Pregunta
¿Cuál es la diferencia entre milagros y magia?
Respuesta
La magia y los milagros podrían significar lo mismo para algunas personas, pero en realidad existe una gran diferencia entre los dos términos. Es correcto decir que Jesús realizó milagros, pero sería incorrecto atribuir sus obras a la magia. Básicamente, la magia y los milagros difieren en su origen: la magia tiene una fuente humana o demoníaca, pero los milagros son un trabajo sobrenatural de Dios.
Hay dos tipos diferentes de “magia” y es bueno distinguir entre los dos. Los artistas que utilizan trucos de manos e ilusiones en su desempeño a menudo se llaman “magos”, pero en realidad son ilusionistas, lo cual es lo que la mayoría de ellos prefieren ser llamados. La audiencia de un ilusionista no considera lo que ve como “verdadera” magia; entienden que es un truco y se deleitan en el hecho de que no pueden descifrar cómo se hace el truco. El otro tipo de magia es lo que algunos podrían llamar “verdadera” magia; se basa en el poder oculto y demoníaco. La Biblia habla de “señales y prodigios mentirosos” en 2 Tesalonicenses 2:9: “vendrá con poder satánico, con todo tipo de señales y prodigios mentirosos”. Este tipo de magia, algunas veces se escribe como magick para distinguirla de los trucos de mano, está asociado con la adivinación, la invocación y la brujería y se condena en la Escritura (ver Deuteronomio 18:10-12). Por supuesto, el Anticristo afirmará que su poder proviene de Dios, pero eso también es una mentira (ver Apocalipsis 13:2).
Una gran diferencia entre la magia y los milagros es que la magia se basa en un poder que no procede directamente de Dios, y los milagros son el resultado del poder de Dios interviniendo en el mundo. La magia es un intento de eludir a Dios en la adquisición de conocimiento o poder. La ciudad de Éfeso fue un campo de batalla entre la magia y los milagros. La población pagana de Éfeso estaba inmersa en la idolatría y la magia, pero entonces Pablo trajo el evangelio a esa ciudad, y con el evangelio llegó el verdadero poder a través del apóstol: “Pablo hacía milagros extraordinarios” (Hechos 19:11). Al ver lo que Pablo hizo, algunos exorcistas (los siete hijos de Esceva) intentaron duplicar sus milagros, pero fracasaron miserablemente y públicamente (versículos 13–16). Cuando un gran número de efesios se salvó por la predicación de Pablo y Silas, los nuevos creyentes destruyeron sus libros de brujería: “Un número de los que practicaban las artes mágicas llevaron sus libros y los quemaron a la vista de todos. Y contaron el valor de ellos y encontraron que subía a cincuenta mil piezas de plata" (Hechos 19:19). Entonces, en Éfeso, hubo un claro contraste entre los milagros de Dios y la magia del diablo, que es la brujería.
Otra diferencia entre la magia y los milagros es que la magia no glorifica a Dios, pero los milagros sí (ver Marcos 2:12). Un buen ejemplo de la autopromoción de un mago se encuentra en Samaria. “Un hombre llamado Simón había practicado la brujería en la ciudad y asombró a todo el pueblo de Samaria. Decía que era alguien grande, y todas las personas, altas y bajas, le daban su atención y exclamaban: ‘Este hombre es llamado con justicia el Gran Poder de Dios.’ Lo seguían porque los había asombrado durante mucho tiempo con su brujería” (Hechos 8:9–11). Nótese que Simón se jactaba de su “poder” y se hacía llamar con un título blasfemo. Simón tenía la capacidad de asombrar a las multitudes con su magia, pero no era el poder de Dios. Las actuaciones de Simón eran sólo acerca de él mismo y para enriquecer su propia vida. Más tarde, Simón el mago ve un verdadero milagro realizado por Pedro y Juan, y les ofrece comprarles el “secreto” de su truco (versículos 18–19). Pedro inmediatamente reprocha a Simón; en su pecaminoso corazón, había igualado el poder del Espíritu Santo con su propia brujería (versos 20-23).
Otra diferencia entre la magia y los milagros es que la magia implica manipulación y oposición a la verdad, pero los milagros revelan la verdad. El mago intenta manipular a las personas para obtener beneficio personal. El obrero de milagros simplemente muestra el poder y la gloria de Dios. La ciudad de Pafos en la isla de Chipre fue otro campo de batalla entre lo milagroso y lo mágico. Mientras Pablo y Bernabé (y Marcos) predicaban en esa ciudad, fueron opuestos por “un hechicero judío y falso profeta llamado Bar-Jesús, que era asistente del procónsul, Sergio Paulo” (Hechos 13:6–7). Este hechicero, también llamado Elimas, se había introducido en el establecimiento político de Chipre. Cuando el procónsul comenzó a escuchar el mensaje de los misioneros, Elimas “intentó apartar al procónsul de la fe” (versículo 8). Pablo, lleno del Espíritu Santo, confrontó a Elimas de frente: “!Hijo del diablo y enemigo de todo lo que es justo! Estás lleno de engaños y de maldad. ¿No cesarás de pervertir los caminos rectos del Señor?” (versículo 10). Luego, Pablo realizó un milagro: dejó ciego a Elimas, mostrando que el poder milagroso de Dios es más grande que la magia del diablo (versículo 11). El resultado fue que el procónsul creyó en el evangelio y fue salvo (versículo 12).
Otra buena comparación de los milagros y la magia se encuentra en el libro de Éxodo. Los trabajadores de la magia en Egipto se llaman “hechiceros” y “magos” (Éxodo 7:11, 22); sin embargo, nunca se identifica a Moisés y Aarón con esos términos. Las obras que Dios hizo a través de Moisés fueron verdaderos milagros, mientras que los trucos de los magos del Faraón tenían la intención de engañar y endurecer el corazón del rey. Al principio de la historia, hay un enfrentamiento en la corte del Faraón: “Aarón arrojó su vara delante del Faraón y de sus siervos, y se convirtió en una serpiente. Entonces el Faraón llamó a los sabios y hechiceros, y los magos de Egipto también hicieron lo mismo con sus encantamientos: Cada uno arrojó su vara y se convirtió en una serpiente. Pero la vara de Aarón devoró las varas de ellos” (Éxodo 7:10–12). El hecho de que las serpientes egipcias fueron devoradas por la serpiente de Aarón demuestra que el poder de Dios es mayor que el poder al que recurrían los magos paganos. Más tarde, estos mismos hechiceros egipcios duplicaron el cambio del agua en sangre (Éxodo 7:22) y la producción masiva de ranas (Éxodo 8:7). Sin embargo, los hechiceros no pudieron imitar las otras plagas. En cuanto a los piojos, las habilidades de los magos se quedaron cortas. Como reportaron al Faraón, “Esto es el dedo de Dios” (Exodo 8:19).
Los milagros y la magia a veces se ven iguales, pero sus objetivos son diferentes. La magia y la ilusión distraen el ojo de la realidad, mientras que los milagros atraen el ojo a la realidad. Los milagros revelan; la magia esconde. Los milagros son una expresión de poder creativo; la magia usa lo que ya existe. Los milagros son un don; la magia es una habilidad estudiada. Los milagros no glorifican a los hombres; la magia busca ser notada y glorificar al mago.
Jesús no era un mago. Era el Hijo de Dios, conocido por sus muchos milagros (Juan 7:31). Jesús dijo a sus enemigos: “Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque ustedes no creen en mí, crean en las obras, para que sepan y entiendan que el Padre está en mí, y yo en el Padre" (Juan 10:37–38). Los milagros (o “señales”, como los llamó Juan) son prueba de quién es Él.
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