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Pregunta

¿Qué significa que Jesús es la propiciación por nuestros pecados (1 Juan 4:10)?

Respuesta


Al enseñar la naturaleza del amor de Dios (1 Juan 4:7-12), el apóstol Juan explica que el amor divino de Dios constituye la base del amor cristiano. El amor del creyente es único en el sentido de que su fuente es Dios mismo (versículo 7). Si no amamos a los demás, no conocemos a Dios (versículo 8). El amor, pues, es una prueba de fuego de nuestra fe. Y como el verdadero amor se expresa con hechos, Juan afirma: "En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a Su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de Él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a Su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 4:9-10, NBLA).

La última demostración del amor de Dios por nosotros es ésta: Envió a Jesús como propiciación por nuestros pecados. Anteriormente, Juan afirmó: "Él mismo [Jesús] es la propiciación por nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero" (1 Juan 2:2, NBLA).

Propiciación es una palabra que oímos poco hoy en día. Para comprender mejor su significado, debemos mirar al pasado. Muchas religiones antiguas, y algunas todavía hoy, incluyen el concepto de apaciguar a un Dios o dioses enfadados. Los politeístas, sobre todo, creían que sus deidades eran seres volátiles e impredecibles que, si se enfadaban, infligían castigos. Para escapar a su ira, los adoradores ofrecían sacrificios a sus dioses para aplacar su cólera. Esta práctica se conocía como "propiciación".

La Biblia aplica este mismo término con un ligero matiz. Dios no es temperamental e impredecible; es inmutable, no cambia (Malaquías 3:6; Números 23:19; Hebreos 13:8; Santiago 1:17). También es justo y recto (Salmo 7:11; Romanos 1:18). En cuanto al pecado humano, Dios se enfada y exige un sacrificio (Levítico 16:30; 19:22; Isaías 59:2; Efesios 2:1-3). Pero la ira de Dios contra el pecado no es una emoción irracional y fuera de control como la ira humana. Por el contrario, es la oposición firmemente establecida de Su carácter santo y naturaleza divina hacia el pecado y todo lo que es malo.

El pecado nos separa de Dios (Isaías 59:2; Efesios 2:12). La pena por el pecado es la muerte (Romanos 5:12; 6:23; 1 Corintios 15:56). Dios instituyó el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento como medio para expiar (o pagar la pena por) el pecado. Este sistema era de propiciación, pero solo era temporal y apuntaba hacia una solución mejor al problema del pecado (Hebreos 8:6).

Una comprensión más completa de la expiación del pecado sale a la luz en el Nuevo Testamento, donde la palabra propiciación se centra en la muerte sacrificial de Jesús en la cruz. El sacrificio de Cristo tiene el poder de cancelar la pena por el pecado, apartar la ira de Dios hacia el pecado y evitar la ira de Dios de una vez por todas (Hebreos 10:10). Dios, en Su increíble e indescriptible amor por nosotros, dio el único sacrificio capaz de pagar el precio de nuestros pecados.

En muchos pasajes importantes del Nuevo Testamento aparecen formas del término griego hilasmos, traducido como "propiciación". El autor de Hebreos explica que Jesús tuvo que hacerse plenamente humano, "por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo" (Hebreos 2:17). En muchas traducciones recientes de la Biblia, la palabra propiciación puede traducirse como "expiación", "sacrificio por el pecado", "sacrificio de expiación" o "sacrificio expiatorio". En Romanos 3:25, el apóstol Pablo sostiene que Dios presentó a Jesús como una "propiciación por medio de la fe en su sangre", un "un sacrificio para obtener el perdón de pecados, el cual se recibe por la fe en su sangre" (NVI), o "el sacrificio por el pecado. Las personas son declaradas justas a los ojos de Dios cuando creen que Jesús sacrificó su vida al derramar su sangre" (NTV).

El asombroso amor de Dios es la motivación de la propiciación (Salmo 85:2-3; 103:8-12; Miqueas 7:18-19; Romanos 5:6-8; 2 Corintios 5:19). En lugar de que los adoradores intentaran apaciguar a un Dios airado, el Dios de toda misericordia y gracia nos presentó a un Salvador como el sacrificio expiatorio perfecto por nuestros pecados (Juan 3:16; Hebreos 9:11-14; 1 Pedro 1:18-19). La demostración de amor del Padre a través de Jesucristo es la propiciación por nuestros pecados, mediante la cual somos restaurados a una relación pacífica con Dios (Romanos 5:1, 10; Colosenses 1:19-20; Efesios 2:13-17).

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