él es amor completo, gozo completo, justicia completa y misericordia completa. No existe división, ni conflicto, ni competencia, ni necesidad de cambio dentro de la Divinidad (Malaquías 3:6; Números 23:19). Nuestro Dios es en Sí mismo un Dios de pleno orden.

La creación del tiempo por parte de Dios es otro indicio de Su orden. Dios existe fuera del tiempo tal como lo conocemos, pero creó el tiempo como una forma de que la Tierra marcara los cambios. El tiempo es ordenado, secuencial y no varía en función de nada que la humanidad pueda controlar. El tiempo nos mantiene ordenados. Ricos o pobres, jóvenes o viejos, todos tenemos el mismo número de horas al día. El sol saldrá y se pondrá según lo previsto, independientemente de lo que ocurra en la Tierra. Como Dios es un Dios de orden, lo mantiene todo en movimiento tal como Él lo diseñó. Es Su mano ordenada la que mantiene el mundo en su sitio (Hebreos 1:3; Colosenses 1:17).

Como Dios es un Dios de orden, trata con nosotros de forma ordenada. Envió a Su Hijo, Jesucristo, al mundo en el momento justo (Gálatas 4:4). Precedió la llegada de Jesús con casi 1.500 años de un modelo de sacrificios diseñado para enseñar al pueblo la santidad y el arrepentimiento (Levítico 4:35). A través de la nación hebrea, dio Su ley y nos mostró lo que se requería para acercarse a un Dios santo (Éxodo 19:12; Levítico 17:11). Para cuando vino Jesús, el pueblo judío estaba bien instruido en el sistema de sacrificios y comprendía su necesidad de un Mesías que les reconciliara con Dios (Zacarías 9:9; Hebreos 9:22-23). Dios no lanzó al mundo la idea de un Salvador. Pasó siglos preparando pacientemente al mundo de forma ordenada (Marcos 14:49; Juan 3:16-18; 5:39).

Puesto que Dios es un Dios de orden, nosotros también deberíamos serlo. Fuimos creados para pensar de forma ordenada, razonar, juzgar y considerar todos los aspectos de un asunto. Dios nos invita a "venir, y estar a cuenta" (Isaías 1:18). Dios disfruta de nuestra comunión con Él, de nuestras preguntas, de nuestro estudio de Su Palabra y de nuestra disposición a dejar que ponga orden en nuestros pensamientos caóticos. Cuanto más nos parezcamos a Él, más ordenadas serán nuestras vidas, porque Él es un Dios de orden.

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