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Pregunta

¿Cómo puedo mantener la fe?

Respuesta


Primera de Timoteo 4:16 nos exhorta a guardar la fe: "Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello". Cuando Pablo visitó las iglesias recién establecidas en Asia Menor, su objetivo era confirmar "los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe" (Hechos 14:22). Otros pasajes que nos llaman a mantener la fe son Hebreos 12:1 y Efesios 6:13. La Biblia también nos da consejos sobre cómo hacerlo.

Mantener la fe requiere recordar lo que nos llevó a la fe en un principio. Debemos recordar intencionadamente la gracia de Dios en nuestras vidas. Hebreos 12:1b-3 dice: "corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar". En la práctica, esto significa recordar el maravilloso don de la salvación de Dios y seguir el ejemplo de nuestro Salvador, que "soportó" las pruebas de esta vida. Debemos "poner nuestros ojos" en Jesús. A muchas personas les resulta útil orar y llevar un diario. Los santos del Antiguo Testamento demostraron a menudo la importancia de recordar. A los israelitas se les ordenó erigir monumentos conmemorativos, y muchas de las fiestas judías estaban diseñadas para recordar y celebrar la liberación de Dios. Deuteronomio 4:9 dice: "Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos". El Salmo 103:2 (NBLA) dice: "Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de Sus beneficios". Cuando alabamos a Dios, recordamos su bondad pasada, y eso hace que sea más fácil seguir confiando en Él ahora.

Mantener la fe requiere un amor por la verdad y un compromiso con la Palabra de Dios. Primera de Timoteo 4:1 dice que, en los últimos días, los que abandonan la fe escucharán "espíritus engañadores y a doctrinas de demonios". Aceptar "otro evangelio" (Gálatas 1:6-7) es caer en el error. Pablo exhortó a Timoteo: "pelees la buena batalla, guardando la fe y una buena conciencia"; los que ignoran este mandamiento naufragaron "en lo que toca a la fe" (1 Timoteo 1:18-19, NBLA). Debemos probar "los espíritus si son de Dios" (1 Juan 4:1). El Espíritu de la verdad nunca nos llevará a la falsedad (Juan 16:13).

Guardar la fe también implica crecer en Cristo. Jesús es el autor de nuestra fe (el que inició la relación), y es el perfeccionador de nuestra fe (el que la llevará hasta el final). De principio a fin, Jesús es la fuente de nuestra fe. Recordamos lo que ha hecho y esperamos lo que hará. En la práctica, esto implica tener una vida de oración activa, estudiar la Palabra de Dios y profundizar en Su verdad.

Mantener la fe también tiene que ver con la comunidad. La vida cristiana no se vive exclusivamente entre Dios y el individuo; se vive en comunidad con otros cristianos. Hebreos 10:23-25 dice: "Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca". Los hermanos pueden animarnos a mantener la fe. Pueden exhortarnos cuando vamos por mal camino. Pueden unirse a nuestra alegría y a nuestra tristeza (Romanos 12:15).

Nos enfrentaremos a pruebas y tentaciones en la vida (Juan 16:33; Santiago 1:2-4). Nuestra fe se verá desafiada. Ahora bien, no solo en los momentos difíciles nos atrincheramos y luchamos por nuestra fe. No, luchamos por nuestra fe siempre. Lo que hacemos hoy nos prepara para lo que nos espera mañana. Dios actúa siempre en nuestras vidas. Nuestra fe debe estar siempre creciendo. Segunda de Pedro 1:3-11 dice: "Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia...vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo...Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo". Mantenemos la fe recordando la fidelidad de Dios y creciendo en nuestra relación con Él.

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