Pregunta
¿Debe un cristiano unirse a una milicia?
Respuesta
Una milicia se define generalmente como una fuerza militar opuesta al gobierno o al ejército regular y que se desarrolla dentro de una sociedad. ¿Debería un cristiano participar en tal movimiento? Durante el ministerio público de Jesús, muchos judíos se opusieron al gobierno romano que dominaba a Israel. Incluso había una especie de milicia, llamada los Zelotes, que se resistía activamente al gobierno romano. Aunque Jesús se preocupaba profundamente por la nación de Israel, no alentó a sus seguidores a formar una milicia o unirse a los Zelotes. En cambio, se centró en el reino de Dios que no era de este mundo (ver Juan 18:36).
En Romanos 13:1–2, el apóstol Pablo habla de la relación entre los cristianos y el gobierno: "Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos". Pedro comparte palabras similares en 1 Pedro 2:13–17.
Entonces, la regla general para los cristianos es la sumisión al gobierno. La única excepción es cuando a los cristianos se les dice que desobedezcan un mandamiento directo de Dios. Cuando a los apóstoles se les ordenó que no enseñaran más en el nombre de Jesús, ellos respondieron: "Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído" (Hechos 4:19–20).
Un vistazo al Antiguo Testamento también ofrece ejemplos importantes. En el libro de Daniel, Daniel se negó a dejar de orar a Dios, incluso cuando su oración iba en contra de la ley persa (Daniel 6). Los tres amigos de Daniel se negaron a postrarse ante un ídolo, aunque negarse a hacerlo se castigaba con la muerte (Daniel 3). En ambos casos, su razón para desobedecer a las autoridades gobernantes se basaba en un mandato claro en la Palabra de Dios. Incluso en esas situaciones, Daniel y sus amigos se opusieron pacíficamente; no formaron una milicia.
La Biblia enseña a los creyentes a orar por sus líderes gobernantes (2 Timoteo 2:1–4). Cuando no estamos de acuerdo con las acciones de nuestro gobierno, la oración y la vida piadosa son una fuerza mucho más poderosa que unirse a una milicia.
Aunque siguen existiendo muchas injusticias en el mundo, la Escritura promueve dos respuestas importantes. Primero, nuestra misión es la Gran Comisión. Estamos llamados a hacer discípulos de todas las naciones en lugar de unirnos a una milicia dentro de nuestra nación. Segundo, Jesús volverá un día y pondrá todo en su lugar (Apocalipsis 21-22). Quizás no podamos corregir los males de nuestra sociedad con nuestra propia fuerza, pero podemos seguir al Único que sí puede.
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¿Debe un cristiano unirse a una milicia?