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Pregunta

¿Qué significa que el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad (Romanos 8:26)?

Respuesta


En Romanos 8:18-27, el apóstol Pablo anima a los creyentes a soportar los problemas, el sufrimiento y la persecución en esta vida presente, aferrándose a la esperanza viva de nuestra futura redención y "la gloria de los hijos de Dios" (versículo 21, NTV). Mientras esperamos con impaciencia ese día futuro en el que "Dios nos dé todos nuestros derechos como sus hijos adoptivos" (versículo 23, NTV), Pablo quiere que recordemos que no estamos solos. Dios se preocupa por nuestras pruebas aquí en la tierra. Nos ha dado el Espíritu Santo para que comparta la carga y nos ayude a llevarla: "Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras" (versículo 26, NTV).

En Romanos 8:26, Pablo utiliza el sustantivo griego astheneia, traducido como "debilidad", para referirse a nuestra limitada capacidad como seres humanos y a nuestra susceptibilidad al pecado y a la muerte. En lugar de condenarnos por nuestra fragilidad, el Espíritu Santo nos acompaña en nuestra debilidad, proporcionándonos fuerza, guía y Su presencia reconfortante. Una forma en que el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad es a través de la oración, cuando no sabemos por lo que Dios quiere que oremos.

Si has sido cristiano durante algún tiempo, probablemente hayas luchado con la oración. Especialmente en tiempos de sufrimiento, es fácil que nos invadan la duda y la confusión sobre la voluntad y los propósitos de Dios. A veces, no sabemos si orar pidiendo la sanidad, la liberación de una aflicción o la gracia para resistir. En esos momentos, podemos dejar que el Espíritu interceda por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. El Espíritu puede dirigirnos a Escrituras concretas o llevarnos a orar de una manera que se ajuste a la voluntad de Dios.

En el caso del "aguijón en la carne" de Pablo, el apóstol suplicó tres veces al Señor que le quitara algo con lo que estaba luchando físicamente. Pero Dios le respondió a Pablo: "Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad" (2 Corintios 12:9). En este caso, el Espíritu Santo no eliminó la debilidad de Pablo, sino que le dio poder para soportarla y encontrar fortaleza a través de ella. Este es un ejemplo de cómo el Espíritu puede obrar en nuestras vidas, incluso en medio de desafíos físicos o emocionales.

Qué alivio saber que la eficacia de nuestras oraciones no depende de nosotros. Incluso cuando no sabemos lo que necesitamos, "el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos" (Romanos 8:27). Cuando oramos en el Espíritu, el Espíritu Santo nos defiende, interviniendo ante el Padre en nuestro favor (Efesios 6:18).

Como creyentes, no debemos avergonzarnos de la debilidad (2 Corintios 11:30). Cuando nos sentimos impotentes y vulnerables, tenemos la oportunidad de depender de Dios y dejar que Su fuerza se haga evidente en nuestras vidas (Isaías 40:29-31). Por esta razón, Pablo dijo: "Es por esto que me deleito en mis debilidades, y en los insultos, en privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo. Pues, cuando soy débil, entonces soy fuerte" (2 Corintios 12:10, NTV; véase también 1 Corintios 1:27-29).

Antes de partir de esta tierra, Jesús prometió enviar al Espíritu Santo como abogado y maestro para que estuviera con nosotros para siempre y diera testimonio de la verdad (Juan 14:16, 26; 15:26; 16:7). El Padre sabía que, en nuestra impotencia y capacidad limitada como humanos caídos, necesitaríamos depender totalmente del Señor y de Su Espíritu para soportar las dificultades de esta vida. Mediante la fe, la confianza y la dependencia del Espíritu, recibimos la fuerza de Dios para ayudarnos en nuestra debilidad.

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