Pregunta
¿A qué se refiere la Biblia cuando dice que recibiremos un nuevo corazón?
Respuesta
Con frecuencia, la Biblia habla del corazón. La palabra corazón puede significar diferentes cosas dependiendo del contexto. La mayoría de las veces, el corazón se refiere al alma de un ser humano que controla la voluntad y las emociones. El corazón es el "hombre interior" (2 Corintios 4:16). El profeta Ezequiel hace varias referencias a un "corazón nuevo" (por ejemplo, Ezequiel 18:31; 36:26). Un versículo muy citado es Ezequiel 11:19, donde Dios dice: "Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne". ¿Qué significa esto?
En Ezequiel 11, Dios se dirige a Su pueblo, los israelitas, prometiéndoles que un día los restaurará en la tierra y en una relación correcta consigo mismo. Dios promete reunir a los hebreos de las naciones donde habían sido dispersados (Ezequiel 11:17) y darles un corazón nuevo e indiviso (versículo 19). El resultado de recibir un corazón nuevo será la obediencia a los mandamientos de Dios: "para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios" (versículo 20). Esta profecía se cumplirá en el milenio, cuando Jesús, el Mesías, gobierne desde Sión e Israel haya sido restaurado en la fe (Romanos 11:26).
Alguien a quien Dios le ha dado un corazón nuevo se comporta de manera diferente. Saúl es un ejemplo de esto en 1 Samuel 10:1 y 9 (NBLA). Dios había elegido a Saúl para ser el primer rey de Israel. Saúl no era nadie, pero Dios lo eligió de todos modos y envió al profeta Samuel para ungirlo rey. "Entonces Samuel tomó el frasco de aceite, lo derramó sobre la cabeza de Saúl, lo besó y le dijo: ¿No te ha ungido el Señor por príncipe sobre Su heredad?". Samuel hizo varias predicciones para demostrar a Saúl que Dios lo había enviado, y el versículo 9 dice: "Cuando Saúl volvió la espalda para dejar a Samuel, Dios le cambió el corazón, y todas aquellas señales le acontecieron aquel mismo día". El nuevo corazón que Dios le dio a Saúl lo transformó de un don nadie común al rey de Israel. No solo cambió su estatus, sino que toda su perspectiva fue transformada por el poder de Dios.
El corazón humano fue creado para reflejar el propio corazón de Dios (Génesis 1:27; Santiago 3:9). Fuimos diseñados para amarle, amar la justicia y caminar en armonía con Dios y con los demás (Miqueas 6:8). Pero parte del diseño de Dios para el corazón humano es el libre albedrío. Ese libre albedrío conlleva la oportunidad de abusar de él, como lo hicieron Adán y Eva en el Jardín del Edén (Génesis 3:11). Dios desea que elijamos amarle y servirle. Cuando nos negamos obstinadamente a seguir a Dios, nuestros corazones, que fueron diseñados para comunicarse con Dios, se endurecen. Dios compara los corazones rebeldes con la piedra (Zacarías 7:12). A un corazón de piedra le resulta imposible arrepentirse, amar a Dios o agradarle (Romanos 8:8). Los corazones de la humanidad pecadora están tan endurecidos que ni siquiera podemos buscar a Dios por nosotros mismos (Romanos 3:11), y por eso Jesús dijo que nadie puede venir a Él si el Padre no lo atrae primero (Juan 6:44). Necesitamos desesperadamente corazones nuevos, porque somos incapaces por nosotros mismos de ablandar nuestros duros corazones. Un cambio de corazón hacia Dios requiere una transformación sobrenatural. Jesús lo llamó "nacer de nuevo" (Juan 3:3).
Cuando nacemos de nuevo, Dios nos hace un trasplante de corazón. Nos da un corazón nuevo. El poder del Espíritu Santo cambia nuestros corazones de estar enfocados en el pecado a estar enfocados en Dios. No llegamos a ser perfectos (1 Juan 1:8); todavía tenemos nuestra carne pecaminosa y la libertad de elegir si obedecerla o no. Sin embargo, cuando Jesús murió por nosotros en la cruz, rompió el poder del pecado que nos controla (Romanos 6:10). Recibirlo como nuestro Salvador nos da acceso a Dios y a Su poder-un poder para transformar nuestros corazones de endurecidos por el pecado a suavizados por Cristo. Cuando estábamos separados de Dios con corazones endurecidos, nos resultaba imposible agradarle. Tendíamos al egoísmo, la rebelión y el pecado. Con corazones nuevos somos declarados justos ante Dios (2 Corintios 5:21). El Espíritu Santo nos da un deseo de agradar a Dios que nos era ajeno en nuestro estado endurecido. Segunda Corintios 3:18 dice que "somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor". El deseo de Dios para cada ser humano es que lleguemos a ser como Su Hijo, Jesús (Romanos 8:29). Podemos llegar a ser como Jesús solo cuando permitimos que Dios nos libere de nuestros viejos corazones endurecidos y nos dé corazones nuevos.
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¿A qué se refiere la Biblia cuando dice que recibiremos un nuevo corazón?