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Pregunta

¿Qué significa que no debemos pagar a nadie mal por mal (Romanos 12:17)?

Respuesta


Romanos 12:17-21 aborda la idea de la venganza y comienza ordenando: "No paguéis a nadie mal por mal" (versículo 17). Esta instrucción va en contra de todas las tendencias naturales. Si otros arrojan cosas desagradables en nuestras vidas, por instinto queremos devolvérselas. Pero el cristiano no debe pagar mal por mal. Ver Proverbios 20:22 y 1 Tesalonicenses 5:15.

El apóstol Pablo escribió la carta de Romanos a los santos de Roma. En los capítulos 1-11 expone las verdades del Evangelio sobre la pecaminosidad del hombre, la justificación, la santificación, la glorificación futura y los planes de Dios para Israel. A lo largo de estos capítulos, Pablo nunca da una orden a la iglesia, sino que simplemente expone las realidades del evangelio. En el capítulo 12, Pablo comienza a dar aplicaciones de las verdades del evangelio que presentó y continúa haciéndolo hasta el final de la carta. Una de esas aplicaciones del evangelio es dejar que la venganza sea del Señor. No debemos pagar mal por mal.

Pablo quiere que los creyentes romanos devuelvan mal con bien, en lugar de mal por mal. De hecho, en el versículo siguiente (Romanos 12:18), Pablo suplica a los romanos que estén en paz con todas las personas, en la medida en que les sea posible. Si es posible, estén en paz. Tomar venganza no traerá la paz. Robar a alguien que te ha robado no es una estrategia eficaz para producir la paz con esa persona. Pablo expone un plan diferente, citando Proverbios 25:21: "Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza" (Romanos 12:20).

Castigar un acto malvado no es responsabilidad nuestra. Es la ira de Dios la que juzgará el mal. Dios se vengará y, en última instancia, juzgará las obras de la humanidad (Romanos 12:19; Apocalipsis 20:11-15; Hebreos 10:30). Nuestro papel es hacer "lo bueno" (Romanos 12:17) y "vencer con el bien el mal" (Romanos 12:21).

La superación del mal con el bien se puede ver en el Evangelio. Somos por naturaleza hijos de ira (Efesios 2:3), hostiles a Dios (Romanos 8:7; Colosenses 1:21). Sin duda, Dios juzgará a los que permanezcan en este estado (Apocalipsis 20:11-15). Sin embargo, Dios es misericordioso, bueno y bondadoso porque nos dio un camino para llegar a ser hijos de Dios (Efesios 2:4-7; Colosenses 1:21-22). El mal que hemos cometido (Romanos 5:12) es digno de la ira de Dios, pero Dios ha respondido con un camino misericordioso hacia la reconciliación y la adopción (Romanos 5:9). Jesús es el camino.

El Señor Jesús es el ejemplo perfecto de cómo no debemos pagar mal por mal. "Quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente" (1 Pedro 2:23). Durante las pruebas, la flagelación y la crucifixión, Jesús nunca arremetió contra Sus verdugos. Sin represalias, sin amenazas, sin vengarse de nadie. Simplemente, dejó el asunto de la justicia en manos de Su Padre celestial. Y en la cruz oró: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34). Aquel que nos enseñó a amar a nuestros enemigos practicó lo que predicaba (ver Lucas 6:35).

Ciertamente, hay lugar para la ira de Dios, y llegará a quienes no obedezcan el evangelio de Jesucristo (1 Corintios 15:1-7). Pero la venganza le pertenece al Señor, no a nosotros (Hebreos 10:30). Debemos caracterizarnos por la gracia, la bondad, la misericordia, el amor y la paz, no por la venganza.

"No paguéis a nadie mal por mal" (Romanos 12:17a) es el mandamiento, pero nadie dice que obedecerlo sea fácil. De hecho, la naturaleza humana desea desesperadamente pagar mal por mal. Usamos dichos como "la venganza es dulce" y "la venganza es un plato que se sirve frío". Sin embargo, con el poder del Espíritu Santo, podemos dejar de lado esos dichos mundanos y "procurad lo bueno delante de todos los hombres" (Romanos 12:17b).

El autor de Hebreos nos ofrece un camino para superar el deseo de pagar mal por mal: "Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar" (Hebreos 12:3). Debemos centrarnos en Cristo, siguiendo Su ejemplo de misericordia y perdón.

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