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Pregunta

¿Qué significa que el Reino de Dios no es comida ni bebida (Romanos 14:17)?

Respuesta


En Romanos 14, el apóstol Pablo aborda la cuestión de la libertad cristiana, especialmente en lo que respecta a las "cuestiones discutibles", como si los creyentes deben comer carne sacrificada a los ídolos. En el Antiguo Testamento, el pueblo de Dios seguía numerosas leyes sobre lo que era lícito comer y beber. Pero bajo el Nuevo Pacto, una ley superior de amor gobierna en el reino de Dios (1 Corintios 13:13). Esta ley del amor se revela en nuestra voluntad de vivir en paz y unidad con nuestros hermanos y hermanas en Cristo: "Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo" (Romanos 14:17).

La iglesia de Roma era una mezcla de creyentes, judíos y gentiles. Aunque estaban unidos por la fe en Jesucristo, se juzgaban unos a otros en dos áreas concretas: sus decisiones sobre si comer o no carne (Romanos 14:2) y sobre qué días se debían observar como días santos (Romanos 14:5). Las normas del Antiguo Testamento para una vida santa chocaban con las prácticas eclesiásticas del Nuevo Testamento. Pablo las consideraba "discusiones", áreas grises en las que la Biblia no proporciona directrices claras. Eran cuestiones delicadas, pero no las más importantes en el gran esquema de la vida del reino.

Muchos creyentes de la iglesia romana, muy probablemente judíos, habían dejado de comer carne por completo por razones devotas. O bien temían que la carne que se vendía en los mercados locales estuviera prohibida por las restricciones dietéticas judías o que se hubiera utilizado en sacrificios paganos. En resumen, la solución de Pablo era dejar de condenar a quienes tienen una opinión diferente a la nuestra; el asunto es entre ellos y Dios (Romanos 14:1-4).

Pablo dedica el resto del capítulo a explicar por qué los creyentes deben dejar de juzgarse y condenarse unos a otros. El reino de Dios no es comida ni bebida es el argumento principal de Pablo. Un comentarista resume: "El punto principal de Pablo en toda esta sección es que hay un reino de Dios, no una cocina de Dios, esa es la prioridad. Y en el reino de Dios, solo hay una cosa en el menú: unidad—manifestada por "justicia, paz y alegría"" (Boa, K., & Kruidenier, W., Romans, Vol. 6, Broadman & Holman Publishers, 2000, p. 422 − Solo disponible en inglés). Este sentimiento tiene eco en la instrucción de Pablo a los corintios: "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Corintios 10:31).

La unidad en la iglesia da gloria a Dios y revela la evidencia de nuestro amor mutuo. El creyente que practica la ley superior del amor dejará de lado su propia necesidad de tener razón por amor y para mantener la rectitud, la paz y la alegría en la comunión de los creyentes. Pablo afirma: "Si otro creyente se angustia por lo que tú comes, entonces no actúas con amor si lo comes. No permitas que lo que tú comes destruya a alguien por quien Cristo murió" (Romanos 14:15, NTV). En el reino de Dios, actuar con amor es más importante que tener razón (ver 1 Corintios 10:23-11:1).

Cuando comprendemos que el reino de Dios no se preocupa por la comida y la bebida, sino por mantener la rectitud, la paz y la alegría en el Espíritu Santo, empezamos a entender lo que significa entregar nuestros cuerpos a Dios como "un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada" (Romanos 12:1, NTV). Aunque tengamos libertad cristiana para disfrutar de una copa de vino, por ejemplo, Dios quiere que nos comportemos siempre de forma que le honremos. Si beber esa copa de vino hará que un hermano o hermana tropiece en el pecado, debemos renunciar a nuestra libertad por el bien del creyente más débil. Pablo afirma: "Si tú sirves a Cristo con esa actitud, agradarás a Dios y también tendrás la aprobación de los demás. Por lo tanto, procuremos que haya armonía en la iglesia y tratemos de edificarnos unos a otros. No destruyas la obra de Dios a causa de lo que comes. Recuerda que todos los alimentos están permitidos; lo malo es comer algo que haga tropezar a otro" (Romanos 14:18-20, NTV).

Comer y beber son preocupaciones secundarias en el reino de Dios: "no podemos obtener la aprobación de Dios por lo que comemos. No perdemos nada si no lo comemos, y no ganamos nada si lo comemos" (1 Corintios 8:8, NTV). Comer y beber son preocupaciones externas, y a Dios le importa más lo que hay en nuestros corazones (Mateo 15:11, 16-20). Lo que más importa es amar bien a la gente, mantener la unidad y agradar a Dios.

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