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Pregunta

¿Cuál es el significado de las parábolas del ayuno en la fiesta de bodas, el paño viejo y los odres de vino?

Respuesta


En Mateo 9, Jesús responde a una pregunta de los discípulos de Juan el Bautista: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan?” (versículo 14). En respuesta, Jesús cuenta tres parábolas: la parábola del novio y sus invitados, la parábola del vestido viejo y la parábola de los odres de vino (versículos 15-17). La misma conversación se registra en Marcos 2:18-22 y Lucas 5:33-39.

La pregunta que los discípulos de Juan el Bautista plantearon muestra su desconcierto. Si Jesús fuera verdaderamente el Mesías a quien Juan estaba preparando el camino, ¿por qué las enseñanzas de Jesús sobre el ayuno eran tan diferentes a las de Juan? Juan había enseñado la necesidad de ayunar (en el relato de Lucas también se menciona la oración). Los fariseos seguían un ritual parecido. Sin embargo, los discípulos de Jesús no observaban ese código de conducta. De hecho, eran conocidos por comer "con los publicanos y pecadores" (Mateo 9:11).

En este punto, es bueno revisar lo que la Ley Mosaica decía acerca del ayuno. Solo se requería un día de ayuno a los judíos anualmente, en el Día de la Expiación (Levítico 16:29, 31). Eso es todo. Todos los demás ayunos eran voluntarios, según la ley. Por lo tanto, el ayuno del que se habla en Mateo 9:14 no es el que la ley establecía; era una de las muchas “tradiciones de los ancianos” (Marcos 7:3) añadidas a la ley.

Fíjate que los discípulos de Juan mencionan que ellos ayunan “muchas veces” (Mateo 9:14). Los fariseos de la época habían adoptado una regla de ayuno dos veces por semana, y parece que los discípulos de Juan habían seguido el mismo patrón. Las oraciones que se mencionan en Lucas 5:33 están asociadas con estos mismos ayunos ceremoniales, es decir, oraciones públicas que se hacían para complementar los ayunos públicos, y que se hacían como algo natural al seguir las normas impuestas por hombres. Jesús habló en contra de tales ayunos y oraciones en Mateo 6 como parte del Sermón del Monte.

En su respuesta, Jesús presenta tres cortos ejemplos de la vida cotidiana para ilustrar la necesidad de cambio:

1. La parábola del novio y sus invitados.

Jesús dice: “¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán” (Mateo 9:15). Una fiesta de bodas es un tiempo de gozo. El ayuno, por el contrario, es señal de tristeza o angustia. Ayunar durante una fiesta de bodas no tendría sentido. En esta metáfora, Jesús es el Novio y Sus discípulos son los invitados. Los discípulos no se lamentan mientras Jesús está presente en este mundo. Se regocijan de que su Mesías y Señor ha venido.

Jesús dijo que Sus discípulos ayunarían el día en que él les fuera “quitado” (Marcos 2:20). Con estas palabras, Jesús no estaba instituyendo tiempos de ayuno y oración reglamentados como parte oficial de la vida de la iglesia; más bien, estaba aludiendo al hecho de que sería arrebatado repentinamente de Sus discípulos (mediante el arresto y la crucifixión), y ese sí que sería un día de luto. En ese momento traumático, cuando los discípulos de Jesús perdieron a su Señor, ayunarían.

Los creyentes bajo el Nuevo Pacto sí ayunan y oran hoy en día. Pero no hay un requisito para hacerlo, especialmente de una manera ceremonial, ritualista o formal (observando ciertos días de ayuno, recitando ciertas oraciones, etc.). Las tradiciones y rituales religiosos antiguos pertenecen al pasado bajo el Nuevo Pacto. Cuando vienes a Cristo en fe, dejas atrás los requisitos hechos por el hombre para ayunar en ciertos días y orar de ciertas formas.

2. La parábola del vestido viejo.

Jesús continuó: “Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura” (Mateo 9:16). El tejido se encoge naturalmente con el lavado. Los oyentes de Jesús sabían que poner un remiendo de paño nuevo en un vestido viejo solo empeoraría el problema. Cuando el remiendo nuevo inevitablemente se encoge en el lavado, se separará del vestido viejo, haciendo la rotura aún peor que antes. En esta metáfora, el vestido viejo es el sistema de reglas y tradiciones humanas; el nuevo remiendo es el camino de Cristo. Jesús no estaba preocupado con “remendar” el viejo sistema religioso que los fariseos practicaban; estaba estableciendo un nuevo pacto, incluso mientras cumplía la ley (ver Mateo 5:17).

3. La parábola de los odres de vino.

Finalmente, Jesús dijo: “Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente” (Mateo 9:17). El vino nuevo se expande durante el proceso de fermentación, presionando su recipiente. Si se vertía vino fresco en un odre nuevo, no había problema, la piel era lo suficientemente flexible para estirarse y acomodarse a la expansión del líquido. Pero, si se vertía vino nuevo en un odre viejo que había perdido su elasticidad, el odre se reventaría por las costuras bajo la presión, y todo el vino almacenado en él se perdería. En esta parábola, Jesús enfatiza nuevamente el hecho de que está haciendo algo nuevo. Las antiguas expectativas, como la de que todos deben ayunar en ciertos días que la dirección religiosa había establecido, eran inadecuadas. Era hora de cambiar las cosas. El ministerio de Jesús no iba a encajar perfectamente en las ideas preconcebidas ni en rituales trillados. La adhesión inflexible a las viejas formas iba a resultar en una derrota espiritual.

El Evangelio de Lucas proporciona una declaración adicional que Jesús hizo sobre esta parábola: “Y ninguno que beba del añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El añejo es mejor” (Lucas 5:39). Esto es un comentario sobre la actitud que los discípulos de Juan y los fariseos mostraron. Parafraseando podríamos decir: “Aquellos (como los fariseos) que aman sus viejos rituales y tradiciones hechas a su medida, considerarán desagradables los nuevos mandamientos de Cristo. Es natural aferrarse a las viejas costumbres, así como es natural preferir el vino añejo al vino nuevo”.

Simplemente, no se pueden mezclar los viejos rituales religiosos con la nueva fe en Jesús. Jesús cumplió la ley; por lo tanto, ya no hay necesidad de continuar en ella. Hay aún menos necesidad de continuar con los antiguos rituales hechos por hombres. No se puede añadir a Jesús a una religión basada en las obras: “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gálatas 2:21).

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