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Pregunta

¿Por qué los malvados prosperan?

Respuesta


El profeta Jeremías se enfrentó a esta cuestión cuando preguntó al Señor: "¿Por qué prospera el camino de los impíos y viven en paz todos los que obran con perfidia? Tú los plantas, y echan raíces; Crecen, dan fruto. Cerca estás de sus labios, pero lejos de su corazón" (Jeremías 12:1-2, NBLA). Job luchó de forma similar: "¿Por qué viven los impíos, y se envejecen, y aun crecen en riquezas?". (Job 21:7). Y el salmista expresó su envidia cuando vio la prosperidad de los malvados, preguntándose si vivir rectamente merecía la pena (Salmo 73:3, 13). ¿Cómo es posible que un Dios santo y de amor permita que Su pueblo sufra mientras los malvados prosperan?

Quizá una mejor pregunta sea: ¿por qué tenemos la tentación de envidiar a los malvados? Como hijos de Dios, ¿qué hay en el fondo de nuestro cuestionamiento? ¿Por qué nos enfadamos cuando a una persona malvada le va bien? ¿Es porque esa persona tiene algo que nosotros no tenemos?

Puede que los malvados prosperen en este mundo, pero quizá hayamos olvidado que su fortuna solo durará a corto plazo. Hemos perdido de vista nuestra recompensa eterna y el destino final de los malvados. Necesitamos este recordatorio: "No te irrites a causa de los malhechores; No tengas envidia de los que practican la iniquidad. Porque como la hierba pronto se secarán y se marchitarán como la hierba verde. Confía en el Señor, y haz el bien; Habita en la tierra, y cultiva la fidelidad. Pon tu delicia en el Señor, y Él te dará las peticiones de tu corazón. Encomienda al Señor tu camino, confía en Él, que Él actuará; Hará resplandecer tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía. Confía callado en el Señor y espera en Él con paciencia; No te irrites a causa del que prospera en su camino, por el hombre que lleva a cabo sus intrigas" (Salmo 37:1-7, NBLA).

Es natural preguntarse por qué Dios es clemente y misericordioso con la gente cuando no merecen Su misericordia: cuando sus corazones son duros y obstinados. Esta respuesta es típica; es de seres humanos desear consecuencias apropiadas para el mal comportamiento. Perdonar a nuestros enemigos no es fácil. Quizá olvidemos que muchos de nosotros fuimos duros de corazón y testarudos. Nosotros también merecíamos el juicio de Dios. Pero Dios extendió Su amor y Su gracia hacia nosotros para que pudiéramos recibir Su salvación: "Todos vivíamos así en el pasado, siguiendo los deseos de nuestras pasiones y la inclinación de nuestra naturaleza pecaminosa. Por nuestra propia naturaleza, éramos objeto del enojo de Dios igual que todos los demás. Pero Dios es tan rico en misericordia y nos amó tanto que, a pesar de que estábamos muertos por causa de nuestros pecados, nos dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos. (¡Es solo por la gracia de Dios que ustedes han sido salvados!)" (Efesios 2:3-5, NTV).

Una respuesta a la pregunta "¿Por qué los malvados prosperan?", es que incluso los malvados tienen un propósito que cumplir en el plan de Dios. Dios levantó a los babilonios, una "nación cruel y presurosa" por una razón (Habacuc 1:6; cf. Jeremías 27:6). Dios levantó al rey persa Ciro para realizar todo lo que Dios quería (Isaías 44:28). Dios levantó a los egipcios y a los asirios en Su justo juicio contra la desobediente Judá (Isaías 7:18).

Quizá la mejor respuesta a la pregunta "¿Por qué los malvados prosperan?", sea esta: porque Dios ama a los pecadores (Juan 3:16; Romanos 5:8). Es compasivo, misericordioso y paciente con los malvados porque quiere que se salven. Segunda de Pedro 3:9 dice: "El Señor no se tarda en cumplir Su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con ustedes, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento" (NBLA).

Dios es lento para la ira, abundante en amor. Es un Dios compasivo que concede ciertas bendiciones a todas las personas (Mateo 5:45) y que desea que todos se salven. Su paciencia con los malvados es una oportunidad para que se salven: "Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación" (2 Pedro 3:15).

Puede que queramos ver a los malvados destruidos inmediatamente, pero Dios tiene un plan soberano que debe seguir adelante. Y en Su amor y gracia, Él quiere que se salven. La paciencia de Dios con los malvados es una oportunidad para que oremos por ellos y les demos testimonio, para que conozcan el corazón de Dios hacia ellos. Estamos llamados a hablar a los malvados de Su maravillosa salvación y a advertirles del castigo que pueden esperar si siguen endurecidos hacia Dios y no se apartan de su obstinado camino.

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