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Pregunta

¿Cómo puedo motivarme más para ganar almas?

Respuesta


Estar motivado para ganar almas es algo bueno, pero antes debemos definir algunos términos. Ganar almas es una metáfora del evangelismo o testimonio. Como tal, es algo bueno que debemos hacer. La Biblia nos llama a evangelizar. La evangelización es el núcleo de la Gran Comisión (Mateo 28:19-20). Los cristianos están llamados a ser testigos de su fe ante un mundo que los observa (Hechos 1:8). De hecho, la palabra mártir viene del griego y significa "testigo". Los primeros cristianos con frecuencia eran condenados a muerte por su "testimonio" de Cristo. Claramente, estas personas estaban tan motivadas por ganar almas que dieron sus vidas por esa causa.

¿Cómo podemos estar más motivados para ganar almas? La Biblia enseña que todas las personas nacen en pecado (Romanos 3:23; Efesios 2:1-3) y que todos seremos juzgados por nuestros pecados por un Dios santo (Romanos 6:23). La Biblia enseña que la única manera de evitar este juicio es arrepentirnos de nuestro pecado y aceptar a Jesucristo por la fe (Efesios 2:8-9). Si alguien que conociéramos se estuviera muriendo y tuviéramos la cura para su enfermedad, ¿nos motivaría eso a compartir ese conocimiento con él? La realidad es que todas las personas tienen una enfermedad espiritual terminal (el pecado) y, como cristianos, conocemos la cura para esa enfermedad (Jesús). Esta verdad debería ser una gran motivación para que demos testimonio del evangelio de Jesucristo. Saber que aquellos que rechazan la "cura" para su enfermedad espiritual pasarán una eternidad en el infierno debería ser motivación suficiente para instarles a considerar las terribles consecuencias de su decisión.

Si los cristianos no están motivados para la evangelización, podría muy bien deberse a que no estamos oyendo predicar el Evangelio fiel y plenamente en nuestras iglesias. En algunas partes del mundo, las iglesias han intentado hacer el mensaje cristiano más comercializable para las sensibilidades modernas. La predicación sobre el pecado, el juicio, el infierno y la salvación solo a través de Jesús no se enfatiza tanto como los mensajes sobre cómo el cristianismo puede mejorar nuestras vidas: mejorar nuestros matrimonios, ayudarnos a criar a nuestros hijos y ayudarnos a eliminar los malos hábitos. Lo pragmático ha sustituido a lo teológico en muchas iglesias. Este tipo de cristianismo puede resultar más atractivo para un mundo posmoderno, pero no confronta a las personas con la verdad de su pecado y su necesidad de salvación, disponible solo en Jesús. Las almas no se ganan con promesas de una vida mejor aquí y ahora, sino con el poder del Evangelio como única solución a nuestro pecado.

Aquí es donde debemos tener cuidado. Algunos cristianos ven el ganar almas como algo que ellos hacen. En otras palabras, se considera que el éxito o el fracaso en la evangelización se debe en gran medida a los esfuerzos del evangelista. Esta mentalidad ha convertido al evangelismo de un paradigma de "testimonio" a un paradigma de "persuasión". Un testigo es alguien que simplemente cuenta lo que ha visto, oído y experimentado. Los testigos en un tribunal están obligados a "decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad". Un testigo no busca persuadir; no busca convencer; todo lo que busca es ser fiel para proclamar lo que sabe que es verdad y por qué sabe que es verdad.

La persuasión adopta una forma muy distinta. En la persuasión, una persona se esfuerza por hacer cambiar de opinión a otra. En la persuasión no es extraño alterar o reformular el mensaje para hacerlo más atractivo para los demás. En la persuasión, lo más importante no es la verdad del mensaje, sino la respuesta del individuo a ese mensaje.

Si el ganar almas es un producto de nuestro propio esfuerzo individual, en lugar de una obra del Espíritu Santo (2 Tesalonicenses 2:13), entonces el evangelismo se convierte en nuestro esfuerzo persuasivo. La meta de ganar almas se convierte en asegurarnos de lograr que alguien llegue a ese momento de decisión y acepte a Cristo en su vida. Uno puede preguntarse: "¿Cuál es el problema con eso?". Si la meta del evangelismo es lograr que la gente llegue a ese momento de decisión, entonces existe toda la tentación de "hacer lo que sea necesario" para que eso suceda. Esta mentalidad ha conducido a lo que caracteriza a los diversos movimientos de "crecimiento de la iglesia", como el movimiento sensible al buscador o el movimiento emergente, que tratan de hacer que el cristianismo sea más relevante y atractivo para un mundo moderno. A primera vista, esto suena bien y noble, pero ¿a qué precio? La Biblia dice que el Evangelio tiene poder de salvación y que no debemos avergonzarnos de él (Romanos 1:16-17). Tenemos que evitar el paradigma de la persuasión y volver al paradigma del testimonio, en el que la verdad del Evangelio se proclama fielmente.

Todo se reduce a esto: ¿creemos que Dios es verdaderamente soberano, incluso sobre la salvación? Si es así, entonces es Dios quien gana almas. Es el Espíritu Santo quien trae el nuevo nacimiento. Es Jesucristo quien murió para salvar al mundo. Los cristianos están llamados a ser testigos del mundo proclamando este evangelio de salvación. La proclamación del evangelio es el medio a través del cual el Espíritu Santo trae arrepentimiento y fe a la vida de las personas. Qué puede ser más motivador para ganar almas que saber que, a través de nuestra fiel proclamación del Evangelio, Dios está salvando a muchas personas (Efesios 1:4-5).

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