Pregunta
¿Qué es exactamente un incrédulo?
Respuesta
Un "creyente" es un hijo de Dios, nacido de nuevo por la fe en Jesucristo (ver Hechos 2:44); y un "incrédulo" es alguien que no cree en Jesús. En el Nuevo Testamento, la palabra griega apistou se traduce como "incrédulo". El adjetivo significa literalmente "no fiel", y describe a alguien que carece de fe cristiana.
En toda la Escritura hay una clara distinción entre los que siguen a Cristo y los que no lo siguen. Se entendía que la palabra incrédulo representaba todo lo que se oponía a la fe cristiana y a la piedad. En 2 Corintios 6:14-15, Pablo escribe: "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?". Se entendía que los que habían llegado a la fe en Cristo estaban en proceso de ser transformados a la imagen de Jesús (Romanos 8:29). Cuanto más avanzaban en este proceso, menos semejanzas tenían con los incrédulos.
En lo que respecta a la salvación, la palabra creer siempre implica mucho más que un acuerdo mental con la verdad (Juan 3:16; 14:1; 1 Juan 3:23; Hechos 8:37). Satanás y los demonios conocen mejor que cualquiera de nosotros los hechos sobre Jesús, el significado de Su muerte y resurrección, y la verdad de las Escrituras (Santiago 2:19). Creer para salvarse (Romanos 10:10) requiere más que eso. Un creyente es alguien que ha transferido la propiedad de su vida y su futuro al señorío de Jesús. Jesús dijo: "Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando" (Juan 15:14). Así pues, un creyente, en el sentido bíblico, es alguien que ha respondido a la llamada de Dios y ha elegido a Jesús como Señor de su vida. Un creyente busca solo en Jesús la salvación del pecado y del infierno (Juan 14:6; Mateo 10:28; Romanos 10:13). Del mismo modo, un incrédulo es alguien que no ha permitido que Jesús sea el Señor de su vida. Puede que se hayan pronunciado palabras que suenen religiosas, pero si el corazón no ha cambiado, no se trata de una fe salvadora (Mateo 7:21-23). La persona que afirma que se ha salvado, pero carece de pruebas del poder transformador del Espíritu Santo, sigue siendo básicamente un incrédulo.
Cuando las Escrituras comparan a los creyentes con los incrédulos, destacan las diferencias de estilo de vida. Los creyentes deben ser conocidos por su amor (Juan 13:35), su santidad (1 Pedro 1:15) y su deseo de ser como Cristo (Efesios 4:15). Según el conjunto de las Escrituras, no es posible ser un verdadero creyente y continuar con los estilos de vida impíos que justificaron la ira de Dios en primer lugar (Efesios 5:5-7). Esto se debe al hecho de que la salvación da lugar a una nueva naturaleza (2 Corintios 5:17). Al igual que un pez no puede permanecer mucho tiempo en la tierra debido a su naturaleza, los corazones nacidos de nuevo no pueden permanecer mucho tiempo en el pecado debido a su nueva naturaleza.
Primera de Juan 3:6 lo explica muy claramente: "Todo el que permanece en Él, no peca. Todo el que peca, ni lo ha visto ni lo ha conocido" (NBLA). Luego, los versículos 8-10 lo aclaran aún más: "El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios".
"Sin fe es imposible agradar a Dios" (Hebreos 11:6); por tanto, los incrédulos no pueden agradar a Dios. Siguen muertos en sus transgresiones y pecados (Efesios 2:1). Los incrédulos siguen soportando todo el peso de su pecado, y la "ira de Dios permanece sobre él" (Juan 3:36, NBLA). Deben reconciliarse con Dios por medio de Cristo (Romanos 5:10). La fe marca la diferencia. Solo mediante la fe y la rendición al señorío de Jesucristo pueden los incrédulos convertirse en creyentes.
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