Pregunta
¿Qué es el despertar espiritual?
Respuesta
Un despertar espiritual es, en términos generales, un nuevo descubrimiento de una realidad espiritual. Un despertar espiritual puede ser gradual o rápido y puede significar cosas diferentes para diferentes personas. Una búsqueda en Internet del término despertar espiritual lleva a sitios donde uno puede encontrar las "cinco etapas del despertar espiritual", "diez (o once) señales del despertar espiritual" y "ocho señales de que puedes estar experimentando un despertar espiritual". Estos signos y etapas pueden ser físicos, desde ganar o perder apetito, peso, sueño o energía, hasta la sensibilidad física a los teléfonos móviles. O los signos pueden ser emocionales: un corazón roto, cambios en las relaciones o episodios excesivos de dolor, miedo, ira o depresión. Muchas referencias seculares al despertar espiritual están en el contexto del misticismo y del pensamiento de la Nueva Era y deben ser abordadas con extrema precaución. Lo que el mundo llama "despertar espiritual" podría no ser más que una puerta abierta para contactar a espíritus demoníacos.
Bíblicamente, un despertar espiritual no es un despertar del sueño espiritual sino una resurrección de la muerte espiritual. Todas las personas nacen en pecado y están espiritualmente muertas. Efesios 2:1 dice que, antes de conocer a Cristo, estábamos muertos en transgresiones y pecados. Por el pecado de Adán, que heredamos, todos estamos separados de Dios, que es Vida (Romanos 5:12). No podemos experimentar, entender o relacionarnos con un Dios santo y perfecto en nuestro estado no regenerado, ni podemos entrar en Su reino. Nuestra necesidad de despertar espiritualmente es profunda: "En quienes el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios" (2 Corintios 4:4). Debemos ser despertados; debemos ser "despertados" espiritualmente, o, como Jesús lo puso, debemos ser "nacidos de nuevo" o "nacidos del Espíritu" (Juan 3:3-8).
El verdadero despertar espiritual, el nuevo nacimiento del que habló Jesús, ocurre no por algún proceso físico, mental o emocional, sino por el poder del Espíritu Santo. Aquel que es despertado por el Espíritu Santo es recreado en una persona completamente nueva (2 Corintios 5:17; Tito 3:5; 1 Pedro 1:3). Esa nueva creación se caracteriza por un nuevo corazón que quiere agradar y obedecer a Dios y vivir para Él (2 Corintios 5:9). Ha sido despertado a una nueva realidad, una que se centra en el Salvador que lo redimió, el Espíritu que lo despertó, y el reino de Dios al que ahora pertenece. Este es el verdadero despertar espiritual.
Juan 9 registra la historia del hombre nacido ciego, cuyo despertar espiritual llevó a un reconocimiento de quién es Jesús. El hombre recibió la vista espiritual acompañada de la vista física. El hombre habló del amanecer de una nueva luz en su vida en términos simples: "una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo" (Juan 9:25). Conocía la verdad del Salmo 36:9, "Porque contigo está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz"
El despertar espiritual del apóstol Pablo fue repentino y dramático, cuando Jesús lo encontró en el camino a Damasco y cambió su vida para siempre (Hechos 9). A partir de entonces, el deseo de Pablo era que todos los creyentes aumentaran en su conciencia espiritual: "alumbrando los ojos de vuestro entendimiento" (Efesios 1:18). La oración del salmista también era por ojos espiritualmente abiertos: "Abre mis ojos, y miraré Las maravillas de tu ley" (Salmo 119:18). Nuestro despertar espiritual comienza cuando Jesús arroja su luz sobre nosotros: "El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; Y a los asentados en región de sombra de muerte, Luz les resplandeció" (Mateo 4:16).
La respuesta adecuada a la Luz del Mundo debería ser tan natural como levantarse por la mañana: "Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti" (Isaías 60:1). Cuando el Espíritu Santo nos despierta a la verdad de Cristo e mora en nosotros por gracia a través de la fe, podemos verdaderamente cantar con John Newton:
Sublime gracia del Señor
Que a un infeliz salvó
Fui ciego mas hoy veo yo
Perdido y Él me halló
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