Pregunta
¿Qué significa que Dios borrará nuestras transgresiones?
Respuesta
Varios pasajes de la Escritura se refieren a la promesa de Dios de "borrar nuestras transgresiones". En Isaías 43:25 el Señor dice a su pueblo: “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.” En dos ocasiones en el Salmo 51, David ora al Señor para que “borre” su pecado (versículos 1 y 9).
La palabra hebrea traducida como “borrar” en el Salmo 51 significa “abolir, destruir, borrar o eliminar completamente”, de acuerdo con la Concordancia de Strong. En el versículo 1, la apelación a Dios para borrar el pecado se basa en la misericordia de Dios y en su “amor inagotable”. A esta solicitud le sigue una oración para que Dios “Lave mi maldad, y de mi pecado límpiame” (versículo 2). En el versículo 9, el borrado de los pecados por parte de Dios se vincula a la petición de David de "esconde tu rostro de mis pecados" y "crea en mí un corazón limpio" (versículos 9–10).
La imagen es que nuestro pecado se registra en un libro celestial. El contable es Dios y nuestros pecados se registran en una columna de débito en nuestra cuenta. Apocalipsis 20:12 presenta una imagen similar del terrible juicio del gran trono blanco, cuando "los muertos fueron juzgados por lo que habían hecho según lo que estaba escrito en los libros." El salmista, consciente de su pecado (Salmo 51:3), suplica a Dios que borre el registro de su pecado y cancele su deuda. Como pecador, su única esperanza es que Dios, en su misericordia, borre su iniquidad.
Como revela Isaías 43:25, Dios es el único que tiene la capacidad de borrar nuestra contaminación espiritual. Para alabanza de su gloria, es un Dios que perdona a sus hijos: “He borrado tus transgresiones como una nube, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí” (Isaías 44:22). Que Dios se niegue a borrar la transgresión es un juicio severo (ver Nehemías 4:5 y Jeremías 18:23).
Aunque nuestros pecados son muchos, Dios tiene misericordia. A aquellos que tienen fe en Jesucristo, su Hijo, Dios aplica la sangre de Cristo a nuestro pecado y cancela la deuda que tenemos con Él. Colosenses 2:13-14 explica cómo sucede esto: "Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz."
Otras traducciones de Colosenses 2:14 expresan la misma verdad de diferentes maneras:
"Borrando el acta de los decretos" .
"Dios ha cancelado las deudas" .
"Borró la deuda" .
"Borrando el acta de los decretos..." (BLB).
"Ha cancelado la acusación " .
El hecho es que, en Cristo, nuestro pecado ha sido borrado; no queda rastro de él.
En los tiempos antiguos, las personas escribían a mano escrituras, recibos y facturas con plumas de caña o de ave y tinta negra hecha de hollín, goma y agua. Cuando tenían un error de impresión en un documento (que no fueran las Escrituras), podrían optar por taparlo con tinta, reescribir la letra o la palabra correctamente y avanzar. El error tenía que ser corregido.
Esa es una imagen del "borrado" de nuestras transgresiones. Nuestro pecado debe ser corregido si queremos estar aptos para la presencia de Dios. La única sustancia que puede cubrir nuestro pecado es la sangre del propio Hijo de Dios. Bajo la Ley del Antiguo Testamento, Dios permitió la sustitución de toros, corderos y cabras (Números 29:11; Levíticos 6:25; 2 Crónicas 29:24). Cuando su sangre fue derramada, simbolizó lo que Dios tenía planeado hacer cuando envió a su Mesías para ser la propiciación final por el pecado (Romanos 3:25-26; 1 Juan 2:2; 4:10). Con la sangre de Jesús derramada, Dios borra la transgresión de cada persona que viene a Él en fe (Juan 3:16-18; Mateo 26:28). “Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, Engrandeció su misericordia sobre los que le temen. Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Salmo 103:11-12).
Aquellos que han tenido sus transgresiones borradas por la sangre de Jesús son perdonados y pasarán la eternidad en el cielo con Él. Sin Cristo, sin embargo, los pecados permanecen como una mancha oscura en el alma, y el destino de los que no han sido perdonados es la eternidad en el infierno (2 Pedro 2:4-10; Lucas 12:4-5). Ninguna cantidad de sinceridad, fervor religioso o buenas obras en el lado "crédito" de nuestros libros puede borrar nuestras transgresiones. Solo la sangre del inmaculado Cordero de Dios puede borrar nuestras transgresiones, borrar nuestros débitos y hacernos limpios ante Dios (Juan 1:29; Hebreos 9:13-14).
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