Pregunta
¿Cuál es la diferencia entre diezmos y ofrendas?
Respuesta
Al tratar de distinguir entre diezmos y ofrendas, es importante comprender primero el concepto de diezmo. Los cristianos de hoy suelen pensar que lo que dan a su iglesia local es un diezmo, cuando en realidad es una ofrenda. El diezmo cristiano es una denominación errónea, porque los cristianos no tienen obligación de cumplir el mandamiento de diezmar que se dio a los israelitas como parte de la Ley mosaica. El diezmo era un requisito de la Ley por el que todos los israelitas debían dar el 10% de todo lo que ganaban y cultivaban al tabernáculo/templo (Levítico 27:30; Números 18:26; Deuteronomio 14:24; 2 Crónicas 31:5). El Nuevo Testamento no ordena en ninguna parte, ni siquiera recomienda, que los cristianos se sometan a un sistema de diezmo legalista. Pablo afirma que los creyentes deben apartar una parte de sus ingresos como ofrenda, pero esto no es un diezmo (1 Corintios 16:1-2).
Dios esperaba que los israelitas le honraran dando las primicias de lo que les daba. Levítico 27:30 (NBLA) dice: "Así pues, todo el diezmo de la tierra, de la semilla de la tierra o del fruto del árbol, es del Señor; es cosa consagrada al Señor". Dar el diezmo del 10% era un mandamiento de los israelitas y, por tanto, una obligación. Cuando Cristo murió en la cruz, cumplió los requisitos de la Ley e hizo obsoleto el diezmo obligatorio del 10 por ciento. Seguir insistiendo en que sigue vigente es anular, al menos en parte, el sacrificio de Cristo y volver a la idea de la justificación por las obras y el cumplimiento de la Ley. La ofrenda de las primicias encontró su cumplimiento en Jesús. "Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho" (1 Corintios 15:20).
Una ofrenda es lo que los cristianos dan libremente para la obra del Señor, la iglesia local y/o los ministerios y misiones. Pero las ofrendas son mucho más que el simple cheque que extendemos el domingo. Debemos ofrecer a Dios mucho más que nuestros recursos monetarios. Romanos 12:1 nos exhorta a ofrecer nuestros cuerpos como "sacrificio vivo, santo, agradable a Dios" como parte de nuestro culto. Romanos 6:13 nos da la razón para ofrecernos: porque somos "como vivos de entre los muertos" y, como tales, debemos ofrecer nuestros "miembros a Dios como instrumentos de justicia". A Dios no le interesan tanto nuestras ofrendas monetarias como nuestra sumisión y obediencia. La verdad es que Él no necesita nuestros recursos para llevar a cabo Sus planes y propósitos. Después de todo, Él posee el ganado de mil collados (Salmo 50:10) y no necesita nada de nosotros. Lo que Él desea, sin embargo, y lo que valora, es el corazón que rebosa gratitud y acción de gracias al Dios que nos salvó y que nos da todas las cosas, conociendo nuestras necesidades incluso antes de que pidamos (Mateo 6:8). Un corazón así da generosa, voluntaria y alegremente en respuesta al amor y la gracia que abundan en Cristo (2 Corintios 9:6-8).
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