Pregunta
¿Cómo deben reaccionar los cristianos cuando la gente usa el nombre de Dios como una mala palabra?
Respuesta
Es una clara violación del tercer mandamiento utilizar el nombre de Dios de forma vana y sin sentido (Éxodo 20:7). Es un pecado. Con eso en mente, el uso profano del nombre de Dios debe ser tratado como cualquier otro pecado. Usar el nombre de Dios como una mala palabra muestra un corazón que no tiene un temor apropiado de Dios, pero no es peor que otros pecados.
Es muy común hoy en día escuchar a la gente usar el nombre de Dios o de Jesús como un insulto en programas de televisión y películas. La reacción de un cristiano cuando eso ocurre puede ser tan sencilla como apagar el televisor o buscar algo diferente para ver. Otras situaciones, como cuando un compañero de trabajo dice malas palabras, requieren un enfoque diferente.
Primero, cuando un amigo o compañero de trabajo usa el nombre de Dios como una mala palabra, debemos entender la naturaleza del problema. La blasfemia no es la raíz del problema; es el síntoma de un problema más profundo del corazón. Si las personas conocen y temen a Dios, tendrán respeto por el nombre de Dios. La necesidad es la transformación espiritual en Cristo, y eso es lo que debemos señalar a la gente.
Cuando escuchamos a la gente usar el nombre de Dios en vano, debería ser una oportunidad para orar en silencio por ellos. Si tenemos la oportunidad, podemos explicarles cómo nos duele escuchar el nombre de nuestro Señor profanado. En nuestra conversación, no exigimos que la gente deje de decir groserías, pero sí pedimos, como un favor, que se abstengan.
Los creyentes deben cumplir una regla diferente de la que aplicamos a los no creyentes (ver 1 Corintios 5:12-13). No debemos esperar que los no cristianos vivan de acuerdo con las normas de Dios, y no debe sorprendernos que pequen. Tenemos la responsabilidad de ser luz en las tinieblas (Mateo 5:14). Esto no significa que cada vez que la gente diga "Dios mío", les digamos que son pecadores. Lo que sí significa es que buscamos oportunidades apropiadas para hablar con ellos sobre la condición de su corazón, su esclavitud al pecado y cómo Jesús puede salvarlos (ver 2 Timoteo 4:2).
Muchas veces, cuando las personas que nos rodean saben que somos cristianos, tendrán más cuidado al hablar. Algunos que normalmente usan el nombre de Dios como una mala palabra podrían incluso darse cuenta y disculparse cuando se les escapa una palabra. Este es un ejemplo de cómo los creyentes son sal en el mundo (ver Mateo 5:13), y puede llevar a conversaciones más profundas sobre las razones por las que no deben profanar el nombre de Dios o de Jesús.
Aquellos que son llamados por Dios y han nacido de nuevo por el poder de Cristo tienen un estándar diferente. Ellos tienen que saber que no deben usar el nombre de Dios como una mala palabra. Se espera de ellos que respeten las normas de Dios al hablar (Efesios 4:29). Sin embargo, incluso cuando los creyentes utilizan el nombre de Dios en vano, estamos llamados a reprender con un espíritu de mansedumbre, y debemos ser rápidos para perdonar (Lucas 17:3, Gálatas 6:1).
Cuando escuchamos a alguien usar el nombre de Dios como una mala palabra, nuestra respuesta debe estar arraigada en la mansedumbre y el temor, no en el orgullo. Alguien que controla mejor su boca podría pensar: "¡Ella está rompiendo una regla que yo nunca rompería!", o "Él debería ser más como yo y respetar el nombre de Dios". Tales respuestas se dirigen peligrosamente en la dirección del legalismo. Cuando pensamos que nuestra posición ante Dios se basa en nuestra capacidad para cumplir las normas, perdemos de vista la gracia. Todos estamos igualmente necesitados de la misericordia de Dios, y todos somos igualmente receptores de la gracia de Dios.
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