Pregunta
¿Qué significa que la ley no es de fe (Gálatas 3:12)?
Respuesta
En la gran defensa que hace Pablo de la salvación y el crecimiento por la fe y no por las obras, Pablo afirma que "la ley no es de fe" (Gálatas 3:12).
Pablo reprende a los gálatas por actuar como si su crecimiento (o santificación) procediera de las obras o de obedecer la ley. Los desafía con una pregunta retórica: "¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?" (Gálatas 3:2). Ellos sabían la respuesta. Habían nacido de nuevo y recibido el Espíritu de Dios por gracia mediante la fe.
El siguiente paso en la defensa de Pablo de la fe por encima de la ley es una serie de preguntas retóricas de seguimiento lógico. Si habían comenzado su nuevo caminar por el Espíritu de Dios (al que habían recibido por la fe), ¿por qué esperaban que su crecimiento y maduración se realizaran por las obras de la carne (Gálatas 3:3)? ¿Había sido en vano todo lo que habían pasado hasta entonces (Gálatas 3:4)? ¿El que proporciona el Espíritu de Dios realiza Su obra entre ellos por las obras de la ley o por la fe en el evangelio (Gálatas 3:5)? La cuestión es que resulta contradictorio reconocer el papel de la fe al principio para luego volver a las obras y a la obediencia a la ley. La ley no es de la fe (Gálatas 3:12).
Por si los gálatas lo habían olvidado, Pablo les recuerda que Abraham, que vivió mucho antes de que se diera la ley, fue justificado por Dios mediante la fe. Abraham creyó en Dios, y le fue contado por justicia (Gálatas 3:6; en referencia a Génesis 15:6). Los que comparten la fe de Abraham son sus "hijos" (Gálatas 3:7). Los gálatas se consideraban hijos de Abraham, y percibían la necesidad de mantener su antigua herencia. Pablo les recuerda que el legado de Abraham no era la obediencia a la ley ni las obras de la carne; era la fe en Dios.
Pablo añade que la salvación por la fe no es nada nuevo. Dios la había anunciado mucho antes a Abraham (Gálatas 3:8). Tal como Dios había prometido, personas de todas las familias de la tierra se salvarían por la fe y, en última instancia, serían bendecidas con Abraham (Gálatas 3:9). Por otra parte, todos los que intentan obedecer la Ley están bajo maldición, porque tienen que obedecer todos los mandamientos a la perfección (Gálatas 3:10; Santiago 2:10). De hecho, la Ley de Moisés nunca tuvo la finalidad de proporcionar la justicia, que siempre y únicamente ha venido por la fe (Gálatas 3:11).
Pablo señala que la ley no es (o procede) de la fe (Gálatas 3:12). La ley consistía en obras para demostrar la necesidad de la fe. Pablo explica que "las Escrituras declaran que todos somos prisioneros del pecado, así que recibimos la promesa de libertad que Dios hizo únicamente por creer en Jesucristo" (Gálatas 3:22, NTV). Antes de creer, las personas estaban bajo el dominio de la ley, como un niño está bajo un tutor (Gálatas 3:23). Así pues, la Ley ayuda a poner de manifiesto la profundidad y la gravedad de nuestra falta de la gloria de Dios. La Ley de Moisés, en particular, sirve de tutor para mostrarnos la necesidad de la salvación por la fe en Jesús (Gálatas 3:23). La ley no es de fe, pero la ley nos ayuda a ver la necesidad de la fe. Por las obras de la ley nadie puede ser justo a los ojos de Dios. Debemos confiar en Su justicia, que Él concede gratuitamente a todos los que creen en Jesucristo.
Una forma de reconocer que la ley no es de fe es el hecho de que la Ley de Moisés era un pacto condicional que exigía la obediencia del pueblo de Israel para recibir la bendición de Dios sobre la nación (Deuteronomio 28-29). Todos los demás pactos que Dios hizo con la humanidad son incondicionales. El preanuncio del Evangelio que Pablo cita en Gálatas 3:8 formaba parte del pacto incondicional de Dios con Abraham (Génesis 12:2-3). La buena nueva de la justicia siempre ha sido por la fe y nunca por condiciones de obediencia. La ley no es de fe.
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¿Qué significa que la ley no es de fe (Gálatas 3:12)?