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Pregunta

¿A quién se refiere Filipenses 3:19 cuando dice: "cuyo dios es el vientre"?

Respuesta


Nuestros estómagos son insaciables. Pueden llenarse temporalmente, pero la realidad es que, no importa qué o cuánto comamos, seguro que volveremos a tener hambre. Para el creyente, Dios satisface el hambre espiritual, pero para la persona "cuyo dios es el vientre", la verdadera satisfacción nunca llegará.

En Filipenses 3:18-19, Pablo describe a "los enemigos de la cruz de Cristo" como aquellos "cuyo fin es perdición, cuyo dios es su apetito y cuya gloria está en su vergüenza, los cuales piensan solo en las cosas terrenales" (NBLA). Estas personas cuyo dios es su vientre buscan llenar sus propios apetitos con cosas terrenales y sin Dios. Se sirven a sí mismos y a sus deseos carnales, y su fin es la destrucción. En cambio, los creyentes son ciudadanos del cielo (versículo 20), andan en los caminos de Dios y confían en el único que puede satisfacer verdaderamente.

Los falsos maestros, cuyo dios es su vientre, viven según la carne y buscan la satisfacción física. Despreocupados por el crecimiento espiritual, se aprovechan de los creyentes para llenar sus propios estómagos. Se sacian a costa del pueblo de Dios. La abnegación no forma parte de su vocabulario.

Pablo insta a los creyentes a seguir su ejemplo (Filipenses 3:17), ya que él se ha comprometido a proseguir "a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (versículo 14). Los creyentes no deben dejarse engañar por falsos maestros (Efesios 5:6; Colosenses 2:8). Jesús advirtió a Sus seguidores que muchos vendrían en Su nombre para engañar (Mateo 24:5).

En vez de seguir y enseñar lo que Dios dice, los falsos maestros cuyo dios es su vientre creen y enseñan lo que desean, lo que su audiencia quiere oír o lo que gana popularidad. No son maestros equivocados con buenas intenciones; engañan voluntariamente a sus oyentes. Utilizan la piedad y la fe como medio de ganancia económica (1 Timoteo 6:5). Ellos "no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos" (Romanos 16:18).

Los enemigos de la cruz, cuyo dios es su vientre, se oponen a Dios y al sacrificio amoroso de Cristo. La cruz tiene una importancia suprema (Gálatas 6:14), y no hay neutralidad en la respuesta a la cruz. Con dolor, Pablo describe el destino de estos enemigos de la cruz. "Aun llorando", Pablo advierte que el fin de estas personas es la destrucción (Filipenses 3:18).

Los creyentes están llamados a una vida de abnegación para seguir a Cristo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará" (Marcos 8:34-35). Una persona cuyo dios es su vientre no vive para Cristo, sino para sí misma.

Los creyentes también están llamados a vivir para algo más que esta realidad temporal en la tierra. Los enemigos de la cruz "solo piensan en lo terrenal" (Filipenses 3:19). Aquellos cuyo dios es su vientre se centran solo en lo que está aquí y ahora y gratifica a la carne. Los creyentes están llamados a recordar que su ciudadanía está en el cielo (Filipenses 3:20). Nuestra identidad celestial cambia nuestra perspectiva ante las dificultades de la vida e influye en nuestra forma de vivir. La Palabra de Dios nos dice: "Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicaciónxo-antes-matrimonio.html">fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría" (Colosenses 3:5; cf. Romanos 8:13). Un día, "el Salvador, el Señor Jesucristo, . . .transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya" (Filipenses 3:20-21). El cuerpo del creyente, incluyendo el vientre, un día será transformado y apto para la gloria.

Lo que una persona cree se refleja en su manera de vivir. Como dijo Jesús: "por el fruto se conoce el árbol" (Mateo 12:33). A diferencia de aquellos cuyo dios es su vientre, un verdadero hijo de Dios muestra el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23). Los verdaderos creyentes ponen su mente en las cosas celestiales y viven para el Señor. Sus deseos y prioridades están en el lugar que les corresponde. Como ciudadanos del cielo, recordamos que solo Dios puede satisfacer plenamente. Conocemos al Único Dios Verdadero, y Él no es nuestro vientre.

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