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Pregunta

¿Qué son los límites?, y ¿son bíblicos?

Respuesta


Un límite es una "línea divisoria". En geografía, un límite es lo que marca el final de una propiedad o jurisdicción y el comienzo de otra. En las relaciones interpersonales, un límite es lo que divide a una persona de otra, para que cada una pueda tener identidades, responsabilidades y privilegios separados. Un límite crea el "espacio" necesario entre las personas. Los límites sanos definen las expectativas y muestran respeto por los demás.

Desde el punto de vista bíblico, los límites están relacionados con el autocontrol. La Biblia nos ordena que nos controlemos a nosotros mismos, aunque nuestra naturaleza humana desea controlar a los demás (Tito 2:12). Los límites personales ayudan a limitar nuestra inclinación egoísta para controlar o manipular a los demás. Asimismo, los límites nos protegen de aquellos que no tienen autocontrol y que desean controlarnos. Una persona con límites claros y sólidos comunica a los demás lo que es y no es permisible, diciendo, en efecto, "esta es mi zona, y no tienes derecho a interferir".

Los límites se pueden utilizar de forma sana y de forma pecaminosa. Si queremos saber qué límites son piadosos, debemos examinar el motivo. ¿Te estás protegiendo a ti mismo o a alguien más débil de un posible daño, ya sea emocional o físico? Si es así, entonces estás estableciendo límites sanos y necesarios. Sin embargo, si mantienes la distancia simplemente porque deseas excluir a alguien, eso es pecaminoso. Los límites que crean grupitos o prohíben oportunidades de ministerio no son útiles.

Los límites apropiados ayudan a los creyentes a mantener fuera las influencias mundanas. Los hijos de la luz no tienen comunión con las tinieblas y, por lo tanto, están separados del mundo (2 Corintios 6:14). Ser amable y amigable se asemeja a Cristo, pero no debemos adoptar la forma de hacer las cosas del mundo (Santiago 4:4). Nuestro deseo no es alejar a la gente, pero cuando las personas son destructivas, los límites que establecemos pueden restringir el mal que puedan cometer contra nosotros.

Los límites tienen que ver con asumir la responsabilidad de nuestra propia vida. Dios nos da la libertad de elegir vivir dentro de Sus límites o fuera de ellos, y vivir fuera de los límites de Dios significa aceptar las consecuencias. Vivir dentro de los límites de Dios trae bendición, y vivir fuera de ellos trae destrucción y muerte (Romanos 6:23). Adán y Eva tenían un límite en el Jardín del Edén: abstenerse del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. El Señor les dio libertad para permanecer dentro de Sus límites, pero ellos eligieron sobrepasar el límite y pecar. Su respuesta a la revelación que Dios hizo de su pecado fue culpar a otra persona en lugar de asumir la responsabilidad por su falta de autocontrol. Eva culpó a Satanás y Adán a Eva (Génesis 3:12-13). Los límites limitan los comportamientos destructivos, y es por eso que tanto Dios como la sociedad tienen leyes y consecuencias para aquellos que las sobrepasan (Romanos 13:1-4).

Un matrimonio sano requiere límites. Los límites matrimoniales mantienen el sexo y la intimidad dentro de la relación respetando las necesidades de cada persona. La violación de estos límites rápidamente destruirá la confianza.

Los límites también son útiles en la crianza de los hijos. Establecer límites saludables para los niños los protegerá (Proverbios 22:6). Los límites no saludables tienden a ser controladores y de motivación egoísta. Los límites deben guiar al niño para que se convierta en la persona que Dios creó para que fuera. Los límites permiten a los niños desarrollar una identidad diferente a la de sus padres dentro de la seguridad de su familia. Sin una identidad, las personas se "convierten" en otras personas o esperan que no haya diferencias.

Los niños con frecuencia sienten que los límites son "malos" cuando son inmaduros. Cuando crecen, normalmente se dan cuenta de que los límites eran para mantenerlos a salvo. Los adultos que se criaron sin límites de protección generalmente sienten que alguien que les dice "no" es "malo", porque nunca aprendieron a auto controlarse. Naturalmente, cuando los niños no consiguen lo que quieren, se sienten decepcionados, aunque aprender a aceptar el "no" de los demás es esencial para el carácter piadoso; sin embargo, establecer límites con los niños debe hacerse de forma amorosa para que el niño se sienta amado (Efesios 6:4; Colosenses 3:21; Tito 2:4). La instrucción del Señor para los padres es que enseñen los límites al niño (Proverbios 19:18). Los límites ayudan a un niño a ver que la vida no consiste en conseguir lo que quiere, sino en rendirse al Señor y seguirlo. Los límites establecidos con amor incondicional enseñarán a los niños a rendirse al Señor porque confían en que Dios sabe lo que es mejor y les dará verdadera satisfacción.

Es importante aprender los límites cuando se es niño. Es más difícil aprender los límites más adelante en la vida. Los niños no crecerán para respetar los límites de Dios si no aprenden los límites en su hogar. Es necesario modelar; los padres no pueden enseñar los límites y no cumplirlos ellos mismos.

Una persona con límites sanos asume la responsabilidad de su propia vida y permite que los demás vivan la suya. El objetivo de los límites es hacer sacrificios por las personas cuando sea apropiado, pero nunca de forma destructiva. Debemos estar disponibles para las personas cuando están en crisis, pero no disponibles para las exigencias indulgentes. Ser amable no es un cheque en blanco para que los demás agoten continuamente nuestra cuenta emocional. Decir "sí" por miedo al rechazo es en realidad un motivo egoísta para ser amable. Ser amable para ganarse el favor de alguien es hipócrita y muestra una necesidad de límites. El miedo a la desaprobación del hombre puede conducir a la codependencia, que es la alternativa poco saludable a la interdependencia.

Los límites nos enseñan a aceptar a los demás como seres diferentes, pero que siguen siendo valiosos. Dios utiliza los límites para ayudarnos a apreciar las diferencias en las personas en lugar de sentirnos molestos por ellas. Un amigo piadoso nos dice lo que necesitamos oír, no necesariamente lo que queremos oír (Proverbios 27:6). Somos libres de ser nosotros mismos con los demás si nos controlamos. Los límites no son egoístas cuando usamos nuestra libertad para servir y amar al otro porque estamos manteniendo nuestra propia naturaleza bajo control (Gálatas 5:13). En una relación piadosa, ambas personas son libres de amarse y de ser ellas mismas porque ninguna está usando o manipulando a la otra.

El dominio propio es un fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23). Un creyente que ve su necesidad de autocontrol para poder asumir la responsabilidad de sus propias acciones y no invadir a los demás, buscará la ayuda del Señor para crecer en este aspecto del carácter. Los límites son un fruto de la sumisión a la voluntad de Dios, y Él nos permitirá tomar decisiones acertadas.

Ser como Cristo significa que podemos decir "no" de manera desinteresada y beneficiosa. A veces, el amor requiere que digamos "no" a los que amamos. Por ejemplo, si un miembro de la familia está abusando del alcohol en una reunión familiar, lo más apropiado es decirle que no lo haga. Así, se ha establecido un límite adecuado. Si la respuesta es enfadarse, irse y no volver nunca más, entonces esa persona simplemente no ha sido capaz de respetar el límite. No es pecaminoso decir "no" a alguien si está cruzando los límites personales de manera dañina y destructiva. Cada joven o chica en una relación debe tener límites claros que no han de ser cruzados.

Los límites pueden ser difíciles de establecer porque decir "no" puede haber estado fuera de los límites o haber sido enseñado erróneamente como algo malo. Dios dice que hay que decir la verdad con amor (Efesios 4:15). Dios nos dice que nos controlemos con humildad, que enfrentemos con amor el pecado, que aceptemos con gracia a los demás y que venzamos el mal con el bien (Romanos 12:21). Además, Él promete sabiduría en toda circunstancia (Santiago 1:5).

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