Pregunta
¿Acaso el exceso de velocidad es pecado?
Respuesta
Pablo es muy claro cuando nos dice: "Sométase toda persona[a] a las autoridades que gobiernan. Porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas. Por tanto, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto; y los que se han opuesto, recibirán condenación sobre sí mismos" (Romanos 13:1-2 − NBLA). A pesar de que tratemos de tergiversar las Escrituras, como cristianos, tenemos la responsabilidad, ordenada por Dios, de obedecer las leyes que nuestro gobierno ha establecido (a menos que las leyes contradigan la Palabra de Dios). También tenemos que preguntarnos qué tipo de ejemplo somos para las personas que saben que somos cristianos y que estamos tratando de alcanzar al evangelio de Cristo. ¿Cuántas veces hemos visto a alguien pasar a toda velocidad a nuestro lado, solo para notar el pez u otro símbolo cristiano en su parachoques? Esto definitivamente envía el mensaje equivocado.
Es interesante cómo intentamos justificar nuestras acciones, incluso sabiendo que no cumplen la voluntad de Dios ni las leyes establecidas. En cuanto a exceder el límite de velocidad permitido, normalmente nos decimos a nosotros mismos que no es tan malo como los llamados pecados "más graves" como mentir, adulterar o matar. Pero Salomón, el hombre más sabio que jamás ha existido, lo dijo de esta manera: "El hacer maldad es como una diversión al insensato; Mas la sabiduría recrea al hombre de entendimiento" (Proverbios 10:23).
Aunque algunos no les va a importar romper la ley, sabemos con seguridad que algunos serán rápidos en señalar nuestra hipocresía. Como seguidores de Cristo, necesitamos considerar cuidadosamente nuestra forma de vida en todas las cosas ante el Señor, y esto incluye nuestra manera de conducción. Fueron los profetas del antiguo tiempo quienes declararon, "¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!" (Isaías 5:20-21). Malaquías nos relata el enfado de Dios con Israel cuando ellos, sin darse cuenta de su pecado, le dijeron a Él: "Todo el que hace mal es bueno a los ojos del Señor, y en ellos Él se complace" (Malaquías 2:17). Que no sigamos el ejemplo de los antepasados que cansaron a Dios con sus excusas y justificaciones absurdas de sus malas acciones.
Sí, el exceso de velocidad es un pecado (como hemos aprendido de Romanos 13:1-2). De nuevo, siempre debemos tener en cuenta nuestra forma de vida, no solo ante los ojos de Dios, sino también ante los ojos de nuestro prójimo. La razón por la que no infringimos la ley al exceder la velocidad es que amamos a Dios y respetamos Su autoridad. Fue Pedro quien ordenó: "Someteos, por causa del Señor, a toda institución humana, ya sea al rey, como autoridad, o a los gobernadores, como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien. Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis enmudecer la ignorancia de los hombres insensatos" (1 Pedro 2:13-15).
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