Pregunta
¿Deben los cristianos usar los pronombres preferidos de las personas transgéneros al referirse a ellas?
Respuesta
La aceptación del transexualismo por parte de la cultura popular plantea a los cristianos decisiones difíciles. Entre ellas está la cuestión de los pronombres personales: palabras como él, de él, suyo, o ella, de ella y suya. En algunas situaciones, quienes desean identificarse como lo opuesto a su sexo biológico prefieren que se hable de ellos utilizando pronombres que correspondan a su preferencia, no a su biología. Por ejemplo, un varón que se autoidentifica como mujer puede pedir que se refieran a él como «ella» o para "ella".
Más allá de esto, algunas personas afirman ser géneros o combinaciones de géneros completamente diferentes. Estas personas pueden pedir que se les llame con pronombres como ellos o ellas, o incluso con palabras "nuevas" como elli, elle o ellxs.
Entonces, ¿significa eso que un cristiano puede o debe usar "pronombres preferidos", aunque solo sea por cortesía? ¿O deberían los creyentes abstenerse por completo de utilizar tales términos, para evitar respaldar algo que no es cierto? Como ocurre con muchas cuestiones específicas, la Biblia no da una respuesta explícita, palabra por palabra. No hay un "deberás" o un "no deberás" para el uso de los pronombres modernos preferidos. Lo que los creyentes pueden hacer es buscar principios rectores para hacer la mejor elección en una situación determinada.
En resumen, aunque los cristianos deben ser cuidadosos y respetuosos, el respeto no puede extenderse a respaldar ideas que la Biblia califica de falsas. Sea cual sea la elección que haga un cristiano con respecto a los pronombres preferidos, es importante que no dé la impresión de apoyar el pecado o el autoengaño. Al mismo tiempo, los creyentes deben andar con pies de plomo en cualquier asunto que afecte a emociones sensibles.
Algunos cristianos pueden llegar a la conclusión de que los pronombres preferidos simplemente no son una opción. Adoptar esos términos en lugar de pronombres precisos en cuanto a los hechos es hablar o escribir de manera que concuerda con algo falso (Isaías 5:20). La persona en cuestión, en realidad, es miembro de un género concreto, no del género que prefiera o sienta. Como tal, utilizar pronombres que implican otra cosa es, como mínimo, inexacto y podría interpretarse como deshonesto, hipócrita o un rechazo de las ideas bíblicas.
Otros cristianos podrían llegar a la conclusión de que negarse a utilizar los pronombres preferidos equivaldría a expresar constantemente su desaprobación, lo que provocaría más estrés o conflictos. Desde ese punto de vista, los creyentes podrían decidir que los pronombres no son un tema sobre el que deban caer sobre sus espadas. Especialmente en casos de relaciones profesionales o personales, los creyentes pueden pensar que es mejor "elegir sus batallas" en lugar de adoptar una postura rígida sobre tales términos.
Por supuesto, dado que no se trata de una cuestión en blanco y negro, los cristianos pueden encontrarse variando entre ambas opciones, dependiendo de las circunstancias. Los cristianos deben tener en cuenta al menos tres temas principales cuando se trata de la cuestión de los pronombres preferidos: el respeto a todas las personas, las relaciones personales y decir la verdad.
Más allá de estos temas, es útil entender la diferencia entre pronombres personales y nombres personales, las preocupaciones seculares sobre este tema y el uso de pronombres de género con respecto a Dios.
Respeto a todas las personas
Aun cuando discrepen sobre una cuestión importante, los creyentes deben actuar con mansedumbre y respeto (1 Pedro 3:15). La reprensión y la condena tienen su lugar (Proverbios 27:5; Tito 1:9), pero cuando una persona es sincera y está buscando, la "misericordia" debe constituir el principio guía (Judas 1:22). Independientemente de cómo decida un cristiano abordar la cuestión de los pronombres preferidos, es imperativo hacerlo de la forma más amable y pacífica posible (Romanos 12:18). Todas las personas están destrozadas sin Cristo (Romanos 3:10).
Actuar con mansedumbre no exige que los creyentes mientan, traicionen su conciencia o den una falsa sensación de apoyo (Romanos 16:18; Hechos 5:29). Sin embargo, sí significa que los cristianos no pueden justificar abordar el tema de forma descuidada o insensible.
Relaciones personales
Como ocurre con muchos otros temas, el contexto y el público influyen en la forma de abordar la cuestión de la transexualidad. Referirse a una tercera persona, como una celebridad que no está presente, es notablemente diferente de mantener una conversación cara a cara con un compañero de trabajo o un familiar. Interactuar con un amigo es diferente de discutir el tema en público con un completo desconocido. Las circunstancias variables no alteran lo que está bien o mal, pero sí influyen en cómo o cuándo un creyente se involucra.
Esto forma parte de ser "prudentes como serpientes, y sencillos como palomas" (Mateo 10:16): ser cuidadosos y sensibles con los que escuchan o leen nuestras palabras.
Decir la verdad
La razón por la que los pronombres preferidos presentan un dilema para los cristianos es que implican algo que la Biblia indica que es falso: que una persona puede cambiar de género o nacer en el sexo biológico equivocado. Referirse a una persona biológicamente masculina como "ella" o "su de ella", es, en términos literales, decir algo falso. Peor aún, cuando se trata de un tema como la transexualidad, el uso de pronombres preferidos puede interpretarse como permitir o respaldar una situación perjudicial y anti bíblica.
Desde un punto de vista espiritual y bíblico, entonces, la intención literal detrás de los pronombres preferidos es anti bíblica. Los hombres no son mujeres, y viceversa. Aparte de un pequeño porcentaje de personas que son biológicamente intersexuales y merecen una consideración especial, no hay tercer, cuarto, quinto, etc., géneros, ni ninguna base para que una persona "elija" tal cosa. Por la misma razón que los creyentes no deben pretender que otras creencias ofrezcan salvación (Juan 14:6) o que otros dioses sean reales (1 Juan 4:1) o que algo pecaminoso sea moralmente correcto (Isaías 5:20), muchos creyentes concluyen que es inmoral permitir la premisa básica que subyace al uso de pronombres preferidos.
Por eso, como mínimo, todos los creyentes, en todas las circunstancias, deben tener cuidado de no dar la impresión de aceptar la suposición que hay detrás de los pronombres preferidos. Aunque Cristo fue misericordioso y amoroso tanto con la mujer adúltera (Juan 8:10) como con la mujer del pozo (Juan 4:23-24), no dio señales contradictorias sobre el pecado de ambas (Juan 4:17-18; 8:11).
Igualmente importante es considerar la misión primordial del creyente de alcanzar a los perdidos por causa de Cristo (1 Corintios 1:17; 2 Corintios 4:3). Parte de esa misión consiste en compartir el amor de Cristo (Marcos 12:30-31; Romanos 1:14-16; 1 Pedro 4:8). Por injusto e inapropiado que sea que alguien "exija" a los demás que utilicen las palabras que prefieren, no se puede esperar que los no creyentes piensen y sientan como los creyentes (1 Corintios 2:14). Según algunos cristianos, aceptar el uso de los pronombres preferidos es una forma de "hacer un esfuerzo adicional" (Mateo 5:39-42), siempre que quede claro que usamos esas palabras como gesto de respeto, no de acuerdo.
Cada cristiano debe sopesar estas cuestiones a la hora de decidir cómo, o si, discutir la cuestión de los pronombres preferidos. La verdad es importante, pero eso no significa que la decisión de no utilizar los pronombres preferidos deba tratarse con rudeza o crueldad.
Pronombres y nombres
Los nombres personales son distintos de los pronombres personales. Los nombres indican de qué persona, lugar o cosa se está hablando. En cambio, los pronombres indican qué persona, lugar o cosa es. Ciertos nombres pueden ser culturalmente inusuales, pero utilizar el nombre que una persona prefiere no está en la misma categoría que utilizar el pronombre que una persona prefiere.
Por ejemplo, si una persona se llama Carlos, puede preferir que la llamen "Carlitos" o un apodo como "flaco". Los actores y artistas suelen utilizar un "nombre artístico" profesionalmente. De este modo, se puede argumentar que el uso de nombres en la cultura moderna es simplemente para identificar a la persona concreta, no para definirla. Así, si Carlitos quiere que le llamen "Betty", puede resultar extraño, pero no es lo mismo que decir realmente: "Carlitos es mujer". Por otra parte, se podría argumentar que utilizar un nombre preferido, elegido porque corresponde a un género preferido, es también una forma de autorización.
Problemas seculares
Los pronombres preferidos también plantean problemas desde un punto de vista laico, sin tener en cuenta los valores religiosos. Como ya se ha dicho, utilizar palabras como él o ella implica algo sobre la biología del sujeto. Por tanto, obligar a la gente a utilizar los pronombres preferidos sería literalmente una coacción de la palabra. Exigir a los demás que utilicen esos términos implica que uno tiene derecho a que los demás hablen o escriban de forma que concuerde con uno. Al menos en términos jurídicos, es difícil imaginar que la sociedad pueda exigir por la fuerza el uso de un lenguaje que contradice abiertamente determinadas opiniones o ideas.
De forma paralela, exigir el uso de pronombres preferidos sería como insistir en que los demás se refieran a nosotros como "su majestad", con una venia o reverencia, porque nos sentimos de sangre real, aunque ellos no crean que lo seamos.
Una vez más, los cristianos deben sopesar la necesidad razonable de defender la verdad (Judas 1:3) con el mandato de ser complacientes con los demás cuando sea apropiado (Mateo 5:41).
Los pronombres de género y Dios
En un sentido superficial, la Biblia presenta un caso de pronombres preferidos cuando se trata de Dios. La Biblia utiliza de forma abrumadora terminología masculina para referirse a Dios, incluidas frecuentes alusiones a Él como "Padre". Y ello a pesar de que Dios no es literalmente masculino ni femenino.
Sin embargo, la preferencia de Dios por Él y de Él no es un paralelismo razonable con el uso de pronombres preferidos en relación con la transexualidad. En primer lugar, Dios no pretende ser un varón literal o que el uso de tales pronombres implique que Él es realmente un varón en sentido literal. Los pronombres preferidos, aplicados a los seres humanos, pueden sugerir un género diferente del biológica o psicológicamente verdadero. En el caso de Dios, no es así.
Por el contrario, quienes dogmáticamente llaman a Dios "ella" o "de ella" se están refiriendo en realidad a una deidad diferente. En el mismo sentido en que un musulmán puede utilizar palabras como Dios o Alá, pero referirse a un ser con una naturaleza totalmente distinta, quienes insisten en utilizar términos de género neutro o femenino para referirse a Dios están hablando en realidad de un ser completamente distinto del Dios bíblico.
Complicaciones de la caída
El pecado humano ha dado lugar a un mundo caído (Romanos 5:12). Ese pecado, por su naturaleza, confunde y complica cuestiones que Dios ha dejado claras (Romanos 1:21-22). Lamentablemente, cuestiones como los pronombres preferidos crean opciones difíciles para los cristianos. Aunque los seguidores de Cristo quieren ser cariñosos, afectuosos y pacíficos (1 Corintios 13), también es importante obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29), y eso incluye decir la verdad con amor (Efesios 4:15) en lugar de rehuir la controversia en aras de la comodidad social (Hebreos 10:23; 1 Tesalonicenses 5:21).
Cada creyente debe considerar cuidadosamente y en oración dónde se encuentra el equilibrio de estas preocupaciones en cada momento.
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