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Pregunta

¿Cómo podemos caminar fortalecidos por el Espíritu Santo (Hechos 9:31)?

Respuesta


Lucas, el narrador del libro de los Hechos, solía hacer una pausa en su relato de los acontecimientos para resumir la situación de la Iglesia (ver Hechos 2:41, 46-47; 4:32; 5:12-14, 42). Tras escribir sobre la conversión de Pablo y su audacia inicial en el ministerio y los momentos de intensa persecución (Hechos 9:1-30), Lucas presenta una radiografía de la situación actual de las primeras congregaciones cristianas: "Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo" (Hechos 9:31).

Antes de ascender al cielo, Jesucristo prometió a los discípulos: "pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hechos 1:8). En Hechos 9:31, Lucas se detiene para resaltar que los apóstoles están logrando justo lo que Jesús dijo que harían: la difusión exitosa del evangelio y la expansión de la iglesia. La Palabra de verdad se estaba difundiendo.

A pesar de la feroz oposición y las dificultades, las nacientes comunidades cristianas se fortalecen en la fe y aumentan en número (ver Hechos 4:4; 5:14; 6:7; 9:35, 42). En Hechos 9, los creyentes andaban "en el temor del Señor", lo que significa que su comportamiento refleja su profundo respeto y reverencia por Dios. También caminan "fortalecidas por el Espíritu Santo".

Estar "fortalecidas por el Espíritu Santo" es el ministerio único del Espíritu Santo en la vida de los creyentes. Jesús dijo que enviaría al Espíritu Santo para que fuera nuestro "Consolador" (Juan 14:16, NBLA), o "Abogado" (Juan 14:26, NTV). La palabra griega para Espíritu Santo en estos versículos es parakletos, que significa "el que es llamado a nuestro lado". Cuando recibimos a Jesucristo como Señor y Salvador, Dios envía a Su Espíritu Santo para que habite en nosotros, siempre dispuesto a ayudarnos, consolarnos, tranquilizarnos y guiarnos en momentos de angustia o necesidad.

La fortaleza del Espíritu Santo proporciona a los cristianos un ministerio a prueba de errores y de alcance mundial que opera en ellos y a través de ellos: "Cuando venga el Consolador, a quien yo enviaré del Padre, es decir, el Espíritu de verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de Mí, y ustedes también darán testimonio, porque han estado junto a Mí desde el principio" (Juan 15:26-27, NBLA).

La "fortaleza del Espíritu Santo" en Hechos 9:31 se refiere al estímulo disponible para los creyentes debido a la presencia del Espíritu que mora en ellos. "Forteleza" (paraklēsis en griego) se refiere aquí a exhortación e incluye la idea de apoyar o animar sinceramente a alguien. Esta misma palabra se encuentra muchas veces en el Nuevo Testamento (ver Hechos 13:15; Romanos 12:8; Hebreos 12:5; 2 Tesalonicenses 2:16; Mateo 5:4).

Caminamos en la fortaleza del Espíritu Santo cuando reconocemos alegremente que Dios nos ha dado un Ayudador para que esté siempre a nuestro lado. Nunca estamos solos. Por medio del Espíritu, recibimos la constante seguridad de que somos hijos de Dios (Romanos 8:16). Él nos acerca a Jesús y nos fortalece en nuestro interior (Efesios 3:16-17). La fortaleza del Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad cuando no sabemos cómo orar (Romanos 8:26). El Espíritu nos da el poder y la sabiduría para testificar con valentía (Hechos 4:31; 1 Juan 5:6-8). Nos enseña (Juan 14:26; 16:13; 1 Juan 2:27). El Espíritu Santo incluso nos revela los profundos misterios de Dios (1 Corintios 2:9-10).

Podemos caminar libres del control del pecado en la fortaleza del Espíritu Santo, porque el Espíritu es una fuente que produce justicia y da vida a cada creyente: "Pero ustedes no están dominados por su naturaleza pecaminosa. Son controlados por el Espíritu si el Espíritu de Dios vive en ustedes....Y Cristo vive en ustedes; entonces, aunque el cuerpo morirá por causa del pecado, el Espíritu les da vida, porque ustedes ya fueron hechos justos a los ojos de Dios. El Espíritu de Dios, quien levantó a Jesús de los muertos, vive en ustedes; y así como Dios levantó a Cristo Jesús de los muertos, él dará vida a sus cuerpos mortales mediante el mismo Espíritu, quien vive en ustedes" (Romanos 8:9-11, NTV).

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