Pregunta
¿Qué significa que el pecado es infringir la ley?
Respuesta
En 1 Juan 3:4 se dice: "Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley". La palabra traducida como "infracción de la ley" viene de la palabra griega anomia, que significa "un desprecio absoluto por Dios y Sus leyes". De esta palabra griega también obtenemos la palabra antinomianismo, que es el creer que no hay leyes morales que Dios espera que los cristianos obedezcan. Todo pecado es una transgresión contra Dios porque el pecado viola Su norma moral para los seres humanos. Ya que Dios nos creó (Génesis 1:27), Él tiene el derecho de establecer los límites para nosotros. Cualquier violación de esos límites es una violación de Su ley, es decir, cada pecado es un acto de infracción de la ley.
Los seguidores de Dios evitarán infringir la ley. La persona bienaventurada se describe como alguien "que se deleita en la ley del Señor" (Salmo 1:2). "He deseado tu salvación, oh Señor, y tu ley es mi delicia" (Salmo 119:174). El contraste entre infringir la ley y el amor no puede ser más claro: "Se engrosó el corazón de ellos como sebo, mas yo en tu ley me he regocijado" (Salmo 119:70).
La Escritura distingue entre alguien que peca, como todos nosotros (Romanos 3:10, 23; 1 Juan 1:8), y alguien que "practica la iniquidad" (Mateo 7:23; 13:41). Una persona sin ley es aquella que se ha entregado completamente a un estilo de vida pecaminoso. Las personas sin ley no creen en Dios o se niegan a reconocer Su derecho a gobernar sus vidas (Salmo 14:1). Incluso los que viven en pecado pueden encontrar el perdón si se apartan de su pecado y reciben la justicia y la salvación de Cristo (2 Corintios 5:21; Juan 3:16-18).
Los que persisten en este tipo de conducta no heredarán el reino de Dios (1 Corintios 6:9-10; Gálatas 5:20-21). Jesús advirtió que en los últimos tiempos la maldad aumentaría y "el amor de muchos se enfriaría" (Mateo 24:12). Cuando una actitud de maldad impregna la atmósfera, la gente deja de preguntarse sobre el bien y el mal. Ya no saben ni les importa que existan normas morales absolutas. Las personas sin ley pueden considerarse muy religiosas y espirituales, pero han definido a Dios como desean que sea, no como es.
El Anticristo que según la profecía aparecerá en los últimos tiempos se describe como un "hombre de pecado" (2 Tesalonicenses 2:3, 8). Daniel dice que será un rey que "hará su voluntad" (Daniel 11:36). El Anticristo será alguien que sabe quién es Dios, pero se declara a sí mismo por encima de Dios, tal como lo hizo Satanás (Isaías 14:14; 1 Juan 2:22; 4:3; 2 Tesalonicenses 2:4). Se le llama "sin ley" porque despreciará toda autoridad y se entregará completamente al pecado. Los que sigan al Anticristo durante la tribulación lo seguirán en el pecado, para su propia destrucción. Los que reciban su marca nunca podrán arrepentirse y encontrar el perdón, sino que serán atormentados para siempre en el lago de fuego (Apocalipsis 14:9-10).
El infringir la ley da lugar a una cultura desbocada (Proverbios 29:18). La época de los jueces fue un momento tan turbulento porque, en parte, "todo el pueblo hacía lo que le parecía correcto" (Jueces 21:25). Hoy vemos los efectos de la anarquía en gran parte del mundo. Las leyes de Dios -e incluso las de la sociedad secular- se rechazan al considerarlas obsoletas, superfluas o represivas. Cada hombre es una ley para sí mismo, y el resultado de esa clase de iniquidad es la anarquía y el caos. El pecado no hay que justificarlo encogiéndose de hombros y con un "nadie es perfecto". Cada acto de pecado es un ejemplo de desobediencia a la ley porque es una violación de la norma de santidad de Dios y de Su carácter perfecto.
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