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Pregunta

¿Cuál es el punto de vista Cristiano acerca del suicidio?

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Respuesta


El suicidio es una realidad trágica en nuestro mundo caído. Que las personas experimenten desesperación al punto de creer que la mejor opción es terminar con sus propias vidas es desgarrador. Perder a un ser querido por suicidio genera una serie de preguntas y un tipo especial de dolor. Pero la Biblia ofrece esperanza, tanto para aquellos que están considerando el suicidio como para aquellos que han sido afectados por el suicidio de otro.

Para aquellos que están desesperados, por favor reconozcan que el suicidio no es la mejor opción. En Cristo hay esperanza. También reconozcan que no están solos. De hecho, la Biblia habla de muchos que sintieron una profunda desesperación en la vida. Salomón, en su búsqueda de placer, llegó al punto en que aborreció la vida (Eclesiastés 2:17). Elías estaba temeroso y deprimido y anhelaba la muerte (1 Reyes 19:4). Jonás estaba tan enojado con Dios que deseaba morir (Jonás 4:8). Incluso el apóstol Pablo y sus compañeros misioneros en un momento fueron “abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, hasta perder aun la esperanza de vivir” (2 Corintios 1:8, RVA).

Pero Salomón aprendió a “temer a Dios y guardar sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés 12:13). Elías fue consolado por un ángel, se le permitió descansar y se le dio una nueva comisión. Jonás recibió amonestación y reprensión de Dios. Pablo aprendió que, aunque la presión que enfrentaba estaba más allá de su capacidad de soportar, el Señor puede soportar todas las cosas: “a fin de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos” (2 Corintios 1:9, NBLA).

Tú también puedes volverte a Dios. Pablo escribió: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación” (2 Corintios 1:3-5). Puedes experimentar ese mismo consuelo en Jesús. Si has confiado en Jesús como tu Salvador, eres un hijo de Dios, tienes el Espíritu Santo morando en ti (Efesios 1:3-14) y tienes acceso continuo a Dios en oración.

Refiriéndose a Jesús, Hebreos 4:15-16 anima: “Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna” (NBLA). Romanos 8:15-17 dice: “Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que han recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: «¡Abba, Padre!». El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con Él a fin de que también seamos glorificados con Él” (NBLA).

Aférrate a las promesas de Dios. Acude a Él en oración (el libro de los Salmos podría ser particularmente útil). Busca a hermanos y hermanas en Cristo para recibir ánimo. Los creyentes están llamados a animarse unos a otros y a llevar las cargas los unos de los otros (Efesios 4:32; Gálatas 6:2; 1 Tesalonicenses 5:14; Hebreos 10:24-25). Permíteles hacerlo.

En una nota más teológica, reconoce que Dios, como nuestro Creador, es el único que debe decidir cuándo y cómo debe morir una persona. Debemos decir con el salmista: “En tu mano están mis tiempos” (Salmo 31:15).

Dios es el dador de la vida. Él da, y Él quita (Job 1:21). Confía en Él con tus días. Recuérdate a ti mismo de Su carácter y Su autoridad. Otros creyentes son útiles para recordarnos la verdad; pídeles que te recuerden la verdad.

Mucho de lo anterior también se aplica a aquellos que están sufriendo la pérdida de un ser querido por suicidio. Aquellos que están de duelo pueden recordar que Dios es soberano y que los días de cada persona están en manos de Dios. Los afligidos pueden acudir a Dios con su dolor y sus preguntas (1 Pedro 5:6-7). Pueden invitar a otros creyentes a llorar con ellos (Romanos 12:15).

Para mayor claridad, debemos afirmar que el suicidio es un pecado contra Dios y contra los demás. Sin embargo, el suicidio no determina el destino eterno de una persona. Nuestro destino eterno descansa únicamente en la gracia de Dios. Aquellos que confían en Jesucristo son completamente perdonados de todo pecado y reciben vida eterna; aquellos que lo rechazan permanecen condenados (Juan 3:16-18, 36; Efesios 2:1-10).

Si estás considerando el suicidio, por favor busca ayuda ahora. En los EE. UU., llama al 988 y presiona 2 para asistencia en español. O ve a un hospital o llama al 911. O alerta a alguien en tu hogar, apartamento, lugar de trabajo o donde sea que estés. Haz lo que sea necesario para obtener ayuda.

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