Pregunta
¿Qué significa que Dios no luchará con el hombre para siempre (Génesis 6:3)?
Respuesta
El caos moral llenó la tierra durante el periodo histórico que precedió al diluvio. La maldad en los corazones de la gente se había vuelto tan omnipresente que Dios decidió pulsar el botón de reinicio (ver Génesis 6:5-8, 11-13). La humanidad recibiría un nuevo comienzo con otra oportunidad de obedecer al Señor. Con este telón de fondo, Dios dijo: "Mi Espíritu no luchará para siempre con el hombre, porque ciertamente él es carne. Serán, pues, sus días 120 años" (Génesis 6:3, NBLA).
Algunos eruditos creen que los 120 años de Génesis 6:3 se refieren a una vida más corta, posterior al diluvio, que Dios comenzaría a imponer a los humanos. Antes del diluvio, la gente vivía cientos de años más que después del diluvio (ver Génesis 5; cf. Génesis 11:10-26), pero muchas personas después del diluvio todavía vivieron mucho más allá de los 120 años. Asimismo, el Salmo 90:10 dice: "¡Setenta son los años que se nos conceden! Algunos incluso llegan a ochenta" (NTV). Por consiguiente, 120 años no parece indicar un nuevo promedio de vida después del diluvio.
Otra interpretación de los 120 años sugiere que era el tiempo que quedaba antes del diluvio. En la riqueza de su gracia, Dios le estaba dando a la gente tiempo más que suficiente para arrepentirse. Este concepto concuerda con la afirmación inmediatamente anterior de que el Espíritu de Dios no lucharía con el hombre para siempre.
La palabra hebrea traducida como "luchar" (NBLA), "contender" (RVR1960) y "permanecer" (NVI) aparece solo una vez en el Antiguo Testamento. Su origen y significado son inciertos. Podría significar "quedarse" en el sentido de permanecer con alguien, o "discutir" en el sentido de luchar o tener una discusión con alguien. En cualquier caso, en tiempos de Noé, sabemos que Dios ya no podía tolerar la corrupción y la rebelión que se habían apoderado de los corazones humanos. Vivir con ello le resultaba tan perturbador que "le dolió en su corazón" (Génesis 6:6). Así pues, Dios no luchará para siempre con el hombre, parece significar que el Señor no soportará indefinidamente nuestra desobediencia pecaminosa.
Sabemos por las Escrituras que Dios es excepcionalmente paciente con la humanidad (Éxodo 34:6; Números 14:18; Salmo 78:38; Isaías 48:9; Hechos 13:18; Romanos 2:4). Ciento veinte años es mucho tiempo para retrasar el juicio. El apóstol Pedro hace esta conexión al escribir sobre el diluvio: "Deliberadamente olvidan que hace mucho tiempo Dios hizo los cielos por la orden de su palabra, y sacó la tierra de las aguas y la rodeó con agua. Luego usó el agua para destruir el mundo antiguo con un potente diluvio. Por esa misma palabra, los cielos y la tierra que ahora existen han sido reservados para el fuego. Están guardados para el día del juicio, cuando será destruida la gente que vive sin Dios" (2 Pedro 3:5-7, NTV). Inmediatamente, Pedro destaca la gran paciencia de Dios al retrasar el juicio: "El Señor no se tarda en cumplir Su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con ustedes, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento" (2 Pedro 3:9, NBLA).
La "paciencia de nuestro Señor da tiempo para que la gente sea salva" (2 Pedro 3:15, NTV). El apóstol Pablo profundiza: "Aunque Dios tiene el derecho de mostrar su enojo y su poder, él es muy paciente con aquellos que son objeto de su enojo, los que están destinados para destrucción. Lo hace para que las riquezas de su gloria brillen con mucha más intensidad sobre aquellos a quienes les tiene misericordia" (Romanos 9:22-23, NTV). Por muy tolerante y misericordioso que sea, Dios no luchará con el hombre eternamente. No esperará indefinidamente a que nos arrepintamos (Lucas 13:3; Apocalipsis 2:5). Antes de que sea demasiado tarde y nuestros años lleguen a su fin, debemos elegir el bien y no el mal (Josué 24:15), servir y obedecer a Dios y no a nosotros mismos (Hebreos 11:24-26; Mateo 7:21). Porque Jesús dijo: "si ustedes no se arrepienten, todos perecerán igualmente" (ver Lucas 13:1-5, NBLA).
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¿Qué significa que Dios no luchará con el hombre para siempre (Génesis 6:3)?