Pregunta
¿Qué significa que no debemos permitir que ninguna palabra corrompida salga de nuestra boca (Efesios 4:29)?
Respuesta
El apóstol Pablo era un maestro en tomar complejas verdades doctrinales y desglosarlas en aplicaciones prácticas para la vida. Aquí es donde llegamos en Efesios 4:17-5:21, cuando Pablo expone "lo que se debe y lo que no se debe hacer" para una vida cotidiana, santa y semejante a Cristo. Una cosa que debemos poner en práctica si queremos vivir como Jesús nos llama a hacerlo, explica Pablo, es que "ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes" (Efesios 4:29).
La exhortación de Pablo se parece mucho a la conocida frase: "Si no puedes decir algo agradable, no digas nada". La palabra griega sapros, traducida como "mala" (NBLA), "obscena" (NVI), y "grosero u ofensivo" (NTV), significa "que no está en buenas condiciones (dañado o descompuesto); por lo tanto, insano, malo, sin valor e inútil". El término se utilizaba para describir fruta podrida o árboles en descomposición. Cuando se utiliza en el contexto de palabras corruptas o lenguaje soez, este tipo de conversación -ya sea engañosa, insensible u ofensiva- es de una forma u otra perjudicial o dañina para el oyente. En lugar de arrastrar a los demás con nuestras palabras, todo lo que digamos debe ser bueno y útil, de modo que animemos y edifiquemos a quienes nos escuchan. Solo así podremos caminar en la santidad y pureza de Cristo.
Pablo repitió: "Los cuentos obscenos, las conversaciones necias y los chistes groseros no son para ustedes. En cambio, que haya una actitud de agradecimiento a Dios" (Efesios 5:4, NTV). A los colosenses les escribió: "Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca" (Colosenses 3:8).
Jesús enseñó que las palabras que pronunciamos revelan lo que hay en nuestro corazón: "O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol . . . Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado" (Mateo 12:3-37; ver también Mateo 15:19; Lucas 6:45). Un día, tendremos que responder ante Dios por cada palabra descuidada o corrupta que salga de nuestra boca. Si no podemos decir algo edificante, es mejor que no digamos nada.
Santiago también destacó la influencia de nuestras palabras para bien o para mal, para bendecir o maldecir, sanar o destruir (Santiago 3:1-12). Salomón aconsejó: "Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios" (Proverbios 4:24). En Proverbios, las palabras que salen de nuestra boca revelan nuestro carácter: "La lengua de los sabios adornará la sabiduría; mas la boca de los necios hablará sandeces" (Proverbios 15:2; ver también Proverbios 11:11; 15:28). "Las palabras de los perversos son como una emboscada mortal, pero las palabras de los justos salvan vidas." (Proverbios 12:6, NTV). Las palabras corruptas reflejan la podredumbre del corazón y producen ruina, mientras que las palabras llenas de gracia revelan un corazón conforme a Dios, que genera bondad y vida.
Nuestra capacidad de comunicarnos con palabras es un don inestimable y poderoso de Dios. Como únicas criaturas creadas a Su imagen, hablar es una de las formas en que reflejamos la semejanza de Dios (Génesis 1:26). El Señor creó el mundo (Hebreos 11:3) y, en menor medida, nosotros también podemos decir palabras de vida (Proverbios 10:11; 18:21). Cuando nuestra palabra es "siempre con gracia, sazonada con sal", ofrecemos una palabra acogedora y atractiva a quienes no conocen a Cristo (Colosenses 4:6).
Si de verdad queremos llevar "una vida limpia e inocente como corresponde a hijos de Dios" y brillar "como luces radiantes en un mundo lleno de gente perversa y corrupta" (Filipenses 2:15, NTV), pediremos a Dios que cambie nuestros corazones para que de nuestra boca no salgan palabras corruptas. Pediremos al Señor que purifique nuestros corazones y renueve nuestros espíritus (Salmo 51:10) para que podamos "deleitarnos en la verdad en lo íntimo" y "en la sabiduría en lo secreto del corazón" (Salmo 51:6). A medida que buscamos la transformación interior, el Espíritu Santo llenará nuestros corazones con la verdad, el amor y la justicia de Cristo para que de nuestra boca solo salga lo que es bueno, útil y agradable a Dios.
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¿Qué significa que no debemos permitir que ninguna palabra corrompida salga de nuestra boca (Efesios 4:29)?