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Pregunta

¿Cuál es el significado de la parábola de los obreros de la viña?

Respuesta


Esta extensa parábola se encuentra solo en el evangelio de Mateo. Jesús cuenta la Parábola de los Obreros en la Viña (Mateo 20:1-16) en respuesta a la pregunta de Pedro en Mateo 19:27: "He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?" Pedro quería saber qué recompensa se daría a aquellos que sacrificaban todo para seguir a Jesús. En respuesta, Jesús explica esta verdad sobre el reino de los cielos.

Plantar, mantener y cosechar viñedos en la Israel del primer siglo era un trabajo agotador que requería duro trabajo físico bajo el calor del verano. A menudo, se requerían obreros adicionales para terminar todo el trabajo. El dueño de esta en particular viña fue a la plaza a la primera hora de la mañana (6:00 am) para encontrar trabajadores para el día. El salario que ofrecía de un denario, el sueldo de un día de un soldado romano, era sin duda generoso. Los trabajadores del primer grupo estaban más que felices de trabajar por ese generoso salario.

A medida que progresaba el día y se contrataban más trabajadores, no se mencionaba un salario específico, pero el propietario de la tierra prometió pagar "lo que sea justo". Parece que los trabajadores estaban lo suficientemente confiados en el carácter del terrateniente que confiaban en él a su palabra. En total, se contrataron cuatro grupos de trabajadores, el último grupo solo una hora antes del final del día. Cuando llegó el momento de pagar los salarios, el primer grupo de trabajadores vio que el último grupo recibía un denario y lógicamente pensaron que recibirían más, ya que habían trabajado más tiempo que los demás. Su enojo contra el dueño de la tierra quedó patente cuando vieron que todos recibirían lo mismo, a pesar de que recibían exactamente lo que habían acordado cuando fueron contratados. El propietario de la tierra se vio obligado a defender sus acciones ante el primer grupo, aunque los trató con perfecta equidad según el contrato.

El propietario, cuya decisión de pagar lo mismo a todos los trabajadores fue un acto de misericordia, no de injusticia, representa a Dios, cuya gracia y misericordia se derraman abundantemente sobre aquellos de su elección. "Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. 16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia" (Romanos 9:15-16). Con respecto a la salvación, Su gracia y misericordia se dan a aquellos cuyas obras de auto justicia nunca podrían obtenerla. Todos somos pecadores, y "por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23), pero Su gracia es suficiente para redimir a todos los que creen. Tanto si Dios llama a alguien al principio o en la última etapa de la vida para participar de Su gracia, la gloria y alabanza por nuestra salvación son suyas y no implica de ninguna manera injusticia. Así como el propietario tiene derecho a hacer lo que quiera con su propio dinero, Dios tiene derecho a tener misericordia de quien le plazca tener misericordia.

El primer grupo de trabajadores en la viña se resintió al recibir el mismo salario que el último grupo. Su actitud era similar a la de los fariseos, que estaban indignados por la enseñanza de Jesús de que otros podían heredar un reino celestial que pensaban que solo les pertenecía a ellos. Despreciaban a Jesús por ofrecer el reino a los pobres, oprimidos y débiles pecadores, a quienes consideraba iguales a ellos. En el versículo 15, el dueño de la tierra pregunta: "¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?" La bondad y misericordia de Dios produjo en los jactanciosos fariseos la envidia. El resto de los trabajadores recibieron sus salarios sin quejas ni envidia hacia los demás. Del mismo modo, como cristianos, deberíamos alegrarnos cuando otros se acercan al Salvador y debemos alegrarnos en el servicio que otros le brindan. Él es fiel para recompensarnos por nuestro servicio como lo ha prometido, y cómo recompensa a los demás no debería importarnos, ni debería afectar nuestra devoción hacia Él.

El mensaje en el versículo 16, "así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros", es que no importa cuánto tiempo o cuán duro trabaje un creyente durante su vida, la recompensa de la vida eterna será la misma que se le da a todos: una eternidad de dicha en el cielo en presencia de Dios Padre y del Señor Jesucristo. El ladrón en la cruz (Lucas 23:39-43), cuya vida de servicio se limitó a un momento de arrepentimiento y confesión de fe en Cristo, recibió la misma recompensa de la vida eterna que el apóstol Pablo. Por supuesto, la Escritura también enseña que hay diferentes recompensas en el cielo por diferentes servicios, pero la recompensa final de la vida eterna la conseguirán todos por igual.

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