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Pregunta

Si no perdono a los demás, ¿eso significa que mis pecados no son perdonados? ¿Qué significa Mateo 6:14-15?

Respuesta


Mateo 6 no enseña que nuestro destino eterno se base en que perdonemos a otras personas; sin embargo, sí enseña que nuestra relación con Dios se verá dañada si nos negamos a perdonar a quienes nos han ofendido. La Biblia deja claro que Dios perdona el pecado por Su gracia, basándose únicamente en la obra de Cristo en la cruz, no en las acciones del hombre. Nuestra posición correcta ante Él se establece en una sola cosa—la obra terminada de Cristo (Juan 3:16; 1 Juan 2:2; 1 Juan 4:10). La pena por el pecado que nos corresponde ha sido pagada por Cristo, y la obtenemos por gracia mediante la fe, no por nuestras propias obras de justicia (Efesios 2:8-9). Nadie podrá presentarse ante Dios exigiendo que sus pecados sean olvidados simplemente porque ha perdonado a otros. Solo cuando nacemos de nuevo y se nos da una nueva vida a través del Espíritu de Dios por la fe en Jesucristo, nuestros pecados son perdonados. Por lo tanto, Jesús no se refiere al acto inicial de perdón de Dios (reconciliación) que experimentamos cuando creímos por primera vez en el Evangelio.

A lo que se refiere es a la limpieza diaria que obtenemos cuando confesamos nuestros pecados para restaurar la comunión con nuestro Padre celestial, comunión que se ve interrumpida por la mancha diaria del pecado que nos afecta a todos. No se trata de la limpieza total del pecado que viene con la salvación por gracia mediante la fe, sino que se parece más al lavado de pies que Jesús describe en Juan 13:10. "Todo el cuerpo está limpio", dijo a los discípulos, pero sus pies estaban sucios por andar en el mundo. El perdón, en este sentido, es lo que Dios amenaza con negar a los cristianos que se niegan a perdonar a los demás.

En Mateo 6, Jesús enseña a los discípulos a orar y, al hacerlo, explica cómo podemos recuperar la intimidad con Dios cuando lo hemos ofendido. De hecho, Jesús nos instruye para que incluyamos en nuestras oraciones una petición a Dios para que nos perdone de la misma manera que hemos perdonado a otros que nos han hecho daño (Mateo 6:12). Si hay quienes no hemos perdonado cuando oramos pidiendo perdón, en la práctica estamos pidiendo a Dios que no restaure una relación correcta con nosotros después de haber pecado. Para subrayar la importancia de restablecer las relaciones rotas con nuestros hermanos y hermanas, Jesús afirma que pedir perdón a Dios por los propios pecados, y al mismo tiempo negar el perdón a otra persona, no solo es extraño, sino hipócrita. No podemos caminar con Dios en verdadera comunión si nos negamos a perdonar a los demás.

Sin duda, un espíritu que no perdona es un pecado grave y debe ser confesado a Dios. Si tenemos falta de perdón en nuestros corazones contra otra persona, entonces estamos actuando de una manera que no agrada a Dios, dificultando nuestras oraciones y una adecuada relación de vida con Él. Dios no escuchará nuestras oraciones, a menos que también nos mostremos dispuestos a conceder el perdón. Citando a Juan Calvino sobre este versículo: "Si no somos más duros que el hierro, esta exhortación debería ablandarnos y disponernos a perdonar las ofensas" (Comentario a Mateo, Marcos y Lucas, Vol. 1).

Una segunda interpretación bíblicamente posible de Mateo 6:14-15 es que está diciendo que cualquiera que se niegue a perdonar a otros está demostrando que él mismo no ha recibido verdaderamente el perdón de Cristo. Cualquier pecado cometido contra nosotros, por terrible que sea, es insignificante en comparación con nuestros pecados contra Dios. Si Dios nos ha perdonado tanto, ¿cómo podríamos negarnos a perdonar a los demás por tan "poco"? Mateo 6:14-15, según este punto de vista, afirma que cualquiera que no perdone a los demás no ha experimentado realmente el perdón de Dios. Ambas interpretaciones niegan rotundamente que la salvación dependa de que perdonemos a los demás. Tanto si Mateo 6:14-15 se refiere al "perdón relacional" como si es una declaración de que la falta de perdón es la marca de un incrédulo, la verdad fundamental es la misma. Debemos perdonar a los demás porque Dios, por medio de Cristo, nos ha perdonado a nosotros (Efesios 4:32). Es un error que alguien que realmente ha experimentado el perdón de Dios se niegue a perdonar a los demás.

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