settings icon
share icon
Pregunta

¿Van los incrédulos directamente al infierno cuando mueren?

Respuesta


De todos los temas que se encuentran en las páginas de las Escrituras, ninguno es tan repugnante y terrible como el tema del infierno, sin embargo, no nos atrevemos a ser cegados por la ignorancia, la repulsión, o la incredulidad, porque el infierno es una realidad aterradora que no debemos descartar por miedo o por ser desagradable. A pesar de las objeciones de algunos, las llamas del infierno no se extinguirán tergiversando astutamente las Escrituras o mediante meras ilusiones. La Biblia tiene mucho que decir sobre el infierno, y ni la ignorancia ni la negación harán que esta sombría realidad desaparezca.

Debemos entender las distinciones que hacen las Escrituras entre el Seol y el lago de fuego eterno. Para los fines de este artículo, hablaremos del "infierno" como generalmente se entiende: un lugar de tormento después de la muerte. La Biblia dice que los no arrepentidos que mueren son inmediatamente conducidos a un terrible lugar de detención llamado Hades. En el siguiente pasaje, Jesús detalla el horrible destino de un pecador no regenerado:

"Había cierto hombre rico que se vestía de púrpura y lino fino, celebrando cada día fiestas con esplendidez. Y un pobre llamado Lázaro que se tiraba en el suelo a su puerta cubierto de llagas, ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; además, hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico y fue sepultado. En el Hades el rico alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio* a Abraham a lo lejos, y a Lázaro en su seno. Y gritando, dijo: "Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, pues estoy en agonía en esta llama". Pero Abraham le dijo: "Hijo, recuerda que durante tu vida recibiste tus bienes, y Lázaro, igualmente, males; pero ahora él es consolado aquí, y tú estás en agonía. Además de todo esto, hay un gran abismo puesto entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieran pasar de aquí a ustedes no pueden, y tampoco nadie puede[d] cruzar de allá a nosotros". Entonces él dijo: "Te ruego, pues, padre, que lo envíes a la casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos, de modo que él los prevenga, para que ellos no vengan también a este lugar de tormento". Pero Abraham dijo: "Ellos tienen a Moisés y a los profetas; que los oigan a ellos". Y el rico contestó: "No, padre Abraham, sino que si alguien va a ellos de entre los muertos, se arrepentirán". Pero Abraham le contestó: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán si alguien se levanta de entre los muertos" (Lucas 16:19-31 - NBLA).

El Hades (llamado “la región de los muertos” en la NBLA) se describe como un lugar de "tormento" y "angustia" (Lucas 16:23-24). El rico fue allí inmediatamente tras su muerte. La enseñanza de las Escrituras es que todos los que mueren en sus pecados van inmediatamente al infierno/Hades, donde permanecerán, conscientes de su miseria y desesperación, hasta ser convocados ante Dios en el juicio del Gran Trono Blanco. Estos, que rechazaron la misericordia de Dios, deberán enfrentarse a Su ira, y finalmente son juzgados y arrojados al lago de fuego (Apocalipsis 20:11-15).

El lago de fuego, lugar de castigo eterno, nunca fue destinado para el hombre; Dios ordenó el lago de fuego como la parada final para Satanás y su ejército de ángeles caídos (Mateo 25:41; 2 Pedro 2:4; Apocalipsis 20:10). Lamentablemente, legiones de personas impenitentes, por su propia voluntad, pasarán la eternidad con Satanás y los demonios que se unieron a su rebelión impía (Mateo 10:28; 25:46). El poeta Milton describió a los condenados como aquellos que prefieren gobernar en el infierno antes que servir en el cielo. En efecto, quienes eligen el infierno son rebeldes hasta el final.

Dios no se complace en el sufrimiento del hombre no redimido. No se complace en la muerte de los malvados y prefiere que se conviertan de sus malos caminos y vivan (Ezequiel 33:11). El infierno es una realidad necesaria. Imagínese a un hombre que pasara toda su vida evitando a Dios. Para él, las Escrituras eran mitos fantásticos y no le servía de nada leer la Biblia. Consideraba la oración como una conversación unilateral con un ser inexistente. Difamaba a los creyentes cristianos sinceros con etiquetas desagradables y se burlaba de su apego a la moral bíblica. Desde que alcanzó la edad de rendir cuentas hasta su último aliento, se distanció de su Creador. ¿Cómo, entonces, podría un hombre así ser feliz en el cielo? ¿Cómo podría tolerar la presencia de Jesucristo y de Sus seguidores a lo largo de las interminables edades venideras? Para un hombre así, el cielo sería un infierno. La voluntad de Dios es que nadie perezca, pero para aquellos rebeldes insistentes que rechazan Su misericordia, solo existe la justicia. No existe una tercera opción.

Al morir, los perdidos son enviados inmediatamente al lugar de su elección, el Hades (infierno), donde permanecerán hasta el juicio convocado al final del reino milenario de nuestro Señor. En ese momento, serán remitidos al lago de fuego junto con Satanás y sus fuerzas demoníacas. Para siempre, permanecerán atrapados en este diabólico estado de ser.

Pensar que alguien escogería la miseria sin fin sobre el gozo eterno de Dios es incomprensible, pero es verdad.

English



Retornar a la página inicial de Español

¿Van los incrédulos directamente al infierno cuando mueren?
Suscríbete a la

Pregunta de la Semana

Comparte esta página: Facebook icon Twitter icon Pinterest icon YouTube icon Email icon
© Copyright Got Questions Ministries