Pregunta
He superado el pecado _______. ¿Cómo puedo evitar una recaída?
Respuesta
Las tentaciones nos acosan por todas partes. Ningún ser humano pasa por esta vida sin cicatrices de pecado. Incluso haciendo nuestros mejores esfuerzos, a menudo recaemos en los mismos pecados de los que fuimos rescatados. Aprendemos rápidamente que no podemos salvarnos a nosotros mismos, hacer lo correcto con Dios, o incluso superar los pecados que nos acosan por nuestra propia cuenta. Por eso necesitamos a Jesús (1 Corintios 15:57; Romanos 8:37).
Antes de responder a la pregunta "¿cómo puedo evitar una recaída?", debemos reconsiderar la afirmación que la precede: "Superé el pecado ______". Si venciste un pecado por tus propias fuerzas, entonces esa misma fortaleza te mantendrá alejado de una recaída. Sin embargo, si el poder de Jesús te libró de ese pecado, entonces será Su fortaleza la que te mantenga en la victoria. Judas 1:24 dice: "Y a Aquel que es poderoso para guardarlos a ustedes sin caída y para presentarlos sin mancha en presencia de Su gloria con gran alegría" (NBLA). Observa que es el poder de Dios el que nos guarda de tropezar. Es la sangre de Jesús la que nos presenta irreprensibles ante Dios. Así que esta sería una declaración más precisa: "Jesús me dio la victoria sobre ________. ¿Cómo puedo evitar una recaída?".
La raíz de la palabra recaída es lapso. Un lapso es una falla temporal de concentración, memoria o juicio. Usando esta definición, "caemos" en el pecado cuando dejamos de estar alerta. Nos volvemos perezosos, distraídos, o nos olvidamos de lo malo que fueron las consecuencias de ese pecado. Cuando recaemos en un viejo pecado, es porque hemos dejado de alimentar nuestros espíritus con las cosas que nos mantendrán cerca de Jesús. Hemos empezado a dar por sentados los dones de la libertad y el perdón, que es el primer paso para alejarnos de ellos.
El Salmo 119:9-11 (NBLA) aborda el tema de recaer en el pecado: "¿Cómo puede el joven guardar puro su camino? Guardando Tu palabra. Con todo mi corazón te he buscado; no dejes que me desvíe de Tus mandamientos. En mi corazón he atesorado Tu palabra, para no pecar contra Ti".
Hay varias lecciones de oro en este pasaje que, si se tienen en cuenta, mantendrán las fortalezas del pecado lejos de nosotros. Para evitar una recaída en el pecado previamente superado, primero debemos tener un deseo de pureza. Si todavía consideramos ciertos pecados apasionantes o atractivos, nuestras cabezas pueden estar diciéndonos que no vayamos allí, pero la atracción de nuestros corazones ganará. Debemos ser honestos con nosotros mismos acerca de nuestros propios deseos y alinearlos con los deseos de Dios para nosotros (Salmo 37:4). Cuando comenzamos con un deseo de pureza, hemos tomado la decisión de reconocer y alejarnos de las invitaciones carnales.
En segundo lugar, para evitar una recaída en el pecado, debemos sumergirnos en la Palabra de Dios y permanecer allí. El Salmo 119:10 (NBLA) dice: "Con todo mi corazón te he buscado". Dios no está interesado en ir al rescate de un cristiano comprometido, a medias, que necesita arrepentirse (Apocalipsis 2:15-16). Nuestra conexión espiritual con el Señor es tan vital para nuestras vidas como la insulina lo es para un diabético. Alguien con un trastorno pulmonar no teme olvidar su tanque de oxígeno. Se ha convertido en algo crucial para su existencia. Del mismo modo, cuando consideramos que la comunión con Dios es crucial para nuestra existencia, no ponemos excusas para descuidarla. Cuando lo buscamos de todo corazón, Él está ansioso por ser encontrado (Deuteronomio 4:29; Jeremías 29:13; 1 Crónicas 22:19). Lo buscamos estudiando Su Palabra. Aprender lo que agrada y desagrada a Dios nos ayuda a conocer a Dios mismo.
En tercer lugar, para evitar recaer en el pecado debemos pedir continuamente a Dios que nos guarde de tropezar (Lucas 18:1). Su poder está disponible para todo aquel que invoque Su nombre a través de Su Hijo (Salmo 145:18; Romanos 10:12). Al continuar en un estado de rendición y súplica, nos mantenemos en una postura de obediencia. Muy pocos santos sinceros abandonan sus rodillas para marchar hacia el pecado. Cuando hemos estado en presencia de un Dios santo, somos capaces de ver el pecado como lo que es: una vil trampa que causó el sufrimiento de Jesús (ver Isaías 6:5).
En cuarto lugar, para evitar una recaída en el pecado, no basta con leer la Palabra de Dios; debemos memorizarla y meditar en ella día y noche (Josué 1:8; Salmo 1:1-2). Es cuando los pensamientos y las palabras de Dios se convierten en parte del tejido de nuestras almas que nos dan poder. Entonces, cuando la tentación llama, la verdad responde a la puerta. La cantidad de verdad que hemos leído, memorizado, meditado y personalizado a menudo determinará la cantidad de sabiduría que responde cuando la carne llama. La Palabra de Dios es viva y eficaz (Hebreos 4:12). Iluminará las preguntas de la vida y nos dará confianza en las respuestas de Dios (Salmo 119:105). Por ejemplo, si alguien te ha hecho daño y ha mentido sobre ti, tu carne querrá regañarle y apartarle de tu vida. Sin embargo, mientras oras y buscas a Dios, Sus palabras que están escondidas en tu corazón llegan flotando a tu espíritu: "amen a sus enemigos; hagan bien a los que los aborrecen; bendigan a los que los maldicen; oren por los que los insultan" (Lucas 6:27-28, NBLA).
En quinto lugar, para evitar una recaída en el pecado, nunca des a tu carne más crédito del que se merece. Este es generalmente el mayor error que cometemos para mantenernos en el camino correcto. Asumimos que somos más fuertes en nuestra carne de lo que realmente somos. Así que nos dejamos atrapar en situaciones comprometedoras y luego actuamos sorprendidos cuando nuestra carne no pudo resistir. Romanos 13:14 (NBLA) dice: "Antes bien, vístanse del Señor Jesucristo, y no piensen en proveer para las lujurias de la carne". Hacemos "provisión" cuando nos preparamos para el fracaso, con solo nuestra débil y pecaminosa carne entre nosotros y el pecado. Una pareja joven románticamente involucrada, acostada sola en la oscuridad, "viendo una película" está haciendo provisión para la carne. Un alcohólico en recuperación que va al casino con viejos amigos de fiesta está haciendo provisión para su carne. Un adicto a la pornografía que mantiene ese dispositivo lejos de sus compañeros de rendición de cuentas, asegurándose a sí mismo que puede manejarlo, también está haciendo provisión para su carne. Dios nos ha llamado a salir de este mundo para ser ciudadanos de otro reino (Filipenses 1:27). Cuando decimos "no" a lo que los demás dicen "sí", estamos viviendo como embajadores dignos de confianza del reino de nuestro Padre (2 Corintios 5:20).
Por último, para evitar recaer en el pecado, es útil hacer una lista de todo lo que el pecado te ha costado. Esa lista puede incluir nombres de seres queridos, metas educativas nunca alcanzadas, dinero malgastado y cicatrices duraderas causadas por perseguir el pecado. Recuerda por qué deseabas vencer ese pecado. ¿A dónde te llevó que no tenías intención de ir? Ten la lista a mano y añádela a medida que Dios te revele más de lo que el pecado te costó a ti y a Su Hijo. Cuando te sientas débil, vuelve a leer la lista. Permítete recordar el dolor, la desesperación y la trampa en la que habías caído. Después, da gracias a Dios por cada uno de los elementos de la lista y por las formas en que te ha sanado de las heridas.
Dios nos ha hecho "más que vencedores" por medio de Aquel que nos amó (Romanos 8:37). Pero las recaídas ocurrirán cuando nos volvamos fríos a la Palabra de Dios o elijamos caminar en la carne en lugar del Espíritu. Dios espera que sus hijos "estén alerta. Su adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar" (1 Pedro 5:8, NBLA). Cuando nos aferramos firmemente a nuestro Buen Pastor, ningún león -ni ningún pecado- puede vencernos (Juan 10:10-11).
English
He superado el pecado _______. ¿Cómo puedo evitar una recaída?