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Pregunta

¿Cuál es el significado de la Parábola del Buen Samaritano?

Respuesta


La Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:30–37) es precipitada por y en respuesta a una pregunta formulada a Jesús por un intérprete de la ley. En este caso, él habría sido un experto en la Ley Mosaica y no un abogado de los tribunales de hoy en día. La pregunta del intérprete de la ley fue: "Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?" (Lucas 10:25). Esta pregunta le dio a Jesús la oportunidad de definir cómo debería ser la relación de Sus discípulos con su prójimo. El texto dice que el escriba (intérprete de la ley) le hizo la pregunta a Jesús como una prueba, pero el texto no indica que hubiera hostilidad en la pregunta. Podría haber estado simplemente buscando información. Sin embargo, la redacción de la pregunta nos da una idea de dónde estaba espiritualmente el corazón del escriba. Estaba asumiendo que el hombre debe hacer algo para obtener la vida eterna. Aunque podría haber sido una oportunidad para que Jesús discutiera cuestiones de salvación, eligió un rumbo diferente y se centra en nuestras relaciones y lo que significa amar.

Jesús responde a la pregunta utilizando lo que se llama el método socrático; es decir, responder a una pregunta con otra pregunta: "Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?" (Lucas 10:26). Al referirse a la Ley, Jesús está dirigiendo al hombre a una autoridad que ambos aceptarían como verdad, el Antiguo Testamento. En esencia, le está preguntando al escriba, ¿qué dice la Escritura sobre esto y cómo lo interpreta? De esta manera, Jesús evita un argumento y se coloca a sí mismo en la posición de evaluar la respuesta del escriba en lugar de que el escriba evalúe Su respuesta. Esto dirige la discusión hacia la lección que Jesús tenía prevista. El escriba responde a la pregunta de Jesús citando Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18. Esta es prácticamente la misma respuesta que Jesús había dado a la misma pregunta en Mateo 22 y Marcos 12.

En el versículo 28, Jesús confirma que la respuesta del intérprete de la ley es correcta. La respuesta de Jesús le dice al escriba que ha dado una respuesta ortodoxa (apropiada según las Escrituras), pero luego continúa en el versículo 28 para decirle que este tipo de amor requiere más que un sentimiento emocional; también incluiría la práctica ortodoxa; necesitaría "practicar lo que predicaba". El escriba era un hombre educado y se dio cuenta de que no podía posiblemente guardar esa ley, ni necesariamente habría querido hacerlo. Siempre habría gente en su vida a la que no podría amar. Así, intenta limitar el mandamiento de la ley limitando sus parámetros y hace la pregunta "¿quién es mi prójimo?" La palabra "prójimo" en griego significa "alguien que está cerca," y en hebreo significa "alguien con quien tienes relación." Esto interpreta la palabra en un sentido limitado, refiriéndose a un judío y habría excluido a los samaritanos, romanos y otros extranjeros. Entonces Jesús da la parábola del Buen Samaritano para corregir la falsa idea que el escriba tenía de quién es su prójimo, y cuál es su deber hacia su prójimo.

La Parábola del Buen Samaritano cuenta la historia de un hombre que viaja de Jerusalén a Jericó, y en el camino le roban todo lo que tenía, incluyendo su ropa, y lo golpean hasta casi matarlo. Ese camino era peligrosamente serpenteante y era un escondite favorito de los ladrones y bandidos. El siguiente personaje que Jesús introduce en su historia es un sacerdote. No pasa tiempo describiendo al sacerdote y solo cuenta cómo no mostró amor ni compasión por el hombre al no ayudarlo y pasar al otro lado del camino para no involucrarse. Si había alguien que hubiera conocido la ley de amor de Dios, habría sido el sacerdote. Por su posición, se suponía que era una persona de compasión, deseando ayudar a los demás. Lamentablemente, "amor" no era una palabra para él que requería acción en beneficio de alguien más. La siguiente persona que pasa en la Parábola del Buen Samaritano es un Levita, y hace exactamente lo que hizo el sacerdote: pasa sin mostrar ninguna compasión. Nuevamente, habría conocido la ley, pero también fracasó al mostrarle compasión al hombre herido.

La siguiente persona en llegar es el samaritano, el menos probable que hubiera mostrado compasión por el hombre. Los samaritanos eran considerados una clase baja de gente por los judíos, ya que se habían casado con no judíos y no guardaban toda la ley. Por lo tanto, los judíos no tenían nada que ver con ellos. No sabemos si el hombre herido era judío o gentil, pero no le importó al samaritano; no consideraba la raza o la religión del hombre. El "Buen Samaritano" solo vio a una persona en extrema necesidad de ayuda, y le auxilió, haciendo más de lo necesario. Curó las heridas del hombre con vino (para desinfectar) y aceite (para aliviar el dolor). Pone al hombre en su animal y lo lleva a una posada para un tiempo de recuperación y paga al posadero con su propio dinero. Luego va más allá de la decencia común y le dice al posadero que cuide bien al hombre, y que él pagará cualquier gasto extra en su viaje de regreso. El samaritano veía a su prójimo como cualquiera que estuviera en necesidad.

Por el hecho de que el buen hombre era un samaritano, Jesús está estableciendo un fuerte contraste entre los que conocían la ley y los que realmente seguían la ley en su estilo de vida y conducta. Jesús ahora pregunta al abogado si puede aplicar la lección a su propia vida con la pregunta "¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?" (Lucas 10:36). Una vez más, la respuesta del intérprete de la ley es reveladora de su dureza personal del corazón. No se atreve a pronunciar la palabra "samaritano"; se refiere al "buen hombre" como "el que usó de misericordia". Su odio por los samaritanos (sus vecinos) era tan fuerte que ni siquiera podía referirse a ellos de una manera apropiada. Luego Jesús le dice al intérprete de la ley: "Ve, y haz tú lo mismo", lo que significa que debería comenzar a vivir lo que la ley le dice que haga.

Al terminar el encuentro de esta manera, Jesús nos está diciendo que sigamos el ejemplo del samaritano en nuestra propia conducta; es decir, debemos mostrar compasión y amor por aquellos que encontramos en nuestras actividades cotidianas. Debemos amar a los demás (vs. 27) independientemente de su raza o religión; el criterio es la necesidad. Si necesitan y tenemos el suministro, entonces debemos dar generosa y libremente, sin espera nada a cambio. Esta es una obligación imposible para el intérprete de la ley y para nosotros. No podemos siempre guardar la ley debido a nuestra condición humana; nuestro corazón y deseos son mayormente de sí mismo y de egoísmo. Cuando nos dejamos llevar por nuestra cuenta, hacemos lo incorrecto, fracasando en cumplir la ley. Podemos esperar que el intérprete de la ley viera esto y llegara a la realización de que no había nada que pudiera hacer para justificarse, que necesitaba un salvador personal para expiar su falta de habilidad para salvarse a sí mismo de sus pecados. Por lo tanto, las lecciones de la Parábola del Buen Samaritano son tres: (1) debemos dejar de lado nuestros prejuicios y mostrar amor y compasión por los demás. (2) Nuestro prójimo es cualquiera que encontremos; todos somos criaturas del creador y debemos amar a toda la humanidad como Jesús ha enseñado. (3) Guardar la ley en su totalidad con la intención de salvarnos es una tarea imposible; necesitamos un salvador, y este es Jesús.

Hay otra posible manera de interpretar la Parábola del Buen Samaritano, y es como una metáfora. En esta interpretación, el hombre herido son todos los hombres en su condición caída de pecado. Los ladrones son Satanás atacando al hombre con la intención de destruir su relación con Dios. El intérprete de la ley es la humanidad sin el verdadero entendimiento de Dios y Su Palabra. El sacerdote es la religión en una condición apóstata. El levita es el legalismo que infunde prejuicios en los corazones de los creyentes. El samaritano es Jesús quien provee el camino a la salud espiritual. Aunque esta interpretación enseña buenas lecciones, y los paralelismos entre Jesús y el samaritano son sorprendentes, esta interpretación desvía la atención hacia Jesús sin que parezca que el texto lo pretenda. Por lo tanto, debemos concluir que la enseñanza de la Parábola del Buen Samaritano es simplemente una lección sobre lo que significa amar a nuestro prójimo.

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