Pregunta
¿Quién era Raquel en la Biblia?
Respuesta
Raquel es un personaje importante en el Antiguo Testamento; era hija de Labán, hermana de Lea, esposa favorita de Jacob y madre de dos de los hijos de Jacob.
Raquel vivía en Harán, y allí es donde conoció a su primo Jacob. Jacob huía por su vida después de engañar a su hermano, Esaú, para quitarle su primogenitura (Génesis 27:1–29). A pedido de su madre, Jacob se dirigió hacia su tío Labán en Harán (versículo 43).
Cuando Jacob llegó a Harán, se encontró con unos pastores que abrevaban a sus ovejas en un pozo. Cuando preguntó por Labán, los hombres le respondieron: "he aquí Raquel su hija viene con las ovejas" (Génesis 29:6). Jacob hizo rodar la piedra del pozo y dio de beber a las ovejas de Labán en nombre de Raquel. Se presentó como sobrino de Labán, y Raquel corrió a avisar a su padre de la llegada de Jacob. Labán se alegró mucho de ver a Jacob y lo invitó a vivir con su familia.
Después de que Jacob viviera con Labán y trabajara para él durante un mes, Labán ofreció a Jacob darle algún tipo de pago por su trabajo. En el transcurso del mes, Jacob se había enamorado de la hermosa Raquel, eligiéndola por encima de su hermana mayor, Lea. Así que Jacob se ofreció a trabajar siete años para Labán con el fin de ganar la mano de Raquel en matrimonio (Génesis 29:17-18). Labán aceptó, y Jacob trabajó los siete años, porque "le parecieron como pocos días, porque la amaba [a Raquel]" (versículo 20).
Al cabo de los siete años, Jacob pidió a Labán que le diera a Raquel (Génesis 29:21). Labán organizó un banquete de bodas, pero, al caer la tarde, engañó a Jacob y en su lugar le dio a Lea (versículos 22-23). La Biblia no dice cómo Jacob no se dio cuenta de que estaba con Lea -quizá Jacob estaba borracho por el banquete-, pero se acostó con Lea esa noche y se sorprendió al ver que era ella, y no Raquel, quien estaba acostada a su lado por la mañana (versículo 25). Se enfrentó a Labán, y éste le dio una débil excusa: "No se hace así en nuestro lugar, que se dé la menor antes de la mayor" (versículo 26). Labán ofreció entregar también a Raquel a Jacob al final de la semana nupcial de Lea, con la condición de que Jacob trabajara para él otros siete años (versículo 27). Labán no quería renunciar a que Jacob trabajara para él básicamente gratis.
A pesar de lo injusto de la situación, Jacob aceptó la oferta de Labán debido a su amor por Raquel. Al final de la semana, Jacob tomó a Raquel como esposa, y luego comenzó a trabajar para Labán otros siete años para completar el trato. Jacob amaba mucho a Raquel, más de lo que amaba a Lea (Génesis 29:30). El Señor vio esto, y fue misericordioso con Lea, dándole cuatro hijos: Rubén, Simeón, Leví y Judá. Dios la bendijo aún más, aunque ella no lo sabía en ese momento: Jesús mismo vendría de la línea de su hijo Judá (Apocalipsis 5:5; ver también la genealogía de Jesús en Mateo 1).
Cuando Raquel vio cómo Lea había sido bendecida con hijos cuando ella misma era estéril, se puso celosa y le exigió a Jacob que le diera hijos. Como Jacob no tenía control sobre esto, se enfadó con Raquel (Génesis 30:2). Entonces Raquel le dio a Jacob como esposa a Bilha, su sierva. En aquella cultura, los hijos que Bilha tuviera pertenecerían legalmente a Raquel. Jacob tuvo dos hijos con Bilha, a los que Raquel llamó Dan y Neftalí. Lea, que para entonces ya no tenía hijos, imitó a Raquel y dio a su sierva, Zilpa, a Jacob como cuarta esposa. Zilpa dio a luz a dos varones, a los que Lea llamó Gad y Aser.
Sin embargo, la rivalidad entre Raquel y Lea no terminó aquí. Cuando el joven Rubén llevó un día unas mandrágoras a su madre, Lea, Raquel le pidió que se las diera (Génesis 30:14), creyendo que comer raíces de mandrágora le ayudaría a tener hijos. Ante la negativa de Lea, Raquel cambió las mandrágoras por una noche con Jacob (versículo 15). Lea entregó las mandrágoras a Raquel y esa noche se acostó con su marido; aquella noche se quedó embarazada y más tarde tuvo otro hijo, al que llamó Isacar. Más tarde daría a Jacob otro hijo, Zabulón, y una hija, Dina. A pesar de la actitud mezquina de Raquel, Dios tuvo compasión de ella y le permitió tener un hijo: José.
Al cabo de un tiempo, Jacob abandonó a Labán y se llevó a su familia a buscar un hogar propio en Canaán. Labán lo persiguió con una banda de hombres y lo acusó de haber robado los ídolos de su casa. Jacob, sin saber que Raquel había robado los ídolos, le dijo: "Aquel en cuyo poder hallares tus dioses, no viva; delante de nuestros hermanos reconoce lo que yo tenga tuyo, y llévatelo" (Génesis 31:32). La Biblia no explica por qué Raquel robó los ídolos de la familia. Tal vez tuviera un deseo nostálgico de llevarse consigo algunos objetos de la familia. Otra posibilidad es que los ídolos estuvieran hechos de materiales valiosos y Raquel los quisiera por su valor monetario. Tal vez Raquel creía en el poder de las imágenes. Puede que robara los ídolos por superstición, creyendo que eran como un amuleto de la buena suerte. Raquel evitó que descubrieran su robo, escondiéndolos en la silla de montar en la que estaba sentada. Cuando su padre fue a buscar los ídolos, ella le dijo: "No se enoje mi señor, porque no me puedo levantar delante de ti; pues estoy con la costumbre de las mujeres [menstruando]. Y él buscó, pero no halló los ídolos" (versículo 35).
Años más tarde, Raquel volvió a quedarse embarazada. El parto fue difícil y, poco después de nacer su hijo, Raquel murió. Antes de morir, lo llamó Benoni, que significaba "hijo de mi tristeza"; Jacob, sin embargo, cambió el nombre del niño por Benjamín, que significa "hijo de la mano derecha" (Génesis 35:18). Raquel fue enterrada cerca de Belén (conocida entonces como Efrata), y Jacob levantó Jacob un pilar sobre su sepultura (versículo 20). Más adelante se menciona a Raquel en un pasaje de lamento: "Así dice el Señor: "Se oye una voz en Ramá, lamento y llanto amargo. Raquel llora por sus hijos; rehúsa ser consolada, por sus hijos que ya no existen"" (Jeremías 31:15, NBLA). Ramá era una ciudad del territorio de Benjamín, hijo de Raquel. El profeta describe a Raquel llorando por la suerte de los exiliados hebreos. En el Nuevo Testamento, Mateo aplica las palabras de Jeremías al llanto en Belén cuando Herodes masacró a los niños después del nacimiento de Cristo (Mateo 2:17-18).
La historia de Raquel y Jacob es una de las grandes historias de amor de la Biblia. Jacob prefería a los hijos de ella, José y Benjamín, antes que a sus otros hijos. Amaba especialmente a José (Génesis 37:3), y, aunque su trato preferencial hacia José fue erróneo, finalmente condujo al traslado de los hebreos a Egipto. Todo esto formaba parte del plan de Dios para Su pueblo, a fin de prepararlo para la venida del Mesías prometido, Jesús.
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