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Pregunta

¿Qué significa que Dios te fortalecerá (Isaías 41:10)?

Respuesta


En Isaías 41:1-12, encontramos un breve resumen del plan de redención de Dios para el remanente exiliado de Israel, un plan que se desarrolla en capítulos posteriores. Con palabras de consuelo y seguridad, Dios promete traer de vuelta a su patria a Su escogida "descendencia de Abraham": "te escogí, y no te deseché. No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia" (Isaías 41:9-10).

Motivado por un amor perdurable hacia Su pueblo, Dios anima a Israel a confiar en Él para el futuro. A pesar de su rebelión en el pasado, el Señor no abandonó a Israel. A lo largo de cada giro de la larga historia de Israel -desde la esclavitud en Egipto, el peregrinaje por el desierto, la conquista en Canaán, hasta el cautiverio en Babilonia- Dios quería que Su pueblo comprendiera que Él siempre había estado y seguía estando "contigo". Él seguía siendo "tu Dios" que "te esfuerzo y te ayudaré".

La promesa de Dios, "Yo soy el que te esfuerzo", está llena de más significado del que parece a simple vista. En el hebreo original, el verbo traducido "esforzar" implica hacer a alguien cada vez más fuerte; significa "crecer y desarrollarse; prevalecer; tener o mostrar valor; agarrar, asir y mantener". Dios era consciente de las debilidades de Su pueblo; utilizó todo lo que había en su experiencia personal y en su camino de fe para desarrollar en ellos fortaleza y valor. El Señor estaba con ellos; se había apoderado de ellos y nunca los soltaría.

La Escritura describe la presencia fortalecedora de Dios como una mano fuerte que guía: "Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra" (Salmo 139:8-10; ver también Salmo 63:8; 73:23). La "diestra" de Dios simboliza Su poder y Su fuerza.

La presencia del Señor con nosotros, junto con nuestra confianza en Él, nos da fuerza: "Él da poder a los indefensos y fortaleza a los débiles. Hasta los jóvenes se debilitan y se cansan, y los hombres jóvenes caen exhaustos. En cambio, los que confían en el Señor encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán" (Isaías 40:29-31, NTV). Debido a su estrecha relación con el Señor, el salmista Asaf pudo decir: "Puede fallarme la salud y debilitarse mi espíritu, pero Dios sigue siendo la fuerza de mi corazón; él es mío para siempre" (Salmo 73:26, NTV).

Ese mismo poder sobrecogedor que Dios demostró a lo largo de la historia de Israel sigue estando a nuestra disposición hoy en día a través de una relación con Jesucristo (Filipenses 4:13). Si hemos nacido del Espíritu de Dios, Jesús es nuestra fuente de fortaleza para superar las pruebas y tentaciones de esta vida (Juan 16:33; 1 Juan 5:4). Por medio de Él, somos "más que vencedores" (Romanos 8:37). Cuando somos débiles, Él es fuerte en nosotros (2 Corintios 12:9-10).

El apóstol Pablo testificó que fue solo la fortaleza de Dios la que le permitió predicar el Evangelio: "Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial" (2 Timoteo 4,17-18; ver también 1 Timoteo 1,12). Pablo confiaba en Dios -que estaba a su lado- para que le diera fuerzas y lo librara sano y salvo de toda experiencia hostil hasta que llegara a su hogar celestial.

De la misma manera que Dios utilizó las experiencias personales de dificultad y adversidad de Israel para fortalecerlos, hoy utiliza nuestro sufrimiento. Pedro escribió: "En su bondad, Dios los llamó a ustedes a que participen de su gloria eterna por medio de Cristo Jesús. Entonces, después de que hayan sufrido un poco de tiempo, él los restaurará, los sostendrá, los fortalecerá y los afirmará sobre un fundamento sólido" (1 Pedro 5:10, NTV). Santiago también enseñó que nuestro sufrimiento produce carácter y fortaleza (Santiago 1:3-4).

Algunos días, los creyentes pueden sentirse como Israel en el cautiverio: abandonados, rechazados, desanimados, solos y temerosos. Si hoy necesitas la fortaleza de Dios, recuerda Su reconfortante seguridad: "No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia".

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