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Pregunta

¿Qué se puede decir de una persona que siembra discordia (Proverbios 6:14)?

Respuesta


Hoy en día, las redes sociales y los chats de Internet se han convertido en tentadores terrenos de juego para quienes disfrutan provocando discusiones. Pero la Biblia no tiene nada bueno que decir de una persona que siembra discordia: "El hombre malo, el hombre depravado, es el que anda en perversidad de boca; que guiña los ojos, que habla con los pies, que hace señas con los dedos. Perversidades hay en su corazón; anda pensando el mal en todo tiempo; siembra las discordias. Por tanto, su calamidad vendrá de repente; súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio" (Proverbios 6:12-15).

En Proverbios 6:14, "discordia" se traduce del hebreo (madan), que significa "contienda, conflicto amargo, disensión acalorada y a menudo violenta". "Sembrar" la discordia implica extender el conflicto o esparcirlo ampliamente. El pasaje revela que un individuo que siembra discordia está corrompido por el pecado y aquejado de un corazón pervertido. Salomón reiteró este pensamiento en Proverbios 16:28: "El hombre perverso levanta contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos". En Proverbios 6:16-19, enumeró siete cosas que el Señor odia, y el que "siembra las discordias" era una de ellas.

Salomón señaló un peligroso problema de corazón como la raíz de alguien que siembra discordia. Jesús dijo lo mismo: "Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre" (Mateo 15:18-20). Según Proverbios 10:12, el odio, en contraposición al amor, habita en el corazón de los que provocan conflictos. La gente odiosa se deleita en romper amistades y estropear la paz y la armonía entre hermanos y hermanas.

La Biblia es clara al afirmar que el pecado provoca peleas y desacuerdos: "Cuando ustedes siguen los deseos de la naturaleza pecaminosa, los resultados son más que claros: inmoralidad sexual, impureza, pasiones sensuales, idolatría, hechicería, hostilidad, peleas, celos, arrebatos de furia, ambición egoísta, discordias, divisiones" (Gálatas 5:19-20, NTV; cf. Santiago 4:1). El apóstol Pablo aconsejó a los creyentes que se mantuvieran alejados de "los que causan divisiones y trastornan la fe de los creyentes al enseñar cosas que van en contra de las que a ustedes se les enseñaron" (Romanos 16:17, NTV).

"Al que le gusta pelear, le gusta pecar", dijo Salomón (Proverbios 17:19, NTV). Los creyentes no pueden caminar en la luz del amor de Dios y seguir vomitando odio y sembrando discordia: "Si alguien afirma: "Vivo en la luz", pero odia a otro creyente, esa persona aún vive en la oscuridad. El que ama a otro creyente vive en la luz y no hace que otros tropiecen; pero el que odia a otro creyente todavía vive y camina en la oscuridad. No sabe por dónde ir, pues la oscuridad lo ha cegado" (1 Juan 2:9-11, NTV).

Pablo advirtió a los creyentes que no se involucraran en discusiones y peleas, ni siquiera sobre asuntos espirituales: "Todo esto es inútil y una pérdida de tiempo. Si entre ustedes hay individuos que causan divisiones, dales una primera y una segunda advertencia. Después de eso, no tengas nada más que ver con ellos. Pues personas como esas se han apartado de la verdad y sus propios pecados las condenan" (Tito 3:9-11, NTV).

"Cualquier necio puede meterse en una disputa", afirmaba el viejo y sabio maestro, pero "el honor pertenece a la persona que pone deja la contienda" (Proverbios 20:3). Salomón comparó a las personas que siembran la discordia con los alborotadores que van por ahí encendiendo hogueras: "El carbón para brasas, y la leña para el fuego; y el hombre rencilloso para encender contienda" (Proverbios 26:21). Los incendios dejan muerte y destrucción a su paso. Proverbios 6:15 explica que la consecuencia de ese comportamiento insensato y malvado es una "calamidad" repentina, que literalmente se refiere a "un peso aplastante". Una persona que siembra discordia de forma continua y activa persigue una vida de pecado, y una vida así está destinada a la destrucción (Romanos 6:23; Santiago 1:15).

Jesús dijo: "Dios bendice a los que procuran la paz, porque serán llamados hijos de Dios" (Mateo 5:9, NTV). Sin embargo, los malhechores que siembran la discordia pueden esperar experimentar una angustia devastadora y graves sufrimientos. Si se niegan obstinadamente a escuchar la advertencia de Dios y a aceptar la corrección, quedarán destrozados y arruinados más allá de toda esperanza de sanidad (Proverbios 29:1). Las Escrituras no emiten ninguna palabra ligera de advertencia sobre este asunto. Tener un corazón pervertido por el mal es cuestión de vida o muerte. Las secuelas de tal maldad no pueden revertirse.

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