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Pregunta

¿Deberíamos confiar en nuestros sentimientos?

Respuesta


La Escritura nos instruye a poner nuestra confianza en Dios, no en nuestra propia sabiduría, nuestra propia fuerza, nuestras propias habilidades, o nuestros propios sentimientos. Los sentimientos o emociones son especialmente conocidos como focos de confianza equivocada. Lo que puede parecer bueno, en realidad puede ser malo.

La gente a menudo asocia los sentimientos con lo que fluye del corazón de una persona. La definición bíblica de un "corazón" abarca la mente de una persona, su voluntad o centro de su ser, donde se originan los pensamientos, emociones, deseos y sentimientos. ¿Qué dice la Biblia sobre la naturaleza del corazón humano? Jeremías 17:9 dice: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?". Después de que Adán desobedeció el mandamiento de Dios y el pecado entró en el mundo, cada parte de nuestro ser-incluyendo nuestro corazón-se contaminó con pecado (Romanos 5:12-14).

A lo largo de las Escrituras, vemos muchos ejemplos de las devastadoras consecuencias de actuar según los deseos carnales del corazón humano y confiar en nuestros sentimientos. Los ejemplos incluyen a Aarón haciendo un becerro de oro para que los israelitas lo adoren, lo que resultó en la muerte de casi 3.000 israelitas (Éxodo 32:1-28); el Rey David cometiendo adulterio con la esposa de Urías, Betsabé, lo que provocó el asesinato y la muerte de un bebé (2 Samuel 11:1-27; 12:1-19); y Judas Iscariote traicionando a Jesús a cambio de dinero, lo que provocó que Judas acabara suicidándose (Mateo 26:14-16; 26:47-50; 27:1-5).

Proverbios 3:5-6 da una instrucción explícita en la cuestión de confiar en nuestros sentimientos:

"Confía en el Señor con todo tu corazón,

Y no te apoyes en tu propio entendimiento.

Reconócelo en todos tus caminos,

Y Él enderezará tus sendas" (NBLA).

En otras palabras, debemos (1) poner toda nuestra confianza en Dios en lo más profundo de nuestro ser—esto incluye nuestros "sentimientos"; (2) evitar confiar en nuestro propio entendimiento imperfecto; y (3) buscar conocer a Dios en todos nuestros "caminos" para que el camino de nuestra vida sea "recto"—en lugar de ser torcido, el resultado de poner la confianza en los sentimientos de nuestros corazones engañosos.

Buscar a Dios con todo nuestro corazón trae bendición:

"Bienaventurados los que guardan sus testimonios,

Y con todo el corazón le buscan;

Pues no hacen iniquidad

Los que andan en sus caminos" (Salmos 119:2-3).

Buscar a Dios de todo corazón podría implicar sentimientos de paz, alegría y contentamiento; pero buscar a Dios de todo corazón también puede implicar sentimientos de angustia, desesperación y desagrado. La gente busca a Dios por diversas diferentes y en diversas circunstancias, y los sentimientos que experimentan no son una medida precisa de la validez de su búsqueda. Cualquiera que sea la emoción o el sentimiento presente, buscar a Dios implica escuchar diligentemente a Dios y hacer lo que Su Palabra dice, en lugar de "escuchar a tu corazón" y hacer lo que este dice.

Pero, ¿no son los sentimientos parte del ministerio del Espíritu Santo en nuestras vidas? Es cierto que ciertas obras del Espíritu Santo pueden involucrar un sentimiento; Él trae convicción de pecado, consuelo y poder para el servicio cristiano. Pero la Escritura no nos instruye a basar nuestra relación con el Espíritu Santo en cómo o qué sentimos. Y debemos discernir: ¿este sentimiento mío es un estímulo del Espíritu Santo, o es un impulso carnal que ejerce influencia en mi corazón?

Los sentimientos son cambiantes, pero la Palabra de Dios es constante. Los sentimientos, buenos y malos, van y vienen, pero la Palabra de Dios es eterna. Los sentimientos son a menudo el resultado de nuestros caídos corazones humanos, pero la Palabra de Dios es el resultado del Espíritu Santo. Debemos aprender cuándo decir "no" a nuestros sentimientos y poner nuestra completa confianza en Dios, quien suplirá todas las necesidades de Sus hijos "conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Filipenses 4:18).

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