Pregunta
¿Qué significa que todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo (1 Juan 5:4)?
Respuesta
En 1 Juan 5:1-12, el apóstol Juan habla de la victoria de la fe cristiana. Los cristianos auténticos creen que Jesucristo es el Hijo encarnado de Dios y Salvador del mundo, y demuestran esa fe amando a Dios Padre y obedeciendo Sus mandatos. Esa fe tiene una recompensa especial, que es la victoria sobre el mundo: "Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo. Y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe" (versículo 4, NBLA).
Ser "nacido de Dios" significa literalmente "ser engendrado por Dios". Los creyentes redimidos, "nacidos de Dios", tienen la naturaleza divina en su interior a través del Espíritu Santo que mora en ellos (Juan 3:5-8). Los que ponen su fe en Jesucristo llegan "a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en Su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios" (Juan 1:12-13, NBLA).
El verbo traducido como "vencer" en 1 Juan 5:4 es uno de los favoritos de Juan (ver 1 Juan 2:13-14; Apocalipsis 2:7, 11, 17, 26; 3:5, 12, 21). Se refiere a obtener una victoria sobre algo o alguien, como en una contienda o conflicto militar. Los cristianos son vencedores no por ninguna virtud particular suya, sino porque han nacido de Dios y tienen el Espíritu de Cristo viviendo en ellos. Esta fuente espiritual interior es mayor que cualquier poder de este mundo (1 Juan 4:4).
Hay distintos tipos de conflictos en la vida cristiana que los creyentes superan. "El mundo" aquí en 1 Juan 5:4 se refiere explícitamente al sistema mundano, compuesto por quienes viven en pecado y rebelión contra Dios y gobernados por poderes satánicos de las tinieblas (ver Juan 3:19-20; Gálatas 1:4; 1 Juan 2:15-16).
Los cristianos están librando una verdadera batalla contra el diablo y sus fuerzas espirituales. Los creyentes "no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales" (Efesios 6:12, NTV; ver también 1 Tesalonicenses 2:18; 1 Pedro 5:8-9). Jesucristo, mediante Su muerte en la cruz, desarmó a estas fuerzas espirituales y nos dio la victoria sobre ellas (Colosenses 2:15). Jesús rompió el poderoso dominio mortal del diablo sobre nosotros (Juan 11:25-26; Hebreos 2:14; 1 Corintios 15:22-23, 54-57).
No obstante, en Efesios 6:11-17, el apóstol Pablo enseña a los creyentes que deben seguir venciendo al mundo mediante la oración y la guerra espiritual, manteniéndose alerta y en guardia contra los ataques sorpresa del diablo: "Revístanse con toda la armadura de Dios para que puedan estar firmes contra las insidias del diablo" (versículo 11, NBLA; ver también 1 Pedro 5:8-9).
Vencer "al mundo" también se refiere a la victoria del creyente sobre el pecado: "Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios" (1 Juan 3:9; ver también 1 Juan 5:18; Romanos 6:11-14; 7:24-25). Juan no está diciendo que nunca volveremos a pecar como cristianos (ver 1 Juan 1:8, 10). Al contrario, nos anima a llevar un estilo de vida de cuidadosa y constante resistencia al pecado (Hechos 20:28; 1 Corintios 15:34; 1 Pedro 2:11; Hebreos 3:13; Santiago 1:21) para que, cuando nos equivoquemos, confesemos humildemente nuestros pecados y recibamos Su perdón purificador (1 Juan 1:9). Cuando fracasamos, no nos rendimos. Cuando caemos, volvemos a levantarnos, firmes en nuestra confesión de fe hasta el final (1 Corintios 16:13; Gálatas 5:1; 1 Tesalonicenses 3:8). Cuando somos tentados, resistimos al diablo (Santiago 4:7; Romanos 6:13; Efesios 4:26-27) y buscamos la vía de escape que Dios siempre proporciona (1 Corintios 10:13; Hebreos 2:18; 4:15-16). Cada día, dependemos únicamente de Dios para obtener fortaleza, gracia, dirección, propósito y sabiduría para vivir para Él y seguir Su plan (Proverbios 3:5-6; 2 Corintios 12:9; Tito 2:11-13; 2 Pedro 1:3-4).
Los nacidos de Dios vencemos a este mundo cuando soportamos aflicciones, problemas, pruebas, sufrimiento y angustia (Juan 16:33; Santiago 1:12; Romanos 8:35-39). A través de todo ello, el amor siempre presente de Cristo nos sostiene, y "a pesar de todas estas cosas, nuestra victoria es absoluta por medio de Cristo, quien nos amó" (Romanos 8:37, NTV). En última instancia, recibimos la corona del vencedor de la vida eterna (1 Corintios 9:25; Santiago 1:12; 2 Timoteo 4:7-8; 1 Pedro 5:4; Apocalipsis 2:7, 10; 4:4, 10).
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¿Qué significa que todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo (1 Juan 5:4)?