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Pregunta

¿Qué significa "que no sois vuestros" (1 Corintios 6:19)?

Respuesta


El apóstol Pablo desacreditó la falsa noción de que debido a que nuestros cuerpos físicos serán destruidos (1 Corintios 6:13) no tienen valor espiritual o eterno. Informó a los creyentes de Corinto: "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios" (1 Corintios 6:19-20).

A Dios le importa lo que hacemos con nuestros cuerpos porque pertenecen a Jesucristo en una intrincada unión espiritual y física: "¿No se dan cuenta de que sus cuerpos en realidad son miembros de Cristo? ¿Acaso un hombre debería tomar su cuerpo, que es parte de Cristo, y unirlo a una prostituta? ¡Jamás! ¿Y no se dan cuenta de que, si un hombre se une a una prostituta, se hace un solo cuerpo con ella? Pues las Escrituras dicen: "Los dos se convierten en uno solo". Pero la persona que se une al Señor es un solo espíritu con él" (1 Corintios 6:15-17, NTV).

En 1 Corintios 12:12-31, Pablo expone el concepto de que el cuerpo de un cristiano pertenece a Jesucristo y que todos los creyentes "en conjunto son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es parte de ese cuerpo" (versículo 27, NTV). ¿Cómo podemos tomar nuestros cuerpos -íntimamente unidos al Señor Jesucristo como están- y usarlos para propósitos profanos? Sin embargo, algunos creyentes en Corinto visitaban a las prostitutas del templo y tenían relaciones sexuales con ellas. Un cristiano no tiene derecho a usar su cuerpo para pecar intencionalmente. Jesucristo pagó un alto precio para redimir a los creyentes con Su propio cuerpo y sangre (Mateo 26:26-28; Marcos 10:45; Hechos 20:28; 1 Corintios 7:23; Efesios 1:7; 1 Pedro 1:18-19).

"No sois vuestros" significa que Dios te compró y ahora posee la propiedad de tu cuerpo. Antes éramos esclavos del pecado y de la muerte, pero Jesús "dio su vida para liberarnos de toda clase de pecado, para limpiarnos y para hacernos su pueblo, totalmente comprometidos a hacer buenas acciones" (Tito 2:14, NTV). Dios nos hizo "muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús" (Romanos 6:11). La vieja carne pecaminosa o mi antiguo yo "ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal, confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gálatas 2:20, NTV).

"No sois vuestros" significa que ya no sirves a los deseos egoístas de tu carne, sino que ahora eres un siervo del reino de Dios. Pablo instruye: "No dejen que ninguna parte de su cuerpo se convierta en un instrumento del mal para servir al pecado. En cambio, entréguense completamente a Dios, porque antes estaban muertos pero ahora tienen una vida nueva. Así que usen todo su cuerpo como un instrumento para hacer lo que es correcto para la gloria de Dios" (Romanos 6:13, NTV). "La verdadera forma de adorarlo", explica Pablo, consiste en ofrecer nuestros cuerpos a Dios como sacrificios vivos y santos por todo lo que Él ha hecho por nosotros (Romanos 12:1-2, NTV).

"No sois vuestros" significa que tu cuerpo es templo del Espíritu Santo. El Antiguo Testamento acentúa la santidad de la morada especial de Dios en el templo. Solo el sumo sacerdote podía entrar en el Lugar Santísimo donde moraba Dios, y solo una vez al año, en el Día de la Expiación (Levítico 16:1-34). Había que extremar las precauciones para no profanar este lugar tan sagrado.

Como creyentes, "el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús" habita en nosotros (Romanos 8:10-11). Como cuerpo unido de Cristo -la Iglesia- somos templo de Dios, porque el Espíritu de Dios vive en nosotros (1 Corintios 3:16). Nuestros cuerpos físicos son una "morada de Dios en el Espíritu" (Efesios 2:22, NBLA); por lo tanto, debemos tener sumo cuidado: "limpiémonos de todo lo que pueda contaminar nuestro cuerpo o espíritu. Y procuremos alcanzar una completa santidad porque tememos a Dios" (2 Corintios 7:1, NTV; véase también 2 Corintios 6:14-18).

"No sois vuestros" significa que estás llamado a dedicar tu cuerpo a Dios, haciendo morir las obras de tu naturaleza pecaminosa y viviendo a través del poder del Espíritu Santo. Antes de la salvación, nuestros cuerpos "se dejaron esclavizar por la impureza y el desenfreno, lo cual los hundió aún más en el pecado", pero ahora no entregamos "como esclavos a la vida recta" (Romanos 6:19). Lo hacemos caminando en el Espíritu, matando de hambre a la carne, dejándonos guiar por el Espíritu (Gálatas 5:16-26; Efesios 5:18) y practicando el domino propio y la disciplina (Romanos 6:12; 1 Corintios 9:27; 1 Tesalonicenses 4:4). Buscamos primero el reino de Dios (Mateo 6:33), tenemos hambre y sed de justicia (Mateo 5:6), y nos deleitamos con la Palabra de Dios (Deuteronomio 8:3; Salmo 119:9, 11; Mateo 4:4; Juan 6:63; 1 Pedro 2:2; Santiago 1:21).

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