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Pregunta

¿Qué significa hablar contra el Espíritu Santo (Mateo 12:32)?

Respuesta


En Mateo 12:32, Jesús declara solemnemente: "A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero". Para comprender lo que significa hablar contra el Espíritu Santo, debemos profundizar en el contexto en el que Jesús hizo esta afirmación.

Anteriormente, en Mateo 12, Jesús había realizado una sanidad milagrosa al expulsar a un demonio de un hombre ciego y mudo (Mateo 12:22). La multitud quedó asombrada y empezó a preguntarse si Jesús podía ser el Hijo de David, el Mesías prometido. Sin embargo, los fariseos, en su endurecida incredulidad, acusaron a Jesús de expulsar demonios por el poder de Beelzebú, el príncipe de los demonios (Mateo 12:24). Afirmaban que Jesús estaba aliado con el diablo.

Esta acusación llevó a Jesús a pronunciar una severa reprimenda. Explicó que un reino dividido contra sí mismo no puede mantenerse en pie, y si Satanás expulsa a Satanás, su reino está dividido. Jesús aclaró además que Su poder para expulsar demonios procedía del Espíritu de Dios, lo que significaba la llegada del reino de Dios (Mateo 12:25-28). En este contexto, Jesús advirtió sobre el pecado imperdonable de hablar contra el Espíritu Santo.

El pasaje paralelo de Marcos 3:28-30 es de gran ayuda. En este pasaje, Jesús afirma que todos los pecados y blasfemias pueden perdonarse, excepto la blasfemia contra el Espíritu Santo, que conduce a la condenación eterna. La acusación de los fariseos de que un espíritu impuro poseía a Jesús ejemplifica este pecado. Al atribuir a Satanás las obras del Espíritu Santo, los fariseos cometieron un acto de rechazo deliberado y persistente del testimonio del Espíritu Santo sobre Jesús.

Hablar contra el Espíritu Santo, de la manera que se ve en Mateo 12:32, se refiere a una oposición consciente y decidida a la verdad de la obra de Dios por medio del Espíritu Santo. Los fariseos fueron testigos directos de los milagros de Jesús, pero atribuyeron obstinadamente Su poder a fuerzas demoníacas. Conocían la verdad y la rechazaron tajantemente. Este pecado es imperdonable porque representa un corazón endurecido que se niega persistentemente a reconocer el poder y la gracia de Dios. Es un rechazo total y definitivo de la obra del Espíritu Santo, que no deja lugar al arrepentimiento ni al perdón.

La gravedad de hablar contra el Espíritu Santo queda acentuada por su consecuencia eterna. Jesús recalca que este pecado no se perdonará ni en esta época ni en la venidera; es decir, ni en la dispensación actual ni en la venidera: la era de la Iglesia. A diferencia de otros pecados de los que es posible arrepentirse y ser perdonado, la blasfemia contra el Espíritu Santo brota de la más profunda depravación del corazón y conduce a la separación eterna de Dios.

El acto concreto de la blasfemia de los fariseos no puede reproducirse directamente hoy en día, pero el principio sigue siendo profundamente relevante. Hablar contra el Espíritu Santo puede entenderse en sentido amplio como un rechazo persistente de la convicción del Espíritu y de la oferta de salvación mediante Jesucristo. En Juan 16:8, Jesús explica que el Espíritu Santo convencerá al mundo de pecado, justicia y juicio. Suprimir esta convicción y rechazar el mensaje del Evangelio conduce a un estado de endurecimiento espiritual, que finalmente hace imposible el arrepentimiento. Este principio permanente sigue guiando nuestro entendimiento del pecado imperdonable.

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