Pregunta
¿Cómo puedo mantener una buena actitud cuando estoy luchando con las hormonas / hormonal?
Respuesta
Las hormonas son sustancias naturales producidas en el organismo que regulan e influyen en la forma en que este crece y se desarrolla. En determinados momentos de la vida de una persona, se producen hormonas adicionales para facilitar los brotes de crecimiento, como durante la adolescencia. En otros momentos, los niveles hormonales disminuyen, como durante y después de la menopausia. Mantener una buena actitud cuando se lucha contra las hormonas ha sido difícil para todos en algún momento de nuestras vidas.
Las hormonas, como cualquiera de las sustancias naturales de nuestro cuerpo, pueden afectarnos tanto de forma positiva como negativa. Un aspecto negativo de un desequilibrio hormonal es la irritabilidad y las emociones demasiado sensibles. Este desequilibrio suele considerarse un problema femenino, pero los hombres y los niños también se ven afectados por desequilibrios hormonales que se pueden manifestar como agresividad o ira. En lugar de limitarnos a excusar un comportamiento inadecuado, deberíamos buscar la sabiduría de Dios al respecto. ¿Qué espera Dios que hagamos cuando las hormonas están enfurecidas?
La Biblia no permite que las condiciones físicas contribuyan a un mal comportamiento. Los mandamientos son mandamientos, nos guste obedecerlos o no. Somos responsables de nuestras acciones, no de nuestros sentimientos. Así que un paso importante para mantener una buena actitud es aceptar la responsabilidad de nuestras acciones, incluso cuando sospechamos que las hormonas juegan un papel en cómo nos sentimos. Admitir ante Dios y ante nosotros mismos que nos sentimos fuera de control puede ayudarnos mucho a recuperar el control. Esa honestidad también es una buena práctica para aprender a morir a nuestra carne (Romanos 6:6; 2 Corintios 5:17). Decidir hacer lo correcto mientras luchamos contra sentimientos abrumadores puede ayudarnos a crecer espiritualmente y a desarrollar el autocontrol, lo que nos beneficia en todos los sentidos.
En casos extremos de lucha con las hormonas, puede ser necesaria una visita al médico. A veces hay otros factores en juego que podrían indicar un problema más grave. Si una persona reconoce que los desequilibrios hormonales periódicos están creando tensiones y lastimando sentimientos dentro de la familia o el lugar de trabajo, puede ser el momento de reestructurar los horarios para minimizar las interacciones personales. Cuando el ciclo está en su peor momento, es mejor mantenerse alejado de la gente que arriesgarse a herir sentimientos y dañar las relaciones. La persona que lucha contra las hormonas puede avisar a sus allegados y disculparse por adelantado, asegurándoles que pronto volverá la normalidad. Al advertir a nuestros allegados, asumimos la responsabilidad de nuestros actos, en lugar de buscar pelea y culpar a los demás.
Los seres humanos somos fábricas de excusas y, por desgracia, los avances en los conocimientos médicos nos han proporcionado un almacén lleno de excusas biológicas. Podemos culpar de la embriaguez a una "enfermedad", del adulteriocastigo-por-el-adulterio.html">adulterio a una "adicción" y del odio o la agresividad a las "hormonas". Dios nunca acepta nuestras excusas, así que nosotros tampoco deberíamos. A veces obedecerle es fácil, y otras no, pero nuestra responsabilidad sigue siendo la misma. Confesar nuestras malas actitudes como pecado (1 Juan 1:9), buscar el perdón (Miqueas 7:18) y pedir la fuerza de Dios para vencer (Romanos 8:37) siempre son las respuestas correctas cuando luchamos con las hormonas.
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