Pregunta
¿Cómo podemos "esperar en el Señor" (Salmo 37:7, NBLA)?
Respuesta
Esperar en el Señor es una expresión que se utiliza muchas veces en la Biblia. Cuando el salmista dice: "Confía callado en el Señor y espera en Él con paciencia" (Salmo 37:7, NBLA), no se refiere a una espera física que implique hacer una pausa en la actividad, relajarse, tomar una siesta o detenerse para recobrar fuerzas para continuar o completar alguna tarea física. Esperar en el Señor se refiere a un descanso espiritual de la confusión, la preocupación, el estrés, el esfuerzo humano inútil, y un alto de todos los enemigos internos, externos, mortales y espirituales.
En el Antiguo Testamento, Dios prometió al pueblo de Israel una vida de paz en la Tierra Prometida y descanso en Su presencia (Éxodo 33:14; Josué 1:13-15). Pero esta vida tranquila y pacífica dependía de que los israelitas permanecieran fieles y obedientes solo a Dios, cumpliendo su pacto con Él. A aquellos cuyos corazones se apartaron de Él, Dios les dijo que nunca disfrutarían de Su reposo (Salmo 95:7-11).
Finalmente, debido a la desobediencia e infidelidad generalizadas, la nación de Israel fue llevada al cautiverio en Babilonia. Después de regresar del exilio, una vez más, se presentó la promesa de descanso en la presencia del Señor: "Así que no temas, Jacob, mi siervo; no te dejes abatir, Israel—dice el Señor—. Pues desde tierras lejanas los traeré de regreso a casa, y sus hijos regresarán del destierro. Israel regresará a una vida de paz y tranquilidad, y nadie lo atemorizará" (Jeremías 30:10, NTV). Pero, una vez más, el pueblo no aprendió que descansar en el Señor, significaba entregarse por completo al Señor en una vida justa: "Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre" (Isaías 32:17).
En el Nuevo Testamento, el libro de Hebreos declara la buena noticia de que los que creen en Jesucristo pueden entrar en Su reposo: "Todavía sigue vigente la promesa que hizo Dios de entrar en su descanso; por lo tanto, debemos temblar de miedo ante la idea de que alguno de ustedes no llegue a alcanzarlo. Pues esta buena noticia—del descanso que Dios ha preparado—se nos ha anunciado tanto a ellos como a nosotros, pero a ellos no les sirvió de nada porque no tuvieron la fe de los que escucharon a Dios. Pues solo los que creemos podemos entrar en su descanso" (Hebreos 4:1-3, NTV).
Los creyentes no somos inmunes a las tormentas de la vida, pero podemos elegir cómo reaccionar ante ellas. Nuestra tendencia natural podría ser correr frenéticamente en busca de ayuda, tratando de salvarnos de los problemas. Podemos responder con desesperación o descansar en la presencia del Señor. Podemos perder el tiempo preocupándonos o confiar en que el Señor cuidará de nosotros. Jesús dijo: "Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso. Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y encontrarán descanso para el alma. Pues mi yugo es fácil de llevar y la carga que les doy es liviana" (Mateo 11:28-30, NTV).
El escritor de Hebreos también nos dice que hay un futuro reposo final para los creyentes en el cielo (Hebreos 4:9-11). Mientras tanto, podemos descansar en el Señor, llevándole todas nuestras cargas, problemas y ansiedades en oración. Podemos decirle a Dios lo que necesitamos mientras recordamos y le agradecemos todo lo que ya ha hecho por nosotros. Mientras hacemos esto -mientras permanecemos en Jesucristo y en la presencia de Dios- Él promete derramar en nosotros una paz sobrenatural e incomprensible para guardar nuestros corazones y mentes (Filipenses 4:6-7).
Aquí y ahora, podemos tranquilizarnos, aquietarnos y entregarnos al Señor. Podemos verlo como lo vio Isaías, alto y sublime (Isaías 6:1). Él es Soberano sobre toda la tierra, sobre nuestras vidas y sobre todo enemigo, tanto interno como externo, humano y espiritual (Isaías 46:9-11). Podemos esperarle tranquilamente. Podemos estar firmes, anhelantes y siempre pendientes de Él en busca de ayuda. Así es como esperamos en el Señor.
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¿Cómo podemos "esperar en el Señor" (Salmo 37:7, NBLA)?