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Pregunta

¿Realmente es necesario entender el Evangelio para ir al cielo? ¿Será suficiente con creerlo, aunque no lo entendamos del todo?

Respuesta


En cierto sentido, el mensaje del Evangelio es muy sencillo de entender: Jesús murió y resucitó para que podamos ser salvos. Los hechos básicos del Evangelio son fáciles de comprender. Pero en otro sentido, el mensaje del Evangelio es una de las verdades divinas más profundas que jamás haya sido revelada a la humanidad: Jesús murió y resucitó para que podamos ser salvos. Las implicaciones de estos hechos y de la teología de Dios que los sustenta son lo suficientemente profundas como para hacer reflexionar durante toda la vida incluso a los teólogos más astutos. En lo que respecta a la salvación, ¿hasta qué punto se requiere una comprensión profunda para que la fe pueda llamarse realmente "fe"?

Es innegable que la fe salvífica implica un cierto nivel de comprensión. Esa comprensión es posible gracias a la predicación del Evangelio (Mateo 28:18-20) acompañado de la obra del Espíritu Santo en el corazón (Hechos 16:14). Pablo describe el proceso que conduce a una correcta comprensión del Evangelio: la predicación, que lleva a oír, que lleva a creer, que conduce a invocar al Señor para salvación (Romanos 10:14). El "oír" implica entender; si la predicación no se entiende, entonces no se "oye" de verdad.

El contenido de la predicación que hay que entender es el Evangelio. Desde el principio, el mensaje de los apóstoles hacía hincapié en la muerte y resurrección de Cristo (Hechos 2:23-24). Este mensaje es "de primera importancia: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce" (1 Corintios 15:3-5). Este pasaje contiene los elementos básicos del Evangelio, que se centra en la Persona y la obra de Cristo: Jesús murió por nuestros pecados y resucitó de entre los muertos. Nadie se salva sin comprender esta verdad y sin confiar en ella.

Cada faceta del mensaje del Evangelio es importante. Obscurecer la comprensión de cualquier elemento del evangelio, y la fe se diluye: si no entendemos que Jesús es el Hijo perfecto de Dios, entonces Su muerte no tiene importancia, con respecto a nuestra salvación. Si no entendemos que Jesús murió, tampoco entenderemos por lógica la resurrección. Si no entendemos la razón por la que murió (por nuestros pecados), entonces podríamos considerarnos inocentes y, por lo tanto, no necesitaríamos un Salvador. Si no entendemos que Jesús resucitó, entonces pasamos por alto el hecho de un Salvador vivo, y nuestra fe está muerta (1 Corintios 15:17).

La Biblia da ejemplos de aquellos que habían alcanzado un cierto grado de conocimiento espiritual pero aún no eran salvos. Fue después de que entendieron lo esencial del evangelio que estos individuos confiaron en Cristo y nacieron de nuevo. El eunuco etíope (Hechos 8:26-39), Cornelio (Hechos 10), Apolos (Hechos 18:24-28) y los doce hombres de Éfeso (Hechos 19:1-7) tenían orígenes religiosos, pero el momento de la salvación sólo llegó cuando depositaron su fe en Cristo, y primero tuvieron que escuchar y comprender la esencia del Evangelio.

Sin embargo, para salvarse no es necesario comprender todo lo que implica el Evangelio. De hecho, comprender la plenitud de todo lo que encierra el Evangelio es imposible, de este lado de la gloria. Nos esforzamos, aunque parezca paradójico, por "conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento" (Efesios 3:19). Sin embargo, nunca llegaremos a comprender plenamente las riquezas de la gracia de Dios: "¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! / ¡Cuán insondables son sus juicios, / e inescrutables sus caminos!". (Romanos 11:33).

Por ejemplo, no necesitamos entender la unión hipostática para salvarnos. No es necesario citar la definición de propiciación para salvarse. Tampoco se requiere un conocimiento práctico de la justificación, la redención o la santificación progresiva para entrar en el cielo. Este conocimiento viene con el tiempo y el estudio de la Palabra, aunque no es necesario comprenderlo en el momento en que uno se salva. Es poco probable que el ladrón en la cruz entendiera mucho de soteriología cuando se volvió al Señor y le dijo: "Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino" (Lucas 23:42).

El mensaje del Evangelio es lo bastante sencillo como para que lo entienda un niño. Jesús se empeñó en declarar que la salvación está al alcance de los más pequeños: "Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios" (Marcos 10:14). Gloria a Dios, el Evangelio de Jesucristo lo pueden comprender los niños. Además, creemos que Dios extiende Su gracia a aquellos que mentalmente son incapaces de entender el Evangelio.

Por eso, para ir al cielo, debemos "creer en el Señor Jesucristo" (Hechos 16:31). Es decir, confiar en el sacrificio del Santo de Dios que murió por nosotros y resucitó al tercer día. A los que creen en el nombre de Jesús, Dios les da "derecho a ser hijos de Dios" (Juan 1:12). El Evangelio es tan sencillo—y tan profundo—a la vez.

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