Pregunta
¿Qué significa que son "Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia"?
Respuesta
Cuando Jesús inició Su famoso Sermón del Monte (Mateo 5:3-12), describió una serie de bendiciones concedidas a los verdaderos siervos de Dios, junto con las correspondientes recompensas que experimentarán en el reino de los cielos. Estas bendiciones, conocidas como las Bienaventuranzas, formaban parte del entrenamiento intensivo que Cristo impartía a Sus apóstoles escogidos. En la octava bienaventuranza, Jesús declaró: "Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos" (Mateo 5:10).
La palabra bienaventurado era un término familiar para el público del primer siglo de Jesús. Más que una felicidad pasajera que depende de las circunstancias del momento, la bienaventuranza de la que hablaba Jesús es un gozo profundo, duradero e inquebrantable, arraigado en la seguridad de la bendición de Dios, tanto en el presente como en el futuro. La vida en el reino de nuestro Señor es una vida de intenso gozo y bienestar interior que ninguna persona ni circunstancia puede arrebatar.
Las personas a las que Jesús califica de "bienaventuradas" representan una contracultura que exhibe valores que no suelen ser bien recibidos por la gente del mundo en general. Todas las Bienaventuranzas muestran la inversión de los valores del mundo por parte de Dios, pero quizá ninguna tan marcada como esta octava. ¿Cómo puede ser "bienaventurado" ser perseguido? La persecución nunca es agradable, sino que implica sufrimiento y, a menudo, dolor intenso. La clave es la calificación de Jesús de que la bendita persecución viene "por causa de la justicia".
Algunas personas sufren por hacer el mal, pero eso es castigo, no persecución. Y algunos son perseguidos por razones no relacionadas con la justicia. Sin embargo, Jesús no estaba ofreciendo una bendición general a todas las víctimas de persecución por cualquier causa. No, Él la ofreció solo a aquellos que fueron perseguidos por buscar activamente el reino de la justicia y a causa de su fe en Jesucristo (Mateo 5:11). Pedro lo expresó de esta manera: "Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios" (1 Pedro 2:20).
La rectitud significa algo más que "ser una buena persona". Se refiere a una orientación completa de la vida hacia Dios y Su voluntad. Este tipo de rectitud es muy visible: "Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mateo 5:14-16).
Soportar la persecución por causa de la justicia exige una fidelidad inflexible a Dios a pesar de cualquier amenaza y presión. Los profetas del Antiguo Testamento eran considerados héroes por enfrentarse a este tipo de abusos (Mateo 5:12; ver también 2 Crónicas 36:16; Hechos 7:51-53; Santiago 5:10). Tanto los profetas del Antiguo Testamento como los santos del Nuevo sirven a la misma causa (el avance del reino de Dios) y al mismo Rey (Jesucristo). Jesús prometió que ambos sufrirían malos tratos, pero ambos también recibirían recompensas inefables en el cielo.
En esta octava bienaventuranza, Jesús amplió la fórmula "bienaventurados sois" para añadir "gozaos y alegraos" (Mateo 5:11-12). En lugar de sentirse desanimados, consternados, enfurecidos o deprimidos, los creyentes que se ven perseguidos por vivir abiertamente para Cristo y Su reino tienen buenas razones para alegrarse y regocijarse, pues su recompensa en el cielo es grande. Nuestro Señor ofreció esta potente dosis de esperanza y aliento a aquellos cuya tenaz y brillante búsqueda de la justicia hace que los enemigos del reino de Dios traten de frustrarla y extinguirla.
Los verdaderos creyentes en Cristo son justos a los ojos de Dios (Romanos 3:21-22; 2 Corintios 5:21; Filipenses 1:11). Nuestra confesión de fe en Jesucristo y la forma moral en que vivimos nuestras vidas resultan ofensivas para el mundo, lo que da lugar a la persecución por causa de la justicia. Jesús se enfrentó a la persecución y fue odiado por el mundo, y lo mismo sucederá con todos aquellos que pertenecen a Cristo y viven audazmente para Él: "Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece" (Juan 15:19).
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