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Pregunta

¿Está mal cuestionar la Biblia?

Respuesta


Las preguntas sinceras casi nunca son incorrectas, pero el tono y el momento pueden serlo. Dios aceptó preguntas sinceras de Sus siervos cuando surgieron del deseo de agradarle (Lucas 1:34-38; Jueces 6:12-18). Así que la respuesta a esta pregunta depende de lo que se entienda por "cuestionar la Biblia".

Si "cuestionar la Biblia" significa que cuando leemos algo que parece inverosímil o contradictorio empezamos a hacernos preguntas, entonces puede ser una respuesta saludable. Cuando abordamos la Biblia como la Palabra infalible de Dios, entregada a través de las manos de Sus siervos de confianza (2 Pedro 1:21), nos vemos presionados a luchar con esas preguntas por el deseo de conocer mejor a Dios. La naturaleza y los caminos de Dios van mucho más allá de la comprensión humana. La Biblia es la revelación que Dios nos hace de Sí mismo y de Sus interacciones con la humanidad. Pero un libro no puede contener todo lo que Él es. La Biblia sólo nos muestra lo que podemos comprender de Dios. Por eso, cuando los estudiosos de la Biblia llegan a pasajes o palabras que nos provocan preguntas, o bien perseveramos hasta tener la respuesta, o bien decimos finalmente: "Señor, esto no me parece correcto, pero Tú eres Dios. Yo no lo soy. Confío en que siempre haces lo correcto y, si no lo entiendo, es mi culpa, no la tuya". En ese sentido, "cuestionar la Biblia" no está mal. De hecho, nos ayuda a aprender y a crecer. Muchos cristianos han descubierto que, cuando dejan de exigir una respuesta, Dios se la revela.

Ahora bien, normalmente "cuestionar la Biblia" significa que creemos haber encontrado un error garrafal y, por ello, nos negamos a conceder a la Biblia el respeto que merece. Cuando cuestionar la Biblia nos lleva a juzgarla, es un error. Durante siglos, Satanás ha trabajado para desacreditar la exactitud, fiabilidad y autoridad de la Biblia. Utiliza las mismas tácticas que empleó con Eva en el Jardín del Edén al sisear: "¿Conque Dios les ha dicho...?" (Génesis 3:1, NBLA). Vemos este problema con más fuerza en estos días con el avance de la agenda LGBTQ. Existe una poderosa presión para declarar que la homosexualidad es justa, pero esto no puede hacerse con la Biblia en el lugar de autoridad que le corresponde. Así pues, los hombres inventan formas de eludir la clara prohibición divina de la actividad homosexual (Génesis 19:1-13; Levítico 18:22; 20:13; Romanos 1:26-27; 1 Corintios 6:9). Cuestionan la autoría de la Biblia, concretamente la del apóstol Pablo, alegando que la gente no comprendía la homosexualidad en aquella época. Afirman que las civilizaciones antiguas no estaban tan informadas ni eran tan cultas como nosotros hoy en día y, por tanto, las normas morales de la Biblia están desfasadas. Las iglesias y las confesiones se desmoronan bajo este ataque, porque, como los judíos en tiempos de Jesús, "amaban más el reconocimiento de los hombres que el reconocimiento de Dios" (Juan 12:43, NBLA).

Otro aspecto sobre el que la gente cuestiona la Biblia es su relevancia. Muchos cristianos profesantes declaran que creen que la Biblia es la Palabra de Dios, pero, aparte de algunos salmos reconfortantes, ya no es relevante para nuestra cultura. Algunos afirman leer y amar la Biblia, pero su estilo de vida indica otra cosa. "Ahora los tiempos son diferentes", dicen. "Dios entiende que el siglo XXI es más avanzado y algunos de esos mandamientos simplemente no se aplican a nosotros ahora". Es cierto que ciertas porciones selectas de las Escrituras eran sólo para los judíos durante una época concreta, pero Dios mismo no ha cambiado (Malaquías 3:6; Hebreos 13:8). Su ley moral no ha cambiado (Eclesiastés 3:14; Isaías 46:9-11). Dios juzgó a las naciones por los pecados que ahora defienden algunos cristianos profesos (Números 25:1-3; Deuteronomio 20:17-18; 1 Reyes 14:24). No es difícil para un estudiante sincero de la Biblia diferenciar entre las leyes ceremoniales que Dios dio a los israelitas y la ley moral que dio a todo el mundo (Génesis 9:5-6). Así pues, la Biblia es totalmente relevante para nosotros y para cualquier otra cultura y época.

Cuestionar la Biblia para aprender más y profundizar en su comprensión puede ser saludable. Sin embargo, cuestionar la Biblia desafiando a Dios es una rebelión que conduce a las tinieblas eternas (Apocalipsis 21:8). La Biblia es el libro de instrucciones de Dios para Sus creaciones humanas. Cuando rechazamos o cuestionamos su autoridad o relevancia, estamos cerrando la puerta a la única fuente segura de sabiduría (Santiago 1:5; Juan 17:17).

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