Pregunta
¿Tiene algún significado una luna llena en la Biblia?
Respuesta
La luna es una de las "lumbreras" que Dios creó en el cuarto día de la creación (Génesis 1:14–18). Estas grandes luces fueron creadas para ayudar a la humanidad a marcar el paso del tiempo y la rotación de la tierra. Las culturas antiguas basaban sus estaciones, e incluso sus celebraciones, en las fases de la luna. Últimamente hemos oído mucho sobre las "lunas de sangre" como una señal de que el regreso de Jesús es inminente, pero ¿tiene alguna relevancia bíblica una luna llena?
Las lunas llenas son mencionadas en algunos lugares de las Escrituras, pero no de formas que marquen algún significado particular. Las lunas nuevas marcaban el comienzo de los meses en el calendario hebreo basado en la luna y también significaban cuando los israelitas debían traer sacrificios al Señor (Números 10:10; 28:11). El Salmo 81:3 alude a las fiestas de celebración celebradas "cuando sea luna llena. El profeta Joel predijo que el sol se convertirá en oscuridad y la luna en sangre antes de la llegada del gran y temible día del SEÑOR (Joel 2:31; cf. Apocalipsis 6:12). Isaías 30:26 habla de una luna anormalmente brillante que jugará un papel cuando llegue el Día del Señor.
Los seres humanos tenemos la tendencia a adorar cualquier cosa que parezca mayor que nosotros, y la adoración a la luna (o la adoración a la diosa luna) ha sido un problema histórico. Dios nos advirtió sobre esto en Deuteronomio 4:19: "Y ten cuidado, no sea que levantes los ojos al cielo y veas el sol, la luna, las estrellas y todo el ejército del cielo, y seas impulsado a adorarlos y servirlos, cosas que el SEÑOR tu Dios ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos” (NBLA). Algunas culturas han atribuido cualidades divinas al sol y la luna y han construido altares para adorarles. Pero la luna es una creación de Dios, al igual que la tierra, y no es digna de adoración o alabanza. Cuando desviamos nuestro enfoque del Creador a la creación, somos culpables de idolatría (Romanos 1:25).
Una importante verdad espiritual que podemos aprender de la luna llena es que, por brillante y hermosa que parezca una luna llena, no tiene brillo propio. Depende completamente del sol para su luz. Sin el sol, la luna no es más que un pedazo de roca oscura. De la misma manera, nosotros los seres humanos no tenemos luz propia. Fuimos creados a imagen de Dios para reflejar Su brillo y gloria (Génesis 1:27). Cuando estamos orientados a enfrentar la majestuosidad de Dios Todopoderoso, cuando nos rendimos a Él y lo buscamos con todo nuestro corazón, reflejamos su gloria (Mateo 5:14). Fuimos creados para ser reflectores de Su luz en este mundo (Juan 1:4–5). Cuando brillamos en la gloria de Dios, no debemos ser adorados, como no se debe adorar a la luna. Debemos apuntar a las personas hacia Jesús comprometiéndonos a reflejar Su luz (Juan 8:12).'
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