Pregunta
¿Quién fue Jerjes en la Biblia?
Respuesta
El nombre Jerjes no aparece en el texto hebreo de las Escrituras. En el texto hebreo, el nombre del rey es Asuero. Nada se sabe de un rey llamado Asuero de fuentes seculares, y los nombres de todos los reyes persas de este período de tiempo se conocen. La mayoría de los comentaristas equiparan al rey de Ester con Jerjes I (485-465 a.C.), hijo de Darío I, el cuarto emperador del Imperio Aqueménida, de ahí la traducción en algunas versiones modernas. (Hay algunas pruebas que demuestran que el nombre hebreo Asuero puede derivarse fácilmente del nombre persa). La Septuaginta (traducción griega del Antiguo Testamento) utiliza el nombre Artajerjes, lo que complica aún más la cuestión, ya que hubo dos gobernantes persas con ese nombre: Artajerjes I (465-424 a.C.) y Artajerjes II (404-359 a.C.).
Los detalles sobre la vida de Jerjes que se encuentran en el libro de Ester no están corroborados por ninguna fuente secular. Aunque hay muchos detractores que simplemente consideran que Ester es ficción, para quienes aceptan la historicidad del libro de Ester, Jerjes I es el candidato más probable para desempeñar el papel de Asuero. Lo que sabemos del carácter de Jerjes I encaja con lo que vemos en el libro de Ester. Jerjes tenía un palacio de verano en Susa. Era conocido por su afición a la bebida, los banquetes opulentos, su mal genio y su apetito sexual. Ester menciona un complot frustrado contra su vida, y sabemos por la historia secular que, más tarde, en 465, Jerjes fue asesinado por el jefe de su escolta.
Lo más probable es que el episodio de la vida de Jerjes relacionado con Ester tuviera lugar tras la desastrosa invasión de Grecia por Jerjes en el 480 a.C.. Las fuerzas de Jerjes pagaron un alto precio en el paso de las Termópilas a manos de los legendarios 300 espartanos y fueron derrotados en Salamina. De vuelta a casa, Jerjes se dedicó a los asuntos de su país.
El rey Asuero (Jerjes) desempeña un papel destacado en el libro de Ester. En el capítulo 1 da un gran banquete a sus nobles y, después de varios días de comer y beber, ordena que la reina Vasti aparezca en el banquete para que los hombres allí presentes puedan ver su gran belleza. Vasti se niega a asistir, así que el rey la destituye.
En Ester 2, Jerjes empieza a arrepentirse de su decisión de destituir a la reina y decide buscar una nueva reina. La reina de Persia no era simplemente la esposa del rey. El cargo de reina era honorífico y político. El rey era polígamo y tenía muchas esposas y concubinas en su harén, pero la reina era una esposa especial que ocupaba una posición privilegiada. Se hace un llamado en todo el reino para que todas las vírgenes hermosas se reúnan en el harén para que el rey pueda elegir una nueva reina de entre ellas. Como miembro del harén, una mujer sería técnicamente propiedad del rey: esposa o concubina. Cada una de las mujeres pasaba una noche con el rey. Tras pasar la noche juntas, cada mujer era trasladada al "otro lado" del harén y no volvía a ver al rey, a menos que éste la llamara. Cuando encontraba a la "adecuada", Jerjes la nombraba reina, aunque no sería su esposa exclusiva ni su compañera sexual. Una mujer a la que Jerjes no volviera a llamar viviría su vida en el harén como una prisionera mimada, sin posibilidad de un matrimonio real o una familia propia.
Una judía llamada Ester, criada por su primo Mardoqueo, fue una de las mujeres convocadas por Jerjes. Finalmente, fue nombrada reina, pero mantuvo en secreto su nacionalidad. Mardoqueo está preocupado por Ester y merodea día tras día cerca de los aposentos del harén para ver cómo se encuentra. Al hacerlo, escucha un complot para matar al rey. Se lo cuenta a Ester, que a su vez se lo cuenta al rey, y el complot queda frustrado.
En Ester 3, uno de los principales consejeros de Jerjes, Amán, se enfada porque Mardoqueo no se inclina ante él, así que trama un complot para matar no sólo a Mardoqueo, sino a todos los judíos. Amán convence al rey Jerjes para que autorice el exterminio; sin embargo, parece que el rey no conoce la identidad de las personas que Amán planea exterminar, sólo sabe que son enemigos del Estado. Confía en que Amán se ocupe de los detalles. En el capítulo 4, Mardoqueo informa a Ester del peligro que corren los judíos y la convence para que interceda ante el rey. El problema al que se enfrenta Ester es que Jerjes no la ha llamado desde hace tiempo y, si se acerca a él sin ser convocada, corre el riesgo de morir. En ese momento, ni el rey ni Amán conocen la nacionalidad de Ester ni su relación con Mardoqueo. Mardoqueo anima a Ester a correr el riesgo, diciéndole que tal vez ha sido nombrada reina "para esta hora" (Ester 4:14).
En Ester 5, la reina se acerca a Jerjes y éste le extiende su cetro, dando a entender que la acoge en su presencia. Sin embargo, en lugar de explicar su situación, Ester invita al rey y a Amán a un banquete privado. En el banquete, Ester vuelve a aplazar el tema y pide al rey y a Amán que acudan a otro banquete al día siguiente, a lo que acceden. Amán está tan contento y envalentonado por la atención especial que recibe de la reina, que decide ahorcar a Mardoqueo antes de la matanza general de los judíos.
En Ester 6, el rey no puede dormir y hace que le lean los archivos reales. Cuando se relata el complot frustrado contra su vida, Jerjes pregunta si Mardoqueo había sido honrado alguna vez por salvarlo. Cuando descubre que Mardoqueo nunca ha sido recompensado, Jerjes decide subsanar el error. En ese momento entra Amán, y el rey le pregunta: "¿Qué se debe hacer con el hombre a quien el rey se complace en honrar?". (Ester 6:5). Amán cree que el rey se refiere a él, así que propone una fastuosa exhibición pública: "Para el varón cuya honra desea el rey, traigan el vestido real de que el rey se viste, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que está puesta en su cabeza; y den el vestido y el caballo en mano de alguno de los príncipes más nobles del rey, y vistan a aquel varón cuya honra desea el rey, y llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey. Entonces el rey dijo a Amán: Date prisa, toma el vestido y el caballo, como tú has dicho, y hazlo así con el judío Mardoqueo, que se sienta a la puerta real; no omitas nada de todo lo que has dicho" (versículos 7-9). Así, en lo que algunos llamarían un extraño "giro del destino", Amán tiene que honrar públicamente a Mardoqueo. Después de su humillación, Amán se apresura a prepararse para el banquete con Ester y el rey, mientras la familia de Amán se lamenta de que ciertamente el destino está ahora en su contra.
En Ester 7, en el segundo banquete, Jerjes le pregunta a Ester: "¿Cuál es tu petición, reina Ester, y te será concedida? ¿Cuál es tu demanda? Aunque sea la mitad del reino, te será otorgada" (Ester 7:2). Ester suplica por su vida y la de su pueblo. El rey se enfurece y pregunta quién se atrevería a tramar algo así. Ester responde: "El enemigo y adversario es este malvado Amán". (versículo 6). El rey sale corriendo de la habitación, furioso, y Amán se arroja sobre el lecho en el que está reclinada Ester para suplicar por su vida. En ese momento, el rey regresa y malinterpreta las acciones de Amán: "¿Querrás también violar a la reina en mi propia casa?" (versículo 8). Se llevan a Amán y lo cuelgan en la misma horca que había preparado para Mardoqueo.
En Ester 8, se le entrega la casa de Amán a Ester y su puesto en la corte a Mardoqueo. Aunque Amán está fuera de escena, el complot para matar a todos los judíos sigue en marcha. Al parecer, el edicto del rey pedía a los ciudadanos de Persia que mataran a los judíos en un día determinado y confiscaran sus bienes. El edicto, que no podía anularse, se modifica para permitir a los judíos defenderse, y en el capítulo 9 son capaces de resistir el ataque, y muchos de sus enemigos son asesinados.
En el libro de Ester no se menciona a Dios, pero Su ausencia es notoria. En Ester no vemos ningún milagro ni intervención divina. Sin embargo, vemos la abundancia de la providencia, que es el control y la provisión de Dios a través de medios "naturales". Está claro que el escritor del libro pretende que veamos la mano invisible de Dios detrás de cada detalle y giro irónico del "destino". Aunque Jerjes es el rey, en última instancia no está al mando. El rey de Persia es poco más que un actor secundario en el drama global de Dios. La historia de Jerjes es un excelente ejemplo de Proverbios 21:1 (NBLA): "Como canales de agua es el corazón del rey en la mano del Señor; Él lo dirige donde le place".
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