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Pregunta

¿Cómo puedo escuchar a Dios?

Respuesta


Probablemente, todo cristiano se ha preguntado alguna vez: "¿Cómo puedo escuchar a Dios?". La pregunta es natural porque queremos saber lo que Dios tiene reservado para nosotros, y estamos deseosos de agradar a nuestro Padre celestial. Sin embargo, la gran cantidad de respuestas ha causado mucha confusión y controversia. Necesitamos ser bíblicos cuando respondemos a la pregunta: ¿cómo puedo escuchar a Dios?

La Biblia nos dice cómo podemos escuchar a Dios: "Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo" (Hebreos 1:1-2, NBLA).

Antes de la Encarnación de Dios Hijo, Dios hablaba por medio de los profetas. Escuchábamos a Dios a través de hombres como Moisés, Isaías, Ezequiel, Miqueas, Malaquías y los demás profetas. Ellos transmitían mensajes de Dios, y muchas veces sus palabras se escribieron y se conservaron para que siempre conociéramos Sus promesas, Su ley y Sus planes redentores.

Hubo ocasiones en las que Dios habló directamente a la gente. Abraham y Josué, por ejemplo, conversaron a veces directamente con Dios (Génesis 12:1; 17:1; Josué 5:13-15). Otros, como Jacob, escucharon a Dios a través de sueños (Génesis 28:12-13). Ezequiel vio visiones (Ezequiel 1:1). Saúl comenzó a oír a Dios y a hablar por Él cuando "el Espíritu de Dios vino sobre él con gran poder" (1 Samuel 10:10, NBLA).

Pero, en la mayoría de los casos, la gente no escuchaba a Dios directamente; más bien, eran responsables de leer la Palabra escrita de Dios o buscar al portavoz elegido por Dios. Al menos en dos ocasiones, el rey Josafat pidió oír a un profeta de Dios (1 Reyes 22:7; 2 Reyes 3:11). Ben Adad, rey de Aram, buscó oír a Dios a través del profeta Eliseo (2 Reyes 8:7-8). Isaías dijo al pueblo de Judá que tenían la responsabilidad de consultar "a la ley y al testimonio" (Isaías 8:20, NBLA); es decir, debían leer la Palabra de Dios escrita que ya les había sido entregada.

Con el nacimiento de Jesús, las cosas cambiaron. Juan el Bautista fue el último de los profetas del Antiguo Testamento. A través del ministerio de Jesús, Dios nos habló directamente. Las enseñanzas de Jesús en el Sermon del Monte, el Sermón de la Llanura y el Discurso de los Olivos; y Sus declaraciones de ser el Pan de Vida, la Vid Verdadera y el Buen Pastor son la revelación directa de Dios de quién es Él. Las palabras de Jesús "son espíritu y son vida" (Juan 6:63, NBLA).

El escritor a los Hebreos dice: "en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo". Los "últimos días" son la dispensación actual: la era de la Iglesia. Jesucristo fue el pináculo de la revelación de Dios; Él es la Palabra Final para nosotros. En la Biblia están registradas las palabras de Jesús para nosotros. Cuando Jesús ascendió de nuevo al cielo, dejó atrás a unos apóstoles escogidos a dedo, a los que encomendó la tarea especial de registrar lo que Jesús había dicho y hecho. Bajo la inspiración del Espíritu Santo, estos hombres fueron autorizados por Dios para hablar y registrar las palabras de Dios a Su iglesia, de modo que toda la iglesia pueda realmente escuchar a Dios. Ahora oímos a Dios a través de Su Palabra escrita, que es la Biblia.

Así que, básicamente, oímos a Dios leyendo nuestras Biblias y escuchando lo que se predica.

Para muchas personas que quieren oír a Dios, escuchar "Lee tu Biblia" no es muy satisfactorio. Desean una comunicación más "directa" y "personal". Hay muchos problemas con tal deseo, empezando por el hecho de que descuidar o rechazar la Biblia para buscar una "nueva" palabra de Dios es espiritualmente peligroso. Es arrogante que alguien piense que es tan especial como para recibir revelación directa de Dios, sobre todo cuando Dios dijo en el siglo I que ha hablado por medio de Su Hijo, a quien "constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo" (Hebreos 1:2, NBLA). No podemos superar a Jesús. No hay apóstoles ni profetas modernos que funcionen de la misma manera que los apóstoles y profetas bíblicos.

Dios habla a la gente hoy en día, pero los medios que utiliza siempre incluyen la Biblia. El Espíritu Santo mora en cada creyente y les da dones como Él lo desee. Algunos reciben dones para enseñar, corregir, amonestar y animar a otros cristianos. No se da una nueva revelación (ver Apocalipsis 22:18), pero Dios ha dotado a personas en la iglesia para que puedan hablar a las vidas de otros cristianos. La exhortación y el ofrecer consejo bíblico son importantes dentro de la comunidad de creyentes.

La instrucción de un pastor a partir de la Palabra de Dios es una de las formas en que oímos a Dios hoy en día. El consejo de un amigo, fundamentado en las Escrituras, es otra forma de oír a Dios. Una directriz impartida por una figura de autoridad establecida por Dios es otra forma de oír a Dios.

Nunca debemos dejar de orar y meditar en la Palabra de Dios. Cuando meditamos en un pasaje de la Escritura, y oramos pidiendo la dirección y el entendimiento de Dios, escuchamos de Dios. Cuando nos alimentamos diariamente de la Biblia, el Espíritu Santo nos señala verdades que sabemos que provienen de Dios porque vienen directamente de Su Palabra. ¡Qué privilegio es tener la Palabra de Dios a nuestra disposición!

"Meditaré en Tus preceptos,

Y consideraré Tus caminos.

Me deleitaré en Tus estatutos,

Y no olvidaré Tu palabra".

(Salmo 119:15-16, NBLA)

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